“Alarma en la estación Ezeiza” un cuento de Carlos Buganem
En la Estación Ezeiza siempre
hay mucho movimiento en los horarios en que los viajeros llegan para abordar
los trenes y otros tantos descienden de ellos para dirigirse a destinos
diversos, trabajo, el médico, una cita de amor, comprar algo que necesitan… En
el gran salón central hay además vendedores ambulantes y un maxi kiosco donde los transeúntes pueden
comprar golosinas, cigarrillos, diarios, revistas entre variados artículos donde se destacan coloridos y
brillantes muñecos de peluche de manufactura china.
En la oficina del ferrocarril, el responsable de turno, está
entregando el parte de novedades a quien asumirá el turno siguiente que es el de la noche. Se han demorado en el
trámite porque el responsable saliente Ernesto Pérez, se puso a narrarle al
entrante Guille García, que la noche anterior su mujer lo hizo dormir en el
living, le cerró la puerta del dormitorio porque se enteró que él estaba teniendo una
aventurita con una fulana que está muy buena.
En eso suena el teléfono interno , le toca atender a Guille
García.
-
Sí,
bueno, claro, entendido jefe – Cuelga y le dice a Ernesto- El 548 está
detenido en Tristán Suárez, por un corte
de vías. Son vecinos que reclaman por planes sociales.
-
Bueno,
me voy, que te sea leve, dice Ernesto- A vos también hermano, que tu mujer te
abra la puerta - responde Guille y se ríe con sorna.
Son las diecinueve y casi oscurece, mucha gente espera en el
andén para abordar el tren.
Entre la multitud, una mujer empieza a pedir ayuda, reclama a
los gritos por su hijo. Varios pasajeros la rodean. Entre los curiosos está Don
Checho, como le dicen en la Estación, es el anciano que pasa el día
entretenido, viendo la gente que va y viene y los trenes que vienen y van. Jubilado
hace cinco años, Checho se aburre en casa de su hijo Emilio, y para colmo no se
lleva bien con su nuera, el siente que molestia, pero el hijo insistió tanto en
que viviera con ellos…Así que no le quedó otra que aceptar. Porque la jubilación
mínima que cobra le alcanza para las medicinas y muy poco más, nunca para
pagarse un alquiler.
Una mujer joven se ha
acercado y le habla a la señora que grita, trata de calmarla y le pide que
explique lo que le está pasando. Entre gimoteos la mujer mayor le dice que su
hijo Sebastián de quince años es enfermito, no se maneja solo, que llegaron a
la Estación para tomar su tren de vuelta a casa pero el chico se le soltó de la
mano y salió corriendo hasta perderse
entre la gente.
-Bueno cálmese madre- Le dice la joven y le toma de las manos-
Para entonces ya se ha acercado la pareja de policías que está de consigna en
el lugar y se hacen cargo de la situación. Cuando logran que la mujer les proporcione
los datos del chico, se comunican a su central e inician la búsqueda.
-¡Ludmila!- grita un hombre elegante que aparece entre los
curiosos y se dirige a la joven. -¡Ludmila!
Repite. La joven lo ve y entonces lo reconoce. Es Daniel Álvarez , fueron novios
años atrás, pero él se fue a
estudiar a Córdoba y la distancia hizo su trabajo… La relación fue decayendo
poco a poco hasta quedar en un punto muerto. Y ahora-¡Qué casualidad! Aparece
aquí, de la nada, en momentos en que ella se encuentra en la estación esperando
a Roberto para ir juntos a la capital, cenar y después ir al estreno de una
película que viene con muy buenos comentarios “El secreto de sus ojos”, con
Ricardo Darín, Soledad Villamil y Franchela…
Sí, el de “Casados con hijos”
En ese momento se escucha por el sistema de parlantes, el aviso que el tren Número 548 con destino a la capital, que
debía arribar a las diecinueve horas, está detenido en la estación Tristán
Suárez a causa de un incidente y que se desconoce su hora de arribo.
Sigue un murmullo entre la multitud de pasajeros que es como
un canto de desánimo y frustración. Ocurre con bastante frecuencia que se
interrumpa el servicio de trenes ya sea por un accidente o por medidas de
fuerza. Así que aquellos que tienen otra opción de movilidad se apresuran a
salir de la estación para abordar algún
colectivo, una trafic o juntarse tres o cuatro y compartir el costo
de un taxi. A muchos otros no les queda mas alternativa que permanecer allí a
esperar que se restablezca el servicio.
Ludmila le comenta a
Daniel la causa por la cual la encontró allí, espera a Roberto, a su vez
Daniel le comenta que está allí para esperar a su novia actual, se ríen de la situación.
-Qué casualidad piensa ella, en cambio él sostiene que no es casualidad. Afirma
que lo ha dispuesto el destino.
En otro sector del andén Don Checho anda muy entretenido. Con
la demora de los trenes , el anciano está de parabienes porque la gente ya no
está apurada como habitualmente y son
más los que están dispuestos a conversar. Para iniciar la conversación les
pregunta si saben algo del muchachito perdido y sea cual sea la respuesta les
informa lo que ha visto en persona: una mujer desesperada por haber extraviado
a su hijo…Pero, con tanto jaleo, el anciano no se da cuenta que ya debiera
emprender el regreso a casa donde seguramente se van a preocupar porque no ha
regresado y como ya ha sucedido en otras
oportunidades su hijo aparecerá a buscarlo.
Cuando Margarita llega a la estación y nota el alboroto, alguien
le comenta que se perdió un chico. Ella viene cansada, ha salido de su trabajo
de doméstica y ahora espera el tren que va desde capital hacia Cañuelas, para
volver a su casa, el jornal de hoy le servirá integro para pagar la factura de
luz que se vence mañana. Este corte inesperado del servicio la obliga a armarse
de paciencia; por suerte ha conseguido
ubicarse en el banco que habitualmente ocupa don Checho, se descalza para
aliviar sus pies hinchados. Trató de avisar a su casa pero aparentemente su
servidor de teléfono móvil no está funcionando. Bueno, piensa- se enterarán por
la televisión, le ha pasado otras veces. Se apresta a esperar armándose de toda la
paciencia que puede. Está cansada, ha tenido ocho horas de trabajo intenso,
sumando a ello el viaje de venida y sin contar que cuando regrese todavía
tendrá que realizar tareas en su casa. Un marido y tres hijos, dos ya adolescentes
y Laura su pequeña de cinco añitos, implican trabajo para una madre de familia.
Allí sentada Margarita se duerme. Tal vez sueña.
Ha transcurrido media hora de espera y los novios
reencontrados, por casualidad o no, se han relatado, sin ahondar en detalles,
los años transcurridos desde que dejaron de comunicarse. Daniel se recibió de
abogado y ahora desde hace dos años trabaja en un bufete en capital y reside en
Ezeiza, Ludmira vende bienes raíces y acaba de estar en Ezeiza para evaluar una
propiedad. No hay señal de celular y entonces
Daniel le propone ir en su automóvil hasta la estación
de Tristán Suárez donde está detenido el tren. Ludmira lo duda, no le parece
bien, qué pensará su novio y cuántas explicaciones deberá darle o simplemente
no decirle nada. Finalmente accede con la condición de no decirles a sus
respectivas parejas y simplemente separarse al llegar. Él acepta pero no le
dice lo que en realidad está pensando.
Margarita se despierta sobresaltada. Por el sistema de parlantes anuncian que en
minutos quedará restablecido el servicio; tiene la sensación de haber dormido
mucho tiempo pero, al mirar la hora, comprueba que han sido unos pocos minutos.
Ha soñado que su hijita es quien se ha perdido en la estación. Se tranquiliza
al comprobar que solo fue un mal sueño, se levanta y va al quiosco donde venden
esos osos de felpa y elige el más bonito para su pequeña princesa, el juguete
le insume casi todo el jornal de hoy, pero no importa ya verá mañana de dónde
saca para pagar la factura de la luz. Dios proveerá. O de última, la otra semana la pagará con
recargo; Laurita le ha pedido en varias oportunidades que le compre un oso de
peluche y siempre hubo algún motivo para negárselo.
En la oficina Guillermo García recibe un llamado de la
comisaría de Cañuelas. Le avisan que el muchacho extraviado apareció en la
estación de esa localidad. El operario se alegra y lo comunica por el sistema
de altavoces. Un aplauso se eleva desde el andén de la estación Ezeiza; los
pocos que quedaban y habían visto gritar a la madre, saben de qué se trata pero
los que llegaron después no, de todos modos aplauden. Se nota que están
ansiosos de una buena noticia y lo manifiestan aplaudiendo. Ojalá piensan
muchos, hubiera razones para aplaudir a los gobernantes. Pero eso será el día en
que las higueras florezcan piensan otros.
Don Checho, no da abasto de explicar a unos y a otros cómo
fue el asunto del muchachito extraviado y narra con detalles la desesperación
de la pobre madre, cuando aparece Emilio a buscarlo y bastante ofuscado le
recrimina:
-
¡Papá
mirá la hora que es! ¿Te parece que tenga que andar buscándote…?
El viejo, vuelve a su realidad y cabizbajo sigue a su hijo
hacia la salida. Piensa que se terminó
lo bueno. Al volver a casa , que no es la suya, se encontrará con la cara cada
vez más agria de su nuera. En fin. La alegría de que el muchachito haya
aparecido lo consuela.
En tanto lejos de allí, como a unas tres estaciones más
adelante, Daniel detiene el auto en un Apart Hotel de Llavallol; ella Ludmila, su ex novia, la vendedora de bienes raíces, se
molesta al principio:
-¿Por quién me tomás? Pregunta.
Pero el abogado es convincente y finalmente entran ambos al
paraíso. -La vida es ahora- ha dicho Daniel y Ludmila le da la razón.
Mañana Dios proveerá.
Justo en ese mismo momento, en la estación los pasajeros ven con alivio detenerse el tren
que los llevará a casa… Margarita lo aborda feliz, abrazando el precioso paquete para su hija
envuelto en papel de seda y con un enorme moño rosa.
( Escrito en 2018; publicado en el blog Barcos de
papel, el día 20/3/2022) Prohibida su reproducción, copia u otro uso total o
parcial, sin autorización del autor.)