jueves, 23 de agosto de 2012

Pasión Campesina


(Continuación del relato: entrada anterior 28/6/12)


Con ansiedad habían esperado el momento de salir para el pueblo, esa tarde; muy inquietos y entusiasmados los jóvenes y, por su parte, Doña Rosario meditativa, sabiendo que esos días implicaban el inicio de un cambio en su vida trabajosa.

Zoilo averiguó precios y su entusiasmo se volvió preocupación porque supo que  el monto sería importante. Mas como compensación y acaso por la enjundia que pusieron Rosario y Jacinta en ofrecer los productos de su granja, estaban muy satisfechas, al final de la tarde, porque vendieron todo lo que habían llevado y hasta les habían hecho pedidos para los días siguientes.

Sólo Clarita veía el término de otra jornada sin haber conseguido su tan deseado puesto de trabajo. No obstante, una vez reunidos los cuatro en el sulky, para el regreso a casa, se sumó a la alegría general y durante el viaje, por ese camino tan conocido, primaron las contadas, las risas y las chanzas devenidas de lo que fuera el hecho auspicioso con que comenzó el día: el noviazgo formal de Jacinta y Zoilo.

Una bandada de cauquenes pasó volando bajo y pareció saludarlos con el particular sonido de sus voces.

-¡Caray..! Exclamó de pronto Rosario y agregó:

–Nadie se acordó que no quedaba maíz blanco…Bueno, mañana tendrán que ir a comprarlo en lo del Turco.
Y miró con picardía a su nieta porque, aunque nadie lo hubiera dicho abiertamente y menos que nadie la propia Clarita; estaba visto y evidente que una simpatía muy particular había entre la jovencita y el sobrino del árabe almacenero de La Vega.

La niña entendió que su abuela trataba de levantarle el ánimo y sonrió dulcemente, devolviendo el sosiego al corazón de Rosario, siempre atenta a los sentimientos de la niña.

Al día siguiente, las chicas caminaron contentas hasta “El baratillo” para cumplir el encargo de su tutora. Don Salim, que estaba atento a todo preguntó:

-Nada más maíz van llevar, sañoritas. Barece hora la Doña Rosario sta combrando a otra barte.

Con sonrisas por el comentario las dos salieron del boliche y Amir, muy atento las acompañó hasta afuera y se demoraron conversando, aunque no por mucho tiempo, para evitar que el tío volviera a aparecer para hacer alguno de sus comentarios. Todos sabían que así como era duro para hablar la castilla, era muy vivo  y estab siempre  atento a todo lo que pasaba fuera y dentro de su almacén.
................................................................Continuará..........................................
Los hechos y personajes del presente relato son ficticios.-