viernes, 22 de julio de 2016

La Princesa del Azar (Continuación)


Las palabras de Aurora lo dejaron frío, bebió de su vaso, se rearmo, recordó  ese mes pasado en el sur, en que cada día había pensado en ella. Ahora  resolvió que  para ganársela estaba allí y que allí y ahora era el momento. Entonces decidió jugarse, no por nada estaban en un casino, un lugar donde otros concurrían para jugarse fortunas, muchas veces a todo o nada.
– Seré franco. Era la segunda vez que Bernardo decía la frase esa noche. –Soy un hombre solo, vivo la mayor parte del año en el campo y, si bien tuve en mi juventud una aventura amorosa, después sólo he tenido relaciones que han sido meros pasatiempos…No  me decidí a formar un hogar porque entiendo que no ha sido amor lo que me ha impulsado a dichas relaciones. Hace poco más de un mes, cuando por mediación de mi amigo conocí este lugar y en él a usted, Aurora, me invadió un sentimiento nuevo, desconocido hasta entonces. Volví a fuerza de voluntad a mis obligaciones en la estancia, cuando en realidad mi alma y mi cuerpo querían permanecer en la ciudad sólo para estar cerca suyo y poder verla.
La mujer lo escuchaba sin atinar a interrumpirlo. La vehemencia de Bernardo la mantenía imposibilitada de reaccionar. El prosiguió –Lo medité mucho antes de volver aquí, he reflexionado y he llegado cada vez a la misma conclusión, la necesito a mi lado.
Ella, en un esfuerzo por salir de su estupor logró articular palabras para decirle:
 – Bernardo puedo creer que usted me esté haciendo este planteo- lo interrumpió Aurora- Y que yo lo escuche como si hubiera alguna posibilidad. Quítese esa idea de la cabeza. El dueño, que a la vez es mi socio y mi pareja, se encuentra en la oficina del primer piso. No puedo seguir escuchando este planteo suyo, por favor no insista, dejemos así las cosas y conservemos esta amistad.
Él entonces, lejos de rendirse le habló pintando  un panorama atractivo de la vida en el campo, la familia en una cómoda casa. Le dijo que él siendo aun joven quería tener hijos y que ella, siéndolo  más aun sería ideal para acompañarlo, en el campo tendría tiempo de hacer tareas como dueña…y repitió dueña. No tendría que realizar tareas domésticas ni cocinar si no lo deseaba porque en la estancia había personal para que  lo hiciera.
No soy una mujer que pueda adaptarse a vivir en el campo, ya me ve usted aquí, en un ámbito donde se reúne la gente, donde hay música, luces, vida. Yo siempre he vivido en la ciudad y creo que moriría de aburrimiento en una estancia… ¿Qué haría yo allí?
-Aurora, por favor permítame que le diga dos cosas y  le prometo que será lo último que le diga esta noche: si Ud. me da la felicidad de unirse a mí, no viviremos siempre en la estancia, sino que matizaremos con estadías en la capital provincial y aquí también para que no extrañe esta ciudad. Y la otra salvedad, sabiendo que usted no está casada con su socio, es que  le prometo casarnos legalmente, soy mayor que usted,  y si un día yo falto, usted y nuestros hijos heredarán mi capital.
Hubo un silencio, Bernardo parecía haber terminado su alegato y Aurora estaba muda. Él bebió. Ella también lo hizo. El la miraba a la espera de su reacción. Ella había fijado su vista en la copa como no queriendo levantar la vista  para no mirarlo a la cara.
-¿Puedo abrigar una esperanza? Pregunto él.
-Estoy aturdida, Bernardo…Entienda que me propone un giro de trescientos sesenta grados en mi vida;  le pido que no vuelva a verme aquí- A él se le cayó el alma al piso. Después ella agregó: –Le pido que hablemos en otro lugar.
 Entonces él vislumbró una luz de esperanza, le había vuelto el alma al cuerpo, se disculpó porque entendía que el ámbito del casino no era el más apropiado, pero que dadas las circunstancias no hubiera sabido dónde más encontrarla. Le dejó el número de teléfono del hotel donde se alojaba, ella accedió a llamarlo para volver a conversar. Se despidió emocionado mientras la mujer quedó atónita y lo despidió sin  entender  cómo habían llegado a ese punto. El por su parte retiró su sobretodo del guardarropas y salió a la noche de Buenos Aires, donde el aire fresco y las luces parecían compartir su júbilo.-
Este relato es totalmente imaginado por quien edita este Blog, no guarda relación con personas reales.- No está permitido el uso parcial ni total del texto.-Continuará.-

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