lunes, 15 de octubre de 2012

"En un verde lejano lugar" relato propio, antes titulado "pasión campesina"





Pasado un mes, ya próximas las fiestas de navidad, Clarita se había habituado a sus tareas y tanto ella como sus patrones estaban conformes y adaptados a la relación que la integraba a esa buena familia. La joven cuidaba a los niños y ayudaba a la señora en las tareas de la casa.

Jacinta y Zoilo estaban en los últimos preparativos para su casamiento. Él ya casi terminaba las reformas de lo que sería el nuevo hogar.

Doña Rosario, con la ayuda de Jacinta, redobló su dedicación de siempre a las tareas habituales de la casa, el cuidado de las aves y la elaboración de los productos derivados de la leche, que vendían, para el sustento del grupo familiar. Mas ningún trabajo le impedía los sábados al mediodía estar firme en la calle, al frente de la casa de los Azurín, para recuperar con alegría a su nieta y llevarla por el fin de semana acasa, donde las visitas de Amir los domingos eran ya una costumbre.

Faltaban unos diez días para navidad cuando, un mediodía, sorprendió a sus amigos la llegada del muchacho a lo que daba el galope del caballo.

Qué raro pensó doña Rosario, cuando al oír ladrar los perros, vio por la ventana que el jovencito hablaba con Zoilo; vio tan serios a los dos que se asustó y salió a su encuentro.

-¿Pasó algo? les gritó desde la puerta.

-Mi tío... --dijo Amir con el rostro pálido como la nieve-...está muerto...

-¡Cómo! ¿Dónde?

-Ya lo llevamos al hospital , pero cuando llegamos había fallecido. Un ataque al corazón, dijo el doctor...

-Pasá... sentate...

Doña Rosario lo tomó del brazo y los ayudó a sentarse. Luego le pidió a Jacinta que le alcanzara un vaso con agua.

El domingo siguiente , en la sobremesa familiar, de La Veguita, Amir, que había estado muy pensativo y callado, dijo que tenía que informarles algo. Su actitud fue tan compungida que todos pusieron en él su atención; comenzó diciendo, sin darse cuenta del impacto que en cada uno de sus amigos causarían sus palabras:

-Me vuelvo a Buenos Aires...

Clarita vio todo nublado, como si una nube oscura de esas que, proviniendo del oeste anuncian la lluvia, hubiera descendido sobre el lugar.

Zoilo y Jacinta se miraron mas no atinaron a decir nada, la muchacha no se atrevió a mirar a Clarita.

-¡Qué baldazo de agua fría!- Dijo doña Rosario y como un acto reflejo Clarita se levantó de la mesa y salió porque la comida subió a su garganta y entonces amen de no ver, casi no podía respirar. Jacinta la siguió para cobijarla, sabiendo que el dolor del alma de su amiga se manifestaba cruento, en su cuerpo.

-Así es...-Dijo el muchacho para sus dos interlocutores que quedaban en la sobremesa y no salían todavía de la sorpresa… -Y siguió- Al faltar mi tío, su mujer se hará cargo del negocio con la ayuda de un hermano, que es bastante preparado... Y bueno, no hay lugar para mí en "El Baratillo"...Prefiero regresar con mis padres... con toda mi familia que quedó en la capital.
.......................................................Continuará.....................................
Los Hechos y personajes del presente relato son ficticios.-