martes, 28 de noviembre de 2023

Qué fue de Mercedes Alvarado Cuando el antiguo reloj de carrillón dio las doce campanadas en la noche de esa navidad, Mercedes Alvarado entendió que era otra mujer. Al fin en paz con su conciencia apuró su copa de champan, de la última botella de Dom Perignon. Todavía antes de retirarse vació en el lavabo lo que quedaba en la botella y la arrojó al balde de residuos. Era el final de un proceso que había comenzado tres años antes cuando decidió dejar su exitosa carrera de actriz. Siempre había tenido en el subconsciente la idea de no dejarse ver por el público en la declinación de su vida. Su decisión coincidió con el día en que su exmarido, famoso director de cine, le había anunciado que se separaría de ella. Después supo que lo hizo para unirse a una actriz joven, revelación del año. ¡Como si la juventud fuera contagiosa! Pero allá él. Mercedes ya había notado que juntamente con estar llegando al medio siglo de vida, las primeras señales de vejez se insinuaban en su cuidado cuerpo y en su conocido rostro de actriz. Hubiera podido buscar revancha enredándose con algún joven del ambiente. Era muy bella aun y contaba con una cuantiosa fortuna que sería de gran atractivo para más de un galancito. Pero, como siempre fue su actitud en la vida, primó su dignidad a pesar de saber que elegía el camino más difícil y cruento . Dos años antes, cumplidos todos sus contratos y asesorada por su amiga y representante Marisa Artana, había adquirido una finca en aquel pueblito de la costa, no tan alejado de la perla del Atlántico, pero lo suficiente como para mantenerla en el anonimato. Nadie debía saber, en especial la prensa de espectáculos, cuál había sido el destino de la famosa Mercedes Alvarado. Un año atrás había dejado Buenos Aires sin que nadie se enterase y ocupó la casona de la finca adquirida en la costa. Marisa le había conseguido un ama de llaves asegurándose de su discreción. Antes de despedirse de Mercedes le sugirió que se contactara con un grupo de damas, una especie de club de canasta que se reuniera para hacer, además, obras benéficas. La reacción de la actriz fue tremenda. Le prohibió terminantemente que volviera a hacerle otra sugerencia por el estilo. Al despedirse le pidió que no se comunicase con ella pero, ante las protestas de la fiel representante y para tranquilizarla, le aseguró que, en la eventualidad de necesitarla, ella se comunicaría. Ya en su refugio, con la sola compañía de su ama de llaves que cada día se presentaba a cumplir las tareas de la casa y del jardín. La otrora gran actriz volvió a dedicarse a la pintura, arte en el que había incursionado en su temprana juventud, antes de que todo su tiempo fuera absorbido por su competitiva profesión. También recurrió a la lectura y a la música para compensar el enorme cambio de su vida de la vorágine de la ciudad a esta calma agobiante del retiro. Mas sus quehaceres no lograban darle tranquilidad a su alma. Su mente se empeñaba en traerle a la memoria actitudes mezquinas de los tiempos en que estaba en la cumbre de la fama. De los viajes con su exmarido cuando retaceaba las propinas a las mucamas en los hoteles de lujo y a los mozos de los distinguidos restaurantes que frecuentaban. Entendió que aun sabiendo del aumento del porcentaje de pobres en los suburbios de las ciudades que visitaban, empezando por Buenos Aires, nunca ella ni su marido habían aportado un centavo para beneficencia. Como si su principal objetivo fuera obtener éxitos y acumular fortuna. Con el paso de los meses, esos ingratos recuerdos de sus vigilias, empezaron a aparecer en sus sueños y recurrió a Marisa para que le consiguiera los somníferos con que afrontar sus noches. Se preguntaba por qué su vida habría estado signada por ese afán de acumular dinero. Y fue en un atardecer en que extrañamente la invadió una suave calma, mientras estaba tendida en uno de los mullidos sillones teniendo al frente un gran ventanal que le permitía ver el océano, cuando entre brumas encendidas por el arrebolado ocaso, divisó una rara embarcación, de características egipcias. Los tripulantes vestían ropas de militares unos y ricos atavíos los otros a la vez que más hombres y mujeres vestidos con andrajos hacían las tareas propias de los sirvientes. Se vio ella entre esas mortificadas mujeres sufriendo sed, hambre y un calor infernal. Sentía en carne viva el colmo del sufrimiento y desesperada corrió hasta la borda para arrojarse a las aguas. Después pudo ver, desde un plano superior en altura, como su cuerpo era devorado por tiburones y las aguas quedaban teñidas con su sangre. Entonces la inundó una luz muy blanca a la vez que aliviado su sufrimiento la envolvió una paz como nunca había conocido. Entendió que había muerto. Acababa de conocer su final en una vida anterior. Sintió que una revelación le había ayudado a poner en orden su mente: era por eso su afán por acumular riquezas en su vida actual. Cuando reparó en que estaba rodeada por la oscuridad supo que la esperaba una larga noche sin sueño. Al amanecer el nuevo día ya había resuelto y planificado qué haría con su vida y con su fortuna. Era mediados de octubre y faltaba poco más de dos meses para la Navidad. Llamó a Marisa y le encareció que viajara lo antes posible a reunirse con ella. En vano la fiel amiga trató de disuadirla. Mercedes Alvarado había tomado la decisión de desaparecer para siempre. Tomaría los hábitos de las Carmelitas Descalzas en el convento de San Bernardo, en Salta. Respecto de sus bienes, indicó que para esa navidad se obsequiaran pinitos, con luces y regalos para todas las familias indigentes de las villas y asentamientos de la comuna de General Pueyrredón. Sobre la finca y vivienda determinó que se destinaran a Hogar y tratamiento de enfermedades de mujeres solas y de sus pequeños hijos de hasta tres años. Así lo gestionó azorada y sin poder creerlo, la fiel Marisa Artana, ante la escribanía a cargo del Registro número uno de la ciudad. Por eso, en la nochebuena, transcurridos diez minutos escasos del día 25 de diciembre, quien fuera Mercedes Alvarado dormía plácidamente y por última vez en la lujosa casona que había comprado, un par de años antes, para su pretendido retiro. En sueños sonreía viendo un desfile interminable de niños, cada uno con su colorido arbolito de navidad, Tal como ella lo había querido.

domingo, 26 de noviembre de 2023

UNA ODISEA POR SIR WILLIAMS

Una Odisea por Sir Williams un cuento de mi autoria (Carlos Buganem) Puede decirse que la odisea para Ashley Morris de Smithson comenzó cuando su esposo Barnaby Smithson recibió en herencia, de su tío paterno Williams Smithson, la mansión que llevaba el apellido familiar desde su construcción en 1598 Por un antepasado: James Smithson y ubicada en la ciudad de Stratford. También recibió el legado de una importante suma en libras esterlinas depositadas en el Britanish Bank de Londres. Ashley y Barnaby Smithson ya tenían un buen pasar en razón de contar con un ingreso por rentas de los bienes inmuebles heredados de su padre y que él administraba. La mujer, había manifestado su opinión de legítima esposa que sugería convertir todo el patrimonio heredado en libras contantes y sonantes subastando los muebles, piezas de arte, libros y demás objetos allí contenidos. Y, una vez vacía, vender también la vetusta Mansión. Mas su esposo, siendo el beneficiario directo, descartó de plano la idea de Ashley y se instaló en la Mansión Smithson con el propósito de revisar cada rincón, e inventariar cada obra de arte, cada libro de la profusa biblioteca. Esto, ante la alarma de su esposa, lo alejó del hogar como si ya no le importase otra cosa que desentrañar la oscura historia contenida en aquella vieja mansión. Gran parte del tiempo Barnaby lo pasaba en la biblioteca donde se encontraban las obras de los más importantes autores de Europa. Por supuesto estaban en un sector especial todas las obras del ilustre hijo de Stratford, William Shakespeare a quien el difunto tío había admirado, leído y releído sus obras y había dejado el manuscrito de un voluminoso ensayo que tituló: “Wiliams Shakespeare, la influencia de los personajes en la vida de su autor” Para Ashley no era una circunstancia feliz el cambio en la vida y costumbres de su esposo que trastocaron totalmente la organización familiar. En Londres quedaron ella y sus dos hijos en tanto que Barnaby prácticamente recluído vivía en la Mansión Smithson, en Stratford. El hombre, ajeno a la preocupación primero y fastidio después por parte de su esposa, se fue internando cada día más, en la vida del gran dramaturgo, como antes lo había hecho su tío Wiliams Ashley decidió dejar a su hijo Edward la administración de los bienes familiares en Londres y a su hija Vanessa el cuidado de su casa para mudarse a la Mansión Smithson a fin de recuperar su matrimonio aunque a esa altura la mansión ya le resultaba francamente odiosa. Pronto comprobó que Barnaby pasaba demasiado tiempo en la biblioteca y por las noches deambulaba por salas y galerías recitando como si hablara con Hamlet o con Ofelia. Una noche ella salió y le habló pensando que estaba sonámbulo pero Barnaby le respondió: - “Buenas noches…Pero no volváis al lecho de mi tío. Si carecéis de virtud, representadla al menos” La pobre mujer, no entendiendo a qué se refería, lo llamó por su nombre mas él se alejó diciendo: Ofelia…Hamlet escuchad al cómico: -“ Amor, como la suerte, es inconstante: Que en este mundo al fin nada hay eterno Y aun se ignora si él manda a la fortuna, O si ésta del amor sede al imperio.” Esa noche Ashley ya no pudo conciliar el sueño y al día siguiente partió de regreso a Londres para tratar el asunto con sus hijos y entre los tres decidir qué hacer para rescatar a Barnaby de su penoso estado. Decidieron que Edward y Vanessa fueran esta vez los que viajaran a Stratford a visitar al padre y comprobar por si mismos lo que les costaba creer del angustiado relato de su madre. Cuando por fin estuvieron ante Barnaby él se arrodilló exclamando : ¡Perdón, perdón perdón! – reiterando el pedido en tono cada vez más penoso… -¡Perdón, por qué, padre- Preguntaron asombrados. -Por haberos matado cuando estuvo en mi pluma darles un epílogo feliz a vuestras vidas…No debí hacerme partícipe de los odios de Montescos y Capuletos ni escribir tan confuso episodio, no debí urdir así la trama que llevaría a la muerte de ambos. Debí permitir que triunfara el amor en Verona. ¡Perdón dulce Julieta, Perdón noble Romeo! - Te perdono, pero ¿Quién eres?- le preguntó Vanessa procurando hacerlo con la voz más calma posible. - Soy Sir Williams Shakespeare – Respondió Barnaby. Debieron retirarlo de la Mansión por la fuerza y fue trasladado al Hospital de enfermos mentales de Stratford donde los ilustres psiquiatras del nosocomio le diagnosticaron demencia temporal disponiendo en acuerdo con la familia, su traslado a Londres para su internación. Barney llevó consigo el ensayo manuscrito de su tío Williams Smithson del cual no ha querido separarse en los ocho años que ya lleva internado, en el Hospital Real de Bethlem en el sur de Londres ; sin indicios de mejoría. 11/9/19

miércoles, 1 de junio de 2022

Un cuento breve: que escribí en 2019 "Mi voz interior"

"Mi voz interior" , por Carlos Buganem Siguiendo mi voz interior, que me avisó del inminente peligro, Agaché el cuerpo bruscamente pegando mi cabeza al cuello del caballo y la rama pasó rosando apenas mis hombros. Ser un experimentado jinete es una cosa y huir a caballo en toda la furia, en la oscuridad de la noche por el bosque, es otra. Me urgía poner distancia de mis perseguidores, pues acababa de escapar de un cautiverio, después de varios días de estar en poder de los Caporaldo, Perteneciendo yo a los Montalba, no debí enamorarme de una joven que resultó ser hija de uno de ellos. Nuestras familias, ambas afincadas en la comarca desde hacía varias generaciones , competían entre sí por las tierras colindante y se las disputaban, como se disputaban el ganado, la madera y todo o que pudiera tener valor de venta en los poblados vecinos. Dos antepasados, uno de cada familia, se habían batido a duelo de facones en mil novecientos treinta y ambos habían muerto. Era frecuente entre grupos de una y otra familia, tomarse a golpes de puños, con palos, piedras y enfrentarnos en batallas campales; sin muertos pero si con numerosos contusos y heridos por golpes de rebenques, látigos, palos o piedrazos. Por la misma época del año anterior, cuando estaban florecidos los notros, había conocido en el poblado cercano, a una joven sin saber que era hija de uno de los Caporaldo, simpatizamos y nos volvimos a ver cada nueva luna cuando nuestras familias, en caravana, bajában al poblado por provisiones. Lo nuestro era casi un noviazgo cuando mi prima Esnelda me advirtió que se comentaba en la proveeduría, que era a la vez fonda, posada, botica, tienda y talabartería, porque vendían de todo, que Gerónimo Caporaldo padre de Belinda, estaba jurando matarme y mandar a mi enamorada como pupila al convento de una población muy lejana, al oeste, detrás de las altas montañas. Mi familia se alertó y no me dejaban ni a sol ni a sombra. Pero los árboles del bosque tenían ojos y oídos de esa tribu odiosa de los Caporaldo…Se ve que siguieron mis pasos de día y de noche. Porque fue volviendo de un encuentro con Belinda quien me dijo llorando que al día siguiente la llevaría, al otro lado de las altas montañas, cuando nos capturaron a mi y a mis dos compañeros. Aparecieron de entre los árboles en un recodo de la picada y se nos echaron encima, yo ligué algunos golpes de rebenque pero los más lastimados fueron mis guardianes, a ellos les pegaron y los liberaron para que se fuesen a pie. En cuanto a mi, me tuvieron ocho días cautivo en una choza aislada, al cuidado de dos de sus perros de presa, bastante brutos y faltos de disciplina. Estudié su forma de manejarse, dónde tenían los caballos, las horas de comida y de descanso, y como les gustaba beber, cuando uno de ellos dormía su borrachera, en un descuido del otro, le partí una banca de chacay en la piojosa cabeza, me monté a su mejor caballo y escapé en toda la furia. Si mi voz interior no me lo hubiese avisado, al día siguiente me habrían encontrado desmayado o muerto, tal vez decapitado por esa rama de raulí y los Caporaldo habrían festejado nuestra desgracia por varias lunas. Pero habiéndome liberado y estando sano y salvo; mi gente, mi tribu me vengará mientras yo, mañana mismo, con una cuadrilla de acompañantes iniciaré el camino hacia el oeste, cruzaremos la cordillera en búsqueda de mi amada Belinda, de ser necesario nos radicaremos allá para vivir en paz nuestro amor, lejos de esta lucha, de este odio que lleva ya varias generaciones. Por suerte está avanzada la primavera, es época de floración de los Notros; eso nos permitirá cruzar con facilidad el paso Ipela hacia el otro lado. Este es mi testimonio para que quien escuche mi historia nunca desoiga los avisos que muchas veces nos da esa voz interior que todos los humanos llevamos con nosotros. Comentarios y devoluciones; De mi estimadísimo amigo Cacho Carucci: "Me gustó, situaciones similares de Montescos y Capuletos se dan en esta vida y seguramente en las venideras. Para muchos de la religión que sean, ESA VOZ, PERTENECE A NUESTRO GUÍA, ÁNGEL CUSTODIO O MADRE O PADRE QUE NOS PROTEGE DESDE LA CUARTA DIMENSIÓN Y QUE REPETIREMOS NOSOTROS CUANDO MARCHEMOS A CASA AL,PLANO METAFÍSICO LUEGO DE DEJAR EL VEHÍCULO QUE NOS PERMITIÓ CURSAR OTRA ETAPA EN LA TIERRA RUMBO A LA SANTIDAD.

lunes, 21 de marzo de 2022

"ALARMA EN LA ESTACIÓN EZEIZA"

 

“Alarma en la estación Ezeiza”  un cuento de Carlos Buganem

En la Estación Ezeiza  siempre hay mucho movimiento en los horarios en que los viajeros llegan para abordar los trenes y otros tantos descienden de ellos para dirigirse a destinos diversos, trabajo, el médico, una cita de amor, comprar algo que necesitan… En el gran salón central hay además vendedores ambulantes y un maxi kiosco donde los transeúntes pueden comprar golosinas, cigarrillos, diarios, revistas entre variados  artículos donde se destacan coloridos y brillantes muñecos de peluche de manufactura china.  

En la oficina del ferrocarril, el responsable de turno, está entregando el parte de novedades a quien asumirá el turno siguiente  que es el de la noche. Se han demorado en el trámite porque el responsable saliente Ernesto Pérez, se puso a narrarle al entrante Guille García, que la noche anterior su mujer lo hizo dormir en el living, le cerró la puerta del dormitorio  porque se enteró que él estaba teniendo una aventurita con una fulana que está muy buena.

En eso suena el teléfono interno , le toca atender a Guille García.

-          Sí, bueno, claro, entendido jefe – Cuelga y le dice a Ernesto- El 548 está detenido  en Tristán Suárez, por un corte de vías.  Son   vecinos que reclaman por planes sociales.

-          Bueno, me voy, que te sea leve, dice Ernesto- A vos también hermano, que tu mujer te abra la puerta - responde Guille y se ríe con sorna.   

Son las diecinueve y casi oscurece, mucha gente espera en el andén para abordar el tren.

Entre la multitud, una mujer empieza a pedir ayuda, reclama a los gritos por su hijo. Varios pasajeros la rodean. Entre los curiosos está Don Checho, como le dicen en la Estación, es el anciano que pasa el día entretenido, viendo la gente que va y viene y los trenes que vienen y van. Jubilado hace cinco años, Checho se aburre en casa de su hijo Emilio, y para colmo no se lleva bien con su nuera, el siente que molestia, pero el hijo insistió tanto en que viviera con ellos…Así que no le quedó otra que aceptar. Porque la jubilación mínima que cobra le alcanza para las medicinas y muy poco más, nunca para pagarse un alquiler.

 Una mujer joven se ha acercado y le habla a la señora que grita, trata de calmarla y le pide que explique lo que le está pasando. Entre gimoteos la mujer mayor le dice que su hijo Sebastián de quince años es enfermito, no se maneja solo, que llegaron a la Estación para tomar su tren de vuelta a casa pero el chico se le soltó de la mano y salió corriendo  hasta perderse entre la gente.

-Bueno cálmese madre- Le dice la joven y le toma de las manos- Para entonces ya se ha acercado la pareja de policías que está de consigna en el lugar y se hacen cargo de la situación. Cuando logran que la mujer les proporcione los datos del chico, se comunican a su central e inician la búsqueda.

-¡Ludmila!- grita un hombre elegante que aparece entre los curiosos y se dirige a la  joven. -¡Ludmila! Repite. La joven lo ve y entonces lo reconoce. Es Daniel Álvarez ,  fueron novios  años atrás, pero él se fue a  estudiar a Córdoba y la distancia hizo su trabajo… La relación fue decayendo poco a poco hasta quedar en un punto muerto. Y ahora-¡Qué casualidad! Aparece aquí, de la nada, en momentos en que ella se encuentra en la estación esperando a Roberto para ir juntos a la capital, cenar y después ir al estreno de una película que viene con muy buenos comentarios “El secreto de sus ojos”, con Ricardo Darín, Soledad Villamil y  Franchela… Sí, el de “Casados con hijos”

En ese momento se escucha por el sistema de parlantes,  el aviso que el tren  Número 548 con destino a la capital, que debía arribar a las diecinueve horas, está detenido en la estación   Tristán Suárez a causa de un incidente y que se desconoce su hora de arribo.

Sigue un murmullo entre la multitud de pasajeros que es como un canto de desánimo y frustración. Ocurre con bastante frecuencia que se interrumpa el servicio de trenes ya sea por un accidente o por medidas de fuerza. Así que aquellos que tienen otra opción de movilidad se apresuran a salir de la estación  para abordar algún colectivo,  una trafic  o juntarse tres o cuatro y compartir el costo de un taxi. A muchos otros no les queda mas alternativa que permanecer allí a esperar  que se restablezca el servicio.

Ludmila le comenta a  Daniel la causa por la cual la encontró allí, espera a Roberto, a su vez Daniel le comenta que está allí para esperar a su novia actual, se ríen de la situación. -Qué casualidad piensa ella, en cambio él sostiene que no es casualidad. Afirma que lo ha dispuesto  el destino.

En otro sector del andén Don Checho anda muy entretenido. Con la demora de los trenes , el anciano está de parabienes porque la gente ya no está  apurada como habitualmente y son más los que están dispuestos a conversar. Para iniciar la conversación les pregunta si saben algo del muchachito perdido y sea cual sea la respuesta les informa lo que ha visto en persona: una mujer desesperada por haber extraviado a su hijo…Pero, con tanto jaleo, el anciano no se da cuenta que ya debiera emprender el regreso a casa donde seguramente se van a preocupar porque no ha regresado y  como ya ha sucedido en otras oportunidades su hijo aparecerá a buscarlo.

Cuando Margarita llega a la estación y nota el alboroto, alguien le comenta que se perdió un chico. Ella viene cansada, ha salido de su trabajo de doméstica y ahora espera el tren que va desde capital hacia Cañuelas, para volver a su casa, el jornal de hoy le servirá integro para pagar la factura de luz que se vence mañana. Este corte inesperado del servicio la obliga a armarse de paciencia;  por suerte ha conseguido ubicarse en el banco que habitualmente ocupa don Checho, se descalza para aliviar sus pies hinchados. Trató de avisar a su casa pero aparentemente su servidor de teléfono móvil no está funcionando. Bueno, piensa- se enterarán por la televisión, le ha pasado otras veces.  Se apresta a esperar armándose de toda la paciencia que puede. Está cansada, ha tenido ocho horas de trabajo intenso, sumando a ello el viaje de venida y sin contar que cuando regrese todavía tendrá que realizar tareas en su casa. Un marido y tres hijos, dos ya adolescentes y Laura su pequeña de cinco añitos,  implican trabajo para una madre de familia. Allí sentada Margarita se duerme. Tal vez sueña.

Ha transcurrido media hora de espera y los novios reencontrados, por casualidad o no, se han relatado, sin ahondar en detalles, los años transcurridos desde que dejaron de comunicarse. Daniel se recibió de abogado y ahora desde hace dos años trabaja en un bufete en capital y reside en Ezeiza, Ludmira vende bienes raíces y acaba de estar en Ezeiza para evaluar una propiedad. No hay señal de celular y entonces  Daniel  le  propone ir en su automóvil hasta la estación de Tristán Suárez donde está detenido el tren. Ludmira lo duda, no le parece bien, qué pensará su novio y cuántas explicaciones deberá darle o simplemente no decirle nada. Finalmente accede con la condición de no decirles a sus respectivas parejas y simplemente separarse al llegar. Él acepta pero no le dice lo que en realidad está pensando.  

Margarita se despierta sobresaltada.  Por el sistema de parlantes anuncian que en minutos quedará restablecido el servicio; tiene la sensación de haber dormido mucho tiempo pero, al mirar la hora, comprueba que han sido unos pocos minutos. Ha soñado que su hijita es quien se ha perdido en la estación. Se tranquiliza al comprobar que solo fue un mal sueño, se levanta y va al quiosco donde venden esos osos de felpa y elige el más bonito para su pequeña princesa, el juguete le insume casi todo el jornal de hoy, pero no importa ya verá mañana de dónde saca para pagar la factura de la luz. Dios proveerá.  O de última, la otra semana la pagará con recargo; Laurita le ha pedido en varias oportunidades que le compre un oso de peluche y siempre hubo algún motivo para negárselo.

En la oficina Guillermo García recibe un llamado de la comisaría de Cañuelas. Le avisan que el muchacho extraviado apareció en la estación de esa localidad. El operario se alegra y lo comunica por el sistema de altavoces. Un aplauso se eleva desde el andén de la estación Ezeiza; los pocos que quedaban y habían visto gritar a la madre, saben de qué se trata pero los que llegaron después no, de todos modos aplauden. Se nota que están ansiosos de una buena noticia y lo manifiestan aplaudiendo. Ojalá piensan muchos, hubiera razones para aplaudir a los gobernantes. Pero eso será el día en que las higueras florezcan piensan otros.

Don Checho, no da abasto de explicar a unos y a otros cómo fue el asunto del muchachito extraviado y narra con detalles la desesperación de la pobre madre, cuando aparece Emilio a buscarlo y bastante ofuscado le recrimina:

-          ¡Papá mirá la hora que es! ¿Te parece que tenga que andar buscándote…?

El viejo, vuelve a su realidad y cabizbajo sigue a su hijo hacia la salida. Piensa  que se terminó lo bueno. Al volver a casa , que no es la suya, se encontrará con la cara cada vez más agria de su nuera. En fin. La alegría de que el muchachito haya aparecido lo consuela.  

En tanto lejos de allí, como a unas tres estaciones más adelante, Daniel detiene el auto en un Apart Hotel de Llavallol; ella Ludmila,  su ex novia, la vendedora de bienes raíces, se molesta al principio:

-¿Por quién me tomás? Pregunta.

Pero el abogado es convincente y finalmente entran ambos al paraíso. -La vida es ahora- ha dicho Daniel y Ludmila le da la razón.

Mañana Dios proveerá. 

Justo en ese mismo momento, en la estación  los pasajeros ven con alivio detenerse el tren que los llevará a casa… Margarita lo aborda feliz,  abrazando el precioso paquete para su hija envuelto en papel de seda y con un enorme moño rosa.

 

( Escrito en 2018; publicado en el blog Barcos de papel, el día 20/3/2022) Prohibida su reproducción, copia u otro uso total o parcial, sin autorización del autor.)

lunes, 31 de enero de 2022

"Voy al jardín" , poesía de Gloria L.Lucero

 


Con la mochila en la espalda,

saltando voy al jardín

allí me espera mi seño

y mis amigos también.

Todo es magia en el entorno,

todo es amor y amistad, 

el recreo, la merienda, 

los cuentos, el tobogán.

Canciones y adivinanzas,

rondas y rompecabezas.

Cantando pasa la tarde

aprendiendo un trabalenguas.

Hoy conocí unas letras 

y unos números también

y me insiste la maestra 

en que "debo compartir."

Pero a veces no lo hago

pues no me gusta prestar,

pero se que debo hacerlo

para aprender a jugar.

Debo lavarme las manos

antes de ir a merendar

y luego de saborearla,

los dientes a cepillar.


El jardín es el lugar

donde aprendemos jugando,

costumbres y buenos hábitos 

de a poco nos van formando.

Que a magia no se pierda, 

que dure toda la vida, 

que la inocencia la cubra

de globos, de serpentinas

y con dulces melodías

bailen las hadas madrinas.

Que Mambrú vuelva con vida,

Que Pinocho sea un niño,

que blancanieves se esconda

y el patito sea lindo.

Que la farolera juegue 

en el puente de Avignon,

mientras la bella durmiente

despierta su corazón.

Que pronto los tres cerditos

culminen con su casita,

y que el lobo tan malvado

no encuentre a caperucita.

Que sigan lloviendo flores

del bello jacarandá, 

mientras jugamos la ronda

mantantirulirulá.

                                                         Gracias a Gloria por tu poesía. 

lunes, 19 de abril de 2021

Un fragmento de LOS SENDEROS DEL AMOR- RELATO.

 El siguiente fragmento corresponde al relato "Los senderos del amor" , el que se puede encontrar completo en : 

XVII

Faltaba una parte de la verdad, porque las dos mujeres mayores sabían quién era el padre de Julio, más no se lo dijeron; tenían mucho temor de hacerle más daño con revelárselo. Sobre ello habían discutido a solas las tías. Rosa se inclinaba por decírselo pero María se negaba y pudo imponer su punto de vista; esperarían a que él mismo lo preguntase o para cuándo los acontecimientos así lo exigieran y fuera imposible seguir ocultándole la identidad del padre. La zozobra para ambas mujeres, pero mayormente para María, madre adoptiva de Julio, al que verdaderamente amaba como si lo hubiera parido, era  insoportable y venia a sumarse a la pérdida de su esposo. Si la pobre mujer hubiese tenido que decir qué cosa la angustiaba más, no habría podido decidirse por una de las cusas. Ambas la mortificaban por igual.

 

Julio se sentía en su aislamiento como alguien al que de pronto se le hundiera el suelo que pisaba y, por horas,  sitió como si estuviera cayendo en un oscuro precipicio sin siquiera extender sus manos para asirse a los bordes y, si no fuera tanta la confianza que tenía en esas dos mujeres, y en la verdad que acababan de revelarle, habría

pensado que le mentían, que por alguna extraña razón lo estaban torturando con una historia tan inesperada como absurda. De pronto, asumida a medias la pérdida de su padre, resultaba que era una doble pérdida, lo perdía como padre porque ahora sabía que no lo era y lo perdía del mundo familiar donde siempre había estado como su referente y sostén. Y quién era su tía Clara, solamente el nombre de una mujer que nunca había visto y de  quien no se hablaba en la familia. De pronto ese nombre de mujer, pasaba de ser una tía desconocida  a ocupar el lugar de Maria  como su verdadera madre. Lo mortificaba el engaño, y pensaba que no debería existir ninguna razón tan fuerte como para que  un ser inocente, y sintió lástima por si mismo, fuera tan terriblemente engañado, con la falsa creencia de que ese hombre y esa mujer le habían dado la vida, cuando no era así. En este punto tuvo que entender que habría algo mucho más poderoso que simplemente salvar el honor de la familia Benítez, incluyendo abuelos maternos y a la misma Clara. Por qué. Cuanto más lo pensaba era mayor su desazón. Y de tan intensos pensamientos, necesariamente surgió otro interrogante en su cabeza: Quién era su verdadero padre.

Tomó la decisión de alejarse de La Nueva, del pueblo mismo, tanto por vergüenza como para ir en búsqueda de una nueva vida, acaso sin pensarlo explícitamente se proponía buscar algo más…encontrar a Clara Benítez allá en la lejana capital de la provincia donde también se encontraba Emilse, esa jovencita amiga suya a pesar de que era hija del patrón.

Al segundo día del encierro de Julián, María, preocupada decidió insistir fuertemente desde la puerta cerrada del dormitorio y le habló fuerte para asegurarse que la escuchara: No se iría de allí mientras él no aceptara comer algo  y le avisó que le dejaría allí el mate, con la pava y unas tortas. Luego se alejó.

 

Fue al día siguiente que el joven dejó el encierro, y se acercó para hablar con María, entonces le hizo saber de su decisión de dejar la casa y salir a buscar su destino en otro lugar, lejos del sitio que fuera su lugar de crianza. Mayor fue la angustia de la mujer, quien se sentía muy desamparada por la muerte de Ramón y ahora ese hombre que había criado y al que amaba como su hijo, también la dejaría, a ella y a Teresa. Y se arrepintió de haberle revelado la verdad. Decidió ir al pueblo para hablar con su hija y con Rosa, abrigaba María el secreto deseo que entre las tres pudieran convencerlo de cambiar de actitud y seguir en La Nueva. 

 

Cuando Don Efraín se dirigió a la casa que el mismo les había cedido para vivienda de Ramón y María como capataz ; lo hizo con el propósito de saber de la  viuda de su fiel capataz y también de su hijo Julio. Le asombró no encontrar a nadie y cuando supo que habían partido al pueblo,  se propuso ir más para hablar con ellos. El patrón sentía un compromiso hacia la mujer y los hijos de quien había sido por tantos años un fiel servidor y muy especialmente lo movía ahora su especial afecto hacia el joven Julio. Convertido allí mismo en La Nueva en un eficiente mecánico y chofer. Y con esos pensamientos, y otros muchos que la muerte de un amigo ocurre, Don Efraín se volvió a su casa.

 

-Pero Julito, querido- le decía  la tía Rosa, -pensalo bien.

 -¿A dónde te vas a ir hijo? - le decía María, -Esperá un tiempo hasta que yo pueda acostumbrarme a la ausencia de Ramón.

También  Teresa reflexionaba: - En poquitos día nos quedaremos solas  las tres mujeres;  se murió papá. Se fue Santiago y ahora querés irte  vos, hermanito. Esperá, pensalo mejor, Julio, te lo pido por favor.

Y la respuesta de Julio sería descarnada, dolida, sincera: -Es que ya no me hallo aquí, siento verguenza. Todos van a saber que soy guacho de padre, que mi madre me dejó como a un perrito y que en veinte años he  vivido una identidad falsa. No...No puedo quedarme. Perdonen y hagan de cuenta que me fui como Santiago o que me he muerto como papá…¿ Qué digo papá?  Si ahora no tengo un papá. Y debió callarse porque no quería romper en llanto. 

Continuará.

domingo, 11 de abril de 2021

Délibery Pizzas

 


Sketch para la Fiesta de los Jubilados 2017

 

Ella está en su casa, tejiendo o haciendo cualquier tarea. Golpean a la puerta.

Ella: Quién es?

El: Dellibery.

Ella: Quién?

Él: Delíbery. Le traigo la pizza que pidó.

Ella: ¿Qué pizza? (Abre la puerta.)

Él: La que pidió.

Ella: Yo no pedí nada.

Él: Me dieron esta dirección.

Ella: No puede ser. Pero, bueno, ya que está…Déjela. La verdad que tengo

      hambre. (Toma la caja) Gracias.

Él no se va, se queda esperando.

Ella: ¿Qué espera?

Él: Que me pague.

Ella: No tengo dinero. Soy jubilada. Le puedo pagar con la tarjeta.

Él: No. Cash…

Ella: No tengo. Hace rato que me gasté el sueldito.

Él: Entonces me la llevo.

Ella: A mí.

Él: ¡No! Me llevo la pizza. (Va a tomarla pero ella lo esquiva y retiene la caja)

Ella: le voy a pagar de otra forma.

Él: Con dólares.

Ella: (Sugerente) No, de otra forma más divertida.

Él: Señora, por favor. No me comprometa.

Ella:Tome asiento.

Él: No, gracias. Me paga o me devuelve la maldita pizza.

Ella: Pero, no sea así, ahora tengo antojo de comer pizza.

Él: ¿Antojo? … (Burlón) A su edad?  Me está cargando.

Ella: Sí.  Soy cómica.

Él: ¿Cómica?

Ella: Sí: Yo actuaba en la radio.

Él: (Al público) Con Sandrini…je je

Ella: Mire… Para que vea le voy a contar un chiste.

Él: (Al público) Esta mujer está loca.

Ella: Siéntese, relájese y escuche.

Él: (Hace un gesto de fastidio pero se sienta para seguirle la corriente)

Ella: Escuche bien: Ahí voy: La mujer le dice al marido: -Querido me llevás al cine? El marido le dice: Ya fuimos la otra vez. Y la mujer insiste: - Sí, pero ahora es hablado.

Él: (Serio, no se ríe. Mira la caja de pizza) Yo le cuento un chiste mejor: Esta mañana preparé el desayuno y se me quemaron los huevos. Nunca más voy a cocinar sin delantal.

Ella: ( No se ríe) Escuche, mire qué gracioso este: (Ella apoya la caja con la pizza en la silla o en una mesita) Pasa un elefante volando, un señor se queda asombrado, en seguida pasan tres elefantes volando. El tipo le dice a su mujer: Susana pasaron cuatro elefantes volando. Y ella le responde: Deben tener el nido por acá cerca.

Ella: ( se ríe a carcajadas, el le manotea la caja y sale corriendo. Ella lo sigue, le toma la camisa  y salen corriendo de escena)

                                                          FIN