jueves, 28 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato)

En tanto las dos jovencitas conversando , riendo y descubriendo detalles del paisaje que, no por conocido deja de interesarles, recorren los dos kilómetros desde “la Veguita” ; vamos a ir conociendo el almacén de don Salim, más conocido por los lugareños  como “el boliche” que con el nombre elegido por su dueño, que se encuentra colocado sobre la puerta del frente, en rústico cartel. “El Baratillo”es un almacén de ramos generales donde se venden desde víveres hasta aperos, pasando por vajilla, indumentarias, algunos medicamentos y donde los parroquianos pueden servirse una caña o un vermut . Por cierto las bebidas son un rubro de importancia en este tipo de comercios. Atiende el boliche un árabe al que todos por uso y costumbre llaman “el turco” y que justo ahora está aleccionando en el arte del comercio a su sobrino, recién llegado de la ciudad.


Mientras tío y sobrino están en lo suyo, entra al boliche un gauchito de alpargatas, bombachas criollas, camisa, pañuelo al cuello, pullover tejido  en lana azul con unas flores verdes y gorra de vasco, también tejida. Con aire perezoso, se recuesta más que apoya sobre el mostrador y saluda:

- ¡Buenas, Don Salim!

Acaso un dramaturgo o escritor viajero, que hubiere visto la escena, volcaría en diálogos más académicos lo que conversan el árabe y el criollito, para más datos llamado Eliseo. Ese es el nombre que sus padres le dieron y en su momento anotó el cura, como era costumbre, en la parroquia, al bautizarlo. Pero, para no dilatar más el anunciado diálogo, vamos a escucharlos antes que lleguen  las clientas en camino:


- Buenas, bibe...¿Cómo la va?

- Bien nomás, como siempre.

-¿En qué le buedo servir, mochacho?

- No Don...¿En qué puedo servirle yo? Ando viendo… si acaso tendría algún trabajito para mí...
  Alguito no muy pesado, ¿vió?

-No bor el momento. L’agradezco. Tengo ayodante me sobrino bor ahora...

Ante la mala noticia , Eliseo replica prontamente: -¡Sonamos dijo Ramos! ¿Y de dónde ha sacau ese sobrino don.? …Si puede saberse.

-“No lo ha sacau” de nenguna barte...Osté no se habla con brobiedá. Me sobrino se ha venido de  
  Benosaire.

-¡Cha’digo! ¿De Güenosaire dice? ¡Nada meno!

Y Eliseo y sigue su reflexión: -Así que yo paso a ser...un desocupau...

-¿Y bor qué desocobado? Bara la bersona que quiere trabajar sembre hay trabajo...

-¡AH! ¿Siii? Y...¿Dónde? Si se puede saber?

A lo que el comerciante, ya cansado de la perorata de joven, que lo distrae de su quehacer, replica con enojo: -Averigua osté...Acá no es agencia bara boscar embleo. Averigua bor ahí. Bregunta en la Comesión de Fomento...

-¡Ahá! Ya veo... éramos pocos y parió mi agüela...

- ¿Qué la dice vos de so abuela? ¡que tiene ver su aboela en esto…?

- Lo que digo, Don...Es que había poco trabajo y llegó mano de obra importada.

-¿Cómo embortada? ¿Qué sabe vos de embortada? Agnorante...

-Ta bien....si no tiene trabajo, ta bien. Pero no ofienda don...

-Y vos deja de darme charla borque yo tiene que trabajar...
Dice don Salim ya cansado de la perorata de Eliseo y ,dando por concluída la charla, agrega:

-Vaya a boscar trabajo boray...
                                                (Continuará en próximas entradas)

La imagen de la parte superior: "Ramos Generales" fue tomada del blog al que agradecemos. http://tapalqueneros.blogspot.com/2009_11_01_archive.html

jueves, 21 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )



"En el potrero" óleo de Fernando Fader

Ambas muchachas se achacan estar interesadas en conocer a Amir, el joven sobrino del bolichero. Jacinta argumenta que su única ilusión es ser quien consiga enamorar a Miguel Ángel el poeta del pueblo, con cuyas poesías ella se suele deleitar leyéndolas en el semanario local. Gusta de leerlas con avidez y hasta ha memorizado casi todas las que llegaron a sus manos. A menudo las repite para admiración de Clara, que pasa a ser su unipersonal audiencia. A veces es Leda …Otras  la Chacayalera. Seguramente la improvisada recitadora sueña a veces con ser una Leda criolla recreada por el poeta cuidando el piño en la cordillera y siendo allí enamorada por Júpiter. Otras veces su imaginación la tornará en una adolescente campesina cuyo hogar y espacio están en un monte de Chacay. Porque el autor dio en llamarla Chacayalera asignándole el calificativo de hermosa y describiéndola como "tostadita por el sol."


En  resumen las dos jovencitas que, como ya se dijo, tienen sus pretendientes, claro que aun sin corresponder formalmente a ninguno, dejan en claro que el forastero Amir sólo despierta en ellas curiosidad. No es para menos en un paraje a donde pocas caras nuevas suelen llegar y el pueblo distante dos leguas. Ocupadas en su vida y su trabajo en la finca, atrapadas en un aislamiento que es natural;  porque allí nacieron y así es y están conformes toda vez que así es la vida de la gente en el campo.

En estas cavilaciones estaban cuando les llegó fuerte la voz de doña Rosario advirtiéndoles que, de no apurarse, encontrarían ya cerrado el almacén.

Las muchachas se dirigen rápido a la cocina, que viene a ser el living o la sala en las casas de campo. Doña Rosario elogia lo linda que está Clarita con su vestido nuevo y el prolijo peinado. Le ofrece desayuno que la niña no acepta porque, dice: –Mamita, ya es tarde.

Con la lista de lo que necesitan y varias recomendaciones de su tutora, luego están saliendo rumbo al almacén del turco. La última cuando ya están saliendo por el portoncito del jardín es: -Díganle a Don Salim que no se cargue mucho en el lápiz… (1)
                                                   (1)   No cargarse en el lápiz: significaba en el lenguaje regional poner el precio justo sin recargos por tratarse de fiado, que se anotaba en la tradicional libreta de almacén.
                                                        (Narración iniciada el 16/6 ppdo. Continuará)

jueves, 14 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )


                                                            "Ramos Generales" (1)

Tres cuartos de hora bastaron a Doña Rosario y a su ahijada para realizar esta tarea. Han regresado a la casa con una abundante producción de leche: la overa es una vaca mestiza, hija de toro criollo con vaca holandesa. Ha dado más de diez litros. Después de tomar unos mates y saborear una rica torta frita, de esas que cómo nadie sabe preparar Doña Rosario, Jacinta se dirige al dormitorio de Clarita, la nieta de la dueña de la finca. Desde el pasillo, elevando la voz la llama:- ¡Arriba, Clarita!
La jovencita ya se ha levantado y responde:- Ya estoy en pie, Jacinta.
Clarita está vestida, con su carita lavada y sus cabellos castaño oscuro prolijamente peinados recogidos en una colita que sujeta una cinta rosa. Jacinta repara en el vestido, el más nuevo de los pocos que componen el ajuar de su amiga y le pregunta si acaso va a una fiesta .
Clarita con cierto rubor le responde que ir hasta el almacén es su mayor y casi único esparcimiento. Muy raras veces tienen ocasión de asistir a fiestas o de salir simplemente; de vez en cuando han concurrido a los actos de las fiestas Patrias, en frente al Hotel Lacar.
Por eso, para Clarita es un acontecimiento cuando dos veces a la semana, ambas jóvenes, deben ir hasta el almacén de ramos generales en busca de lo necesario para la casa. Allí, el comerciante Salim, un árabe al que los vecinos llaman “el turco”, provee a los vecinos de La Vega de los insumos básicos para el sustento y otros rubros. Es un clásico almacén de Ramos Generales de campaña.
Jacinta mira a su amiga y sonríe con picardía, aquella se sonroja y niega con la cabeza. Es que ambas ya saben, porque se los contó el Zoilo que, hace pocos días, un sobrino del turco ha llegado desde Buenos Aires y le ayuda a su tío en el negocio. El forastero motivó una novedad para las jovencitas. Saben que las mujeres de la ciudad y los hombres y también , se visten muy distinto a como lo hace la gente del campo. Ellos pantalones angostos, camisas coloridas, reloj pulsera, pañuelito al cuello, chalequito y tiradores. Necesariamente han comparado con la indumentaria habitual de los hombres del campo. No menos elegante por cierto y en especial para las fiestas patrias o aniversario del pueblo, en que lucen su atuendo gauchesco compuesto de bombachas de buena tela, corralera al tono, camisa y pañuelo al cuello, rastra en la cintura y un buen sombrero. Pero, la novedad de tan distinto atuendo que viste el joven Amir, forzosamente despierta en las jóvenes la curiosidad de lo novedoso.
Cierto es, y entre ellas lo han conversado, ya que no tienen secretos entre sí, que ambas cuentan con sus pretendientes lugareños. En el caso de Jacinta es Zoilo quien aspira a ganarse su corazón; en cuanto a Clarita lo es un joven, hijo de los dueños de un campo cercano: Juan. Es el que le anda rondando los sentimientos. Claro que aunque Doña Rosario, que no tiene un pelo de sonsa, se ha dado cuenta y no interviene aun, no significa eso que avale esas situaciones ni mucho menos que lo considere noviazgo oficial ni nada por el estilo. ( Continuará)



                                                       Vista actual de La vega-imagen propia




(1) La imagen de la parte superior: "Ramos Generales" fue tomada del blog al que agradecemos. http://tapalqueneros.blogspot.com/2009_11_01_archive.html


Publicado por Carlos Buganem en 05:42 0 comentarios

Etiquetas: Narración propia

jueves, 7 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato)


En tanto en la cocina, levantando la voz para ser oída desde el dormitorio, Doña Rosario llama: -¡Jacinta! ¡Vamos! ¿No te habrás vuelto a dormir, muchacha?
Y, precisamente en este momento, Jacinta fiel y responsable, mano derecha de su madrina, viene entrando a la cocina para iniciar junto a ella, como todos los días, la jornada de trabajo doméstico.
-No pues. Aquí estoy, Doña…Lista para empezar el día.
Y como su madrina la reprende por no saludar, Jacinta le da los Buenos días y se disculpa argumentando que todavía anda medio dormida. Dejando el desayuno para la vuelta, acepta un amargo que le ofrece la mujer y en seguida toma uno de los tarros y se dirige a la salida.

El trayecto hasta el corral, en la mañanita serena de La vega, está poblado del canto de las aves, mugidos de vacunos y algún relincho. Allí Zoilo ya maneó la vaca overa y ante la llegada de las mujeres acerca el ternero a la ubre para que le baje la leche. Y mientras el ternerito se apura a mamar golosamente, el muchacho saluda sonriente :
-¡ Guen Día Jacinta! …Linda la mañanita, ¿eh?

-Güen día pa vos también;  responde la joven.

Y Zoilo, con la audacia de su afecto por la chica, queriendo prolongar el diálogo le pregunta:-¿Cómo amaneció Jacintita? Ella, con una lógica que descoloca a su pretendiente, replica:- Acostada pués…como amanecen todos.

Entonces, interviene la madrina de la una y patrona del otro, para dar por finalizado el diálogo, en forma terminante pero amable al decir: -Bueno Zoilo, basta; que se la va tomar toda el ternero…Atalo en el cerco, donde no alcance la ubre. -Al trabajo Jacinta, vos d´ese lao y yo d’este.

Puestas ambas mujeres al trabajo del ordeñe diario, la mayor le sigue hablando al peoncito:

- Andá nomás Zoilo, que nosotras nos arreglamos…Seguí desyuyando

la huerta y estate atento con el agua… acordate que hoy nos toca el riego.
                                                    ( Continuará)

viernes, 1 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato)





La puerta de la cocina se abre -Güen día, Doña Rosario… Saluda respetuoso el Zoilo, quien ante la consulta de cómo amaneció el tiempo, le informa que está despejado y serenito. Y agrega su gratitud al altísimo, ya que, si bien no acostumbra rezar como ella, el jovencito es creyente.

-Bueno para trabajar, entonces, contesta la mujer.

Aunque el peoncito ya ha mateado en su cocina, que es la matera de otros tiempos cuando vivía el patrón, acepta con agrado el mate que le ofrece Doña Rosario. Es que el mate motiva la conversación y propicia conocer las novedades del pago. Y como anduvo ayer tarde en el poblado, el muchacho, de fácil conversación, le cuenta que ha llegado de Buenos Aires un sobrino de Don Salim, el bolichero. Ante el interés de la mujer por saber cómo es el forastero, Zoilo le informa lo que pudo ver:

- Es Joven, de unos…veinte, capaz. Camisa a rayas, tiradores y pantalones angostos, como de gringo.

-Y decime, Zoilo, el sobrino…¿ es feo como el turco?

El gauchito responde, también jocoso que “no tanto” pero, por las dudas, se apura a aclarar que a él no le gustó.

-Claro, replica la mujer, yo sé quién te gusta a vos…Pero ¡Cuidadito, eh!

Y ante el silencio del muchacho la mujer cambia de tema con una orden que ya era sabida: agarrar los tachos para el ordeñe de las vacas y adelantarse a ella. Después con ayuda de Jacinta irá al corral a ordeñar la overa. El joven acata solícito:

-Ta bien Doña Rosario…¡Con permiso!

Y llevando los tachos sale a cumplir con esta tarea que es diaria. Sonríe, en tanto camina por el patio , entre las plantas que lo adornan. Piensa en la advertencia de su patrona…Es bicha la veterana, ya se ha dado
cuenta que él gusta de Jacinta, la ahijada y ayudanta .
   ( Continúa en próximas entradas)