lunes, 21 de marzo de 2022

"ALARMA EN LA ESTACIÓN EZEIZA"

 

“Alarma en la estación Ezeiza”  un cuento de Carlos Buganem

En la Estación Ezeiza  siempre hay mucho movimiento en los horarios en que los viajeros llegan para abordar los trenes y otros tantos descienden de ellos para dirigirse a destinos diversos, trabajo, el médico, una cita de amor, comprar algo que necesitan… En el gran salón central hay además vendedores ambulantes y un maxi kiosco donde los transeúntes pueden comprar golosinas, cigarrillos, diarios, revistas entre variados  artículos donde se destacan coloridos y brillantes muñecos de peluche de manufactura china.  

En la oficina del ferrocarril, el responsable de turno, está entregando el parte de novedades a quien asumirá el turno siguiente  que es el de la noche. Se han demorado en el trámite porque el responsable saliente Ernesto Pérez, se puso a narrarle al entrante Guille García, que la noche anterior su mujer lo hizo dormir en el living, le cerró la puerta del dormitorio  porque se enteró que él estaba teniendo una aventurita con una fulana que está muy buena.

En eso suena el teléfono interno , le toca atender a Guille García.

-          Sí, bueno, claro, entendido jefe – Cuelga y le dice a Ernesto- El 548 está detenido  en Tristán Suárez, por un corte de vías.  Son   vecinos que reclaman por planes sociales.

-          Bueno, me voy, que te sea leve, dice Ernesto- A vos también hermano, que tu mujer te abra la puerta - responde Guille y se ríe con sorna.   

Son las diecinueve y casi oscurece, mucha gente espera en el andén para abordar el tren.

Entre la multitud, una mujer empieza a pedir ayuda, reclama a los gritos por su hijo. Varios pasajeros la rodean. Entre los curiosos está Don Checho, como le dicen en la Estación, es el anciano que pasa el día entretenido, viendo la gente que va y viene y los trenes que vienen y van. Jubilado hace cinco años, Checho se aburre en casa de su hijo Emilio, y para colmo no se lleva bien con su nuera, el siente que molestia, pero el hijo insistió tanto en que viviera con ellos…Así que no le quedó otra que aceptar. Porque la jubilación mínima que cobra le alcanza para las medicinas y muy poco más, nunca para pagarse un alquiler.

 Una mujer joven se ha acercado y le habla a la señora que grita, trata de calmarla y le pide que explique lo que le está pasando. Entre gimoteos la mujer mayor le dice que su hijo Sebastián de quince años es enfermito, no se maneja solo, que llegaron a la Estación para tomar su tren de vuelta a casa pero el chico se le soltó de la mano y salió corriendo  hasta perderse entre la gente.

-Bueno cálmese madre- Le dice la joven y le toma de las manos- Para entonces ya se ha acercado la pareja de policías que está de consigna en el lugar y se hacen cargo de la situación. Cuando logran que la mujer les proporcione los datos del chico, se comunican a su central e inician la búsqueda.

-¡Ludmila!- grita un hombre elegante que aparece entre los curiosos y se dirige a la  joven. -¡Ludmila! Repite. La joven lo ve y entonces lo reconoce. Es Daniel Álvarez ,  fueron novios  años atrás, pero él se fue a  estudiar a Córdoba y la distancia hizo su trabajo… La relación fue decayendo poco a poco hasta quedar en un punto muerto. Y ahora-¡Qué casualidad! Aparece aquí, de la nada, en momentos en que ella se encuentra en la estación esperando a Roberto para ir juntos a la capital, cenar y después ir al estreno de una película que viene con muy buenos comentarios “El secreto de sus ojos”, con Ricardo Darín, Soledad Villamil y  Franchela… Sí, el de “Casados con hijos”

En ese momento se escucha por el sistema de parlantes,  el aviso que el tren  Número 548 con destino a la capital, que debía arribar a las diecinueve horas, está detenido en la estación   Tristán Suárez a causa de un incidente y que se desconoce su hora de arribo.

Sigue un murmullo entre la multitud de pasajeros que es como un canto de desánimo y frustración. Ocurre con bastante frecuencia que se interrumpa el servicio de trenes ya sea por un accidente o por medidas de fuerza. Así que aquellos que tienen otra opción de movilidad se apresuran a salir de la estación  para abordar algún colectivo,  una trafic  o juntarse tres o cuatro y compartir el costo de un taxi. A muchos otros no les queda mas alternativa que permanecer allí a esperar  que se restablezca el servicio.

Ludmila le comenta a  Daniel la causa por la cual la encontró allí, espera a Roberto, a su vez Daniel le comenta que está allí para esperar a su novia actual, se ríen de la situación. -Qué casualidad piensa ella, en cambio él sostiene que no es casualidad. Afirma que lo ha dispuesto  el destino.

En otro sector del andén Don Checho anda muy entretenido. Con la demora de los trenes , el anciano está de parabienes porque la gente ya no está  apurada como habitualmente y son más los que están dispuestos a conversar. Para iniciar la conversación les pregunta si saben algo del muchachito perdido y sea cual sea la respuesta les informa lo que ha visto en persona: una mujer desesperada por haber extraviado a su hijo…Pero, con tanto jaleo, el anciano no se da cuenta que ya debiera emprender el regreso a casa donde seguramente se van a preocupar porque no ha regresado y  como ya ha sucedido en otras oportunidades su hijo aparecerá a buscarlo.

Cuando Margarita llega a la estación y nota el alboroto, alguien le comenta que se perdió un chico. Ella viene cansada, ha salido de su trabajo de doméstica y ahora espera el tren que va desde capital hacia Cañuelas, para volver a su casa, el jornal de hoy le servirá integro para pagar la factura de luz que se vence mañana. Este corte inesperado del servicio la obliga a armarse de paciencia;  por suerte ha conseguido ubicarse en el banco que habitualmente ocupa don Checho, se descalza para aliviar sus pies hinchados. Trató de avisar a su casa pero aparentemente su servidor de teléfono móvil no está funcionando. Bueno, piensa- se enterarán por la televisión, le ha pasado otras veces.  Se apresta a esperar armándose de toda la paciencia que puede. Está cansada, ha tenido ocho horas de trabajo intenso, sumando a ello el viaje de venida y sin contar que cuando regrese todavía tendrá que realizar tareas en su casa. Un marido y tres hijos, dos ya adolescentes y Laura su pequeña de cinco añitos,  implican trabajo para una madre de familia. Allí sentada Margarita se duerme. Tal vez sueña.

Ha transcurrido media hora de espera y los novios reencontrados, por casualidad o no, se han relatado, sin ahondar en detalles, los años transcurridos desde que dejaron de comunicarse. Daniel se recibió de abogado y ahora desde hace dos años trabaja en un bufete en capital y reside en Ezeiza, Ludmira vende bienes raíces y acaba de estar en Ezeiza para evaluar una propiedad. No hay señal de celular y entonces  Daniel  le  propone ir en su automóvil hasta la estación de Tristán Suárez donde está detenido el tren. Ludmira lo duda, no le parece bien, qué pensará su novio y cuántas explicaciones deberá darle o simplemente no decirle nada. Finalmente accede con la condición de no decirles a sus respectivas parejas y simplemente separarse al llegar. Él acepta pero no le dice lo que en realidad está pensando.  

Margarita se despierta sobresaltada.  Por el sistema de parlantes anuncian que en minutos quedará restablecido el servicio; tiene la sensación de haber dormido mucho tiempo pero, al mirar la hora, comprueba que han sido unos pocos minutos. Ha soñado que su hijita es quien se ha perdido en la estación. Se tranquiliza al comprobar que solo fue un mal sueño, se levanta y va al quiosco donde venden esos osos de felpa y elige el más bonito para su pequeña princesa, el juguete le insume casi todo el jornal de hoy, pero no importa ya verá mañana de dónde saca para pagar la factura de la luz. Dios proveerá.  O de última, la otra semana la pagará con recargo; Laurita le ha pedido en varias oportunidades que le compre un oso de peluche y siempre hubo algún motivo para negárselo.

En la oficina Guillermo García recibe un llamado de la comisaría de Cañuelas. Le avisan que el muchacho extraviado apareció en la estación de esa localidad. El operario se alegra y lo comunica por el sistema de altavoces. Un aplauso se eleva desde el andén de la estación Ezeiza; los pocos que quedaban y habían visto gritar a la madre, saben de qué se trata pero los que llegaron después no, de todos modos aplauden. Se nota que están ansiosos de una buena noticia y lo manifiestan aplaudiendo. Ojalá piensan muchos, hubiera razones para aplaudir a los gobernantes. Pero eso será el día en que las higueras florezcan piensan otros.

Don Checho, no da abasto de explicar a unos y a otros cómo fue el asunto del muchachito extraviado y narra con detalles la desesperación de la pobre madre, cuando aparece Emilio a buscarlo y bastante ofuscado le recrimina:

-          ¡Papá mirá la hora que es! ¿Te parece que tenga que andar buscándote…?

El viejo, vuelve a su realidad y cabizbajo sigue a su hijo hacia la salida. Piensa  que se terminó lo bueno. Al volver a casa , que no es la suya, se encontrará con la cara cada vez más agria de su nuera. En fin. La alegría de que el muchachito haya aparecido lo consuela.  

En tanto lejos de allí, como a unas tres estaciones más adelante, Daniel detiene el auto en un Apart Hotel de Llavallol; ella Ludmila,  su ex novia, la vendedora de bienes raíces, se molesta al principio:

-¿Por quién me tomás? Pregunta.

Pero el abogado es convincente y finalmente entran ambos al paraíso. -La vida es ahora- ha dicho Daniel y Ludmila le da la razón.

Mañana Dios proveerá. 

Justo en ese mismo momento, en la estación  los pasajeros ven con alivio detenerse el tren que los llevará a casa… Margarita lo aborda feliz,  abrazando el precioso paquete para su hija envuelto en papel de seda y con un enorme moño rosa.

 

( Escrito en 2018; publicado en el blog Barcos de papel, el día 20/3/2022) Prohibida su reproducción, copia u otro uso total o parcial, sin autorización del autor.)