RECORDÁNDOLA
Imagen tomada por Pablo E. Quiroga
RECORDÁNDOLA
Al dia siguiente Bernardo se despertó
temprano pero con su cuerpo todavía cansado por el largo viaje. El traqueteo
del tren donde siempre viajaba en camarote, lo cual no significaba que pudiera
dormir sino que era un constante adormilarse para despertar segundos después,
ya por los cambios de marcha o porque se detenía en una estación, ahí sía el
cansancio lo dejaba dormir pero, a los pocos minutos cuando un tirón ponía el
convoy en movimiento, se despertaba bruscamente. Y de nuevo el movimiento rítmico
al avanzar las ruedas de metal sobre sobre rieles de acero. Sumado a ello el viaje
de cuatro horas por el camino enripiado en partes y con tantos pozos y
desniveles.
Pero no eran las incomodidades las que
ocuparon su pensamiento esa mañana y es seguro que de buen agrado emprendería
de inmediato otro viaje a Buenos Aires porque despertó recordando al Azar y a
la mujer que allá conociera y que ya estaba instalada en sus afectos.
Todo el ámbito de la casa de juego con sus
distintos sectores se le representaban tan apetecibles con las luces y el
bullicio de la gente más la música muy suave y en cada sector la figura de
Aurora, radiante y enigmática en ese ámbito donde a él se le antojó como una
reina en todo el esplendor de una sofisticada corte de la alegría y los
placeres.
Era seguro que Marta estaría desde muy
temprano cumpliendo su tarea silenciosa y con el desayuno listo para él. Por su
parte el capataz lo iba a esperar para recibir indicaciones acerca de algunos
asuntos del quehacer habitual de la estancia. Esto lo trajo a la realidad y
antes que llamaran a su puerta, tomó
impulso reuniendo todas sus fuerzas, especialmente de voluntad para levantarse
y disponerse al trabajo. Como siempre, el desayuno preparado por Marta era
suculento, compuesto por café, leche, pan casero y varias mermeladas que ella
misma preparaba cada verano; y queso, el rico queso preparado por una mujer
deel lugar que en primavera y en verano venía cada tres meses a y preparaba
allí en la estancia las piezas que alcanzarían para casi todo el año.
Después del desayuno, el patrón salió para encontrarse
con Fidel, el capataz, quien lo puso al
tanto de todo lo acontecido en los días de su ausencia. Bernardo le dio las
indicaciones que consideró necesarias según los planteos del encargado. Un
hombre de su entera confianza; como lo era Marta en la casa, Fidel era su brazo
derecho en el trabajo de campo.
Después Bernardo caminó a pie por los alrededores
del casco, estaba bastante maltratado por el viaje y por eso postergó, para un
par de días después, la salida a caballo para un recorrido mayor. Caminó pausadamente
entre el verdor de los antiguos árboles plantados ya en los tiempos de su
abuelo. En el freso de la mañana bajo el cielo despejado de nubes, pensó que
aquél lugar era lo más semejante a la idea que tenía del paraíso…¡Sin Eva! Fue
la repentina acotación de su subconsciente.
...........................................................................Continuará.........................................................................
"La princesa del Azar" es un relato imaginario, por lo tanto lugares y personajes no son reales.
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