viernes, 24 de junio de 2011

Pasión Campesina


Después del rezo y de su aseo , lo primero que hacía era encender el fuego en la cocina económica con el papel y las astillas secas que el Zoilo acercaba cada atardecer, previendo esta ritual tarea diaria de su patrona.


Así ocurre un vez más y pronto las brillantes llamas crepitan alegremente. Coloca sobre la hornalla la pava con agua para el mate y se dirige hacia los dormitorios, para despertar a Jacinta.

Ya de vuelta en la cocina y mientras apronta el mate , canturrea versos del Martín fierro: “Yo he conocido esta tierra, en quel paisano vivía…” Las había aprendido de escuchárselas a su padre acompañándose de la guitarra hacía ya…¡ tanto tiempo…!

Mientras matea va pensando …Repasa en primer lugar qué tareas deberán realizar en el día, ella y los demás. Hay labores de todos los días como ordeñar las dos vacas con cría, preparar la comida o alimentar las aves domésticas y recoger los huevos. Otras tienen su día en la semana, como preparar el pan o lavar la ropa y algunas se realizan con lapsos más espaciados de tiempo, cada quince días, una vez al mes o temporarias como la esquila o la siembra y la cosecha.

Desyuyar la huerta era una labor cada dos semanas en primavera o en verano, tiempo en que parecía que los yuyos crecían más rápido que las hortalizas.

Hoy, después de ordeñar, deben preparar quesos, labor a cargo de las mujeres, luego cocinar. Por su parte el Zoilo ya sabía que debía cortar el pasto del cuadro chico y guardarlo en el galpón para el invierno. En estos días, ya avanzada la primavera, los animales pastaban en el cuadro grande, donde había pasto en abundancia.-

jueves, 16 de junio de 2011

Pasión Campesina




Todos los días , cuando el primer gallo de “La Veguita” cantaba anunciando que amanecía, Doña Rosario se levantaba para iniciar la actividad diaria. Nunca iniciaba las labores antes de persignarse y rezar un poco, siendo muy devota, a Dios y a la Virgen santísima se encomendaba. No lo hacía sólo por ella, sabía que su responsabilidad abarcaba a ese pequeño grupo de personas que dependían de ella y de los cuales la primera y más querida era su ahijada Clarita.


Muchos decían que Clarita era en realidad su nieta, hija de un hijo que había muerto ya hacía varios años, en situación dudosa en la capital provincial. Había otras versiones, pero lo cierto es que la señora reconocía a la jovencita como su ahijada y su hija adoptiva a quien, como es lógico, dejaría en legado “La Veguita”, su finca, cuando Dios la llamara de este mundo.
Seguían en sus afectos Jacinta, hija de vecinos emparentados a Doña Rosario, que en calidad de ayudanta vivía en la casa y era quien a la par suya realizaba las tareas domésticas y algunas más como ordeñar las vacas, alimentar las aves y lo que fuera menester.


Un poco para suplir la falta de un hombre en la casa porque alguien debía realizar las tareas pesadas de la chacra así como atender el poco ganado que poseían, estaba Zoilo. Tomado como mensual , joven de confianza, hijo de una familia del lugar y que vivía en una casita apartada que , años atrás, el difunto marido de Doña Rosario había hecho construir pegada al galpón y precisamente para ser ocupada por algún colaborador porque siempre se contó en “La Veguita” con uno o dos peones, algunos temporarios en la época de la esquila, ya que en tiempos del difunto el fuerte para la manutención de la familia era la cría de lanares.
                                                        ( Continúa en próximas entradas)