martes, 10 de enero de 2017

LA PRINCESA DEL AZAR


Acuerdo
Después de unos segundos de silencio, Esteban le respondió con un lacónico:  -No lo se, es tu problema.
-Y tuyo -La respuesta de la mujer fue como una saeta y continuó hablando sin dejar que la interrumpiera. Le dijo que no era verdad sino un argumento bajo y mezquino que no podía pasarle una mínima parte de las ganancias para el sustento. Y para rematar su alegato lo conminó a que realizaran un acuerdo ante escribano para lo cual ella se haría asesorar por un abogado. A partir de ahí, Esteban flexibilizó su postura y finalmente Aurora pudo retirarse con la concesión de parte de su socio en el sentido que quincenalmente recibiría el treinta por ciento de las ganancias obviamente una vez deducidos los gastos. Esteban logró incluir en dichos gastos el sueldo para la persona que reemplazaría a Aurora lo cual a ella le pareció razonable y a la vez porque no convenía tirar tanto de la cuerda y antes bien dejarle al hombre la sensación de que el acuerdo era conveniente para él. Ella conocía bien el elemento machista en el esquema de pensamiento de su ex pareja.
Algo le sonó raro. Ah, sí, era eso de  ex pareja.
Esa tarde misma Aurora retiró, del departamento que habían compartido, parte de sus ropas y los artículos personales indispensables para instalarse por unos días en casa de su prima Rosalía con la cual, a pesar de no tener una relación constante, se mantenían en contacto y conservaban el afecto nacido en la infancia. Mientras se abocaría a buscar un pequeño departamento para alquilar. Después de estas acciones, cayó en la cuenta que debía llamar a Bernardo al hotel donde se hospedaba, seguramente la habría llamado ya al departamento y lo que menos deseaba era que quien lo atendiera y le diera la noticia del alejamiento fuera Esteban. Cuando e conserje pasó el llamado y su pretendiente la atendió, solamente se limitó a darle el número telefónico de su prima. Él quiso saber más pero ella se mantuvo firme en que le relataría lo sucedido cuando se encontraran personalmente. Bernardo le preguntó la dirección para pasar en su búsqueda esa noche para cenar. En vano ella trató de posponer el encuentro para unos días más adelante- necesitaba tanto ordenar sus ideas- Pero Bernardo no claudicó en su propósito arguyendo que cuestiones relativas a su estancia no le permitirían quedarse más de dos días en la ciudad. Así que finalmente ella accedió a que se vieran esa noche para cenar juntos.

Cuando cortaron la comunicación, la mujer procuró tranquilizarse para poder pensar en su  posición actual y entre otras cosas establecer una estrategia respecto de su actitud tanto frente a uno como a otro de los dos hombres que estaban influyendo decididamente en su futuro. Antes debía desempacar y disponer la ropa adecuadamente para decidir qué vestiría esa noche en la cena. (Continuará)
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Los hechos y personajes de este texto  son ficticios e imaginados por quien suscribe.