*Paseo en Sulky
-¿Qué tal Zoilo…Te alcanzaste a tomar unas copitas en El Entrerriano? Le pregunta Doña Rosario apenas asentada su humanidad en el sulky.
-¿Qué tal Zoilo…Te alcanzaste a tomar unas copitas en El Entrerriano? Le pregunta Doña Rosario apenas asentada su humanidad en el sulky.
Mas, como es habitual, el mozo alega que no bebe sino con el asado, y eso los días de fiesta.-
Detrás sube al carruaje Clarita quien, sabedora que sus pequeños deseos son la debilidad de su abuela, propone dar una vueltecita por la costa del lago…Pero el intento no prospera a pesar que Jacinta se suma, como casi siempre ocurre , al pedido de su casi hermana. Es que Doña es inflexible y argumenta que harán otro día ese paseíto.
Para las niñas, como para todos los moradores del lugar, incluso para Doña Rosario con tantos años y experiencias, hay una necesidad de acercarse al Lacar de tanto en tanto. Acaso para extender la vista sobre sus aguas y sin darse cuenta sentir un sosiego y una paz en el alma . Beber un caudal de la belleza colorida en verdes y azules de ese paisaje a la vez familiar y misterioso. Inhalar la brisa vivificadora que suele venir del oeste y cargarse de energías sin saberlo explícitamente ni preocuparse en comprender el porqué de ese imán para el alma de los montañeses.
-Total el lago siempre estará ahí. Agrega la veterana al ver una sombra de desazón en el rostro de las jovencitas. Es que Doña ya ha calculado los tiempos y sabe que se les hará tarde para preparar el asadito afuera, del cual se encargará Zoilo.
Y así emprenden no más el camino de regreso rumbo a “La Veguita” charla mediante, arte en el que la madrina sabe incursionar y distender la atmósfera de cualquier reunión social o familiar. El recurso esta vez es recordarles que tienen un invitado para la tarde.
Zoilo sospecha al instante de quién se trata y piensa en el enojo de Juan , hace un rato, en el bar.
Como Clarita lamenta que no se les ocurriera invitarlo a Amir al asado; su tutora aprovecha para aleccionarlas en que se debe ir poco a poco y enuncia:
-La primera vez que se invita a alguien a quien no se conoce, no debe ser a almorzar.
Los tres jóvenes piensan para sí que mucho menos será respecto a cenar, pero no lo dicen porque intuyen la respuesta.
Ya han sorteado la subida que implica el desnivel entre la margen del lago y el más elevado plano que arranca en el llamado arenal y se prolonga en La Vega; cuando Jacinta tiene la ocurrencia de preparar buñuelos o tortas fritas esa tarde. Lo enuncia sólo como posibilidad, para tantear el terreno en busca del permiso necesario por parte de Doña; pero es Clarita quien da el sí cuando pronta y espontánea exclama:
-¡Mejor buñuelos!
En tanto siguen la charla y la marcha; Zoilo, conduce el sulky y, mientras silba bajito, cavila.- (Continuará)
* Agradecemos por la imagen que ilustra esta entrada al blog : http://grupolanceros.blogspot.com
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