jueves, 18 de agosto de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )


Dos mujeres y paisaje de Víctor M.garcía (Cubano 1897/1969)

Una vez cumplidos en “El Baratillo” los encargos de Doña Rosario, las dos jóvenes inician el regreso charlando y riendo animadamente. Dicen que el turquito es simpático, elogian su vestimenta y lo califican de elegante, con su barba bien afeitada y oliendo a agua de colonia. No dejan de destacar que es conversador lo cual es muy apreciado en el medio rural.  Es a Clarita a quien se le ocurre que deberían pedirle permiso a la madrina para invitarlo a tomar mates. Jacinta se manifiesta dudosa de cómo recibiría la propuesta Doña Rosario.

Planteada la controversia, se pueden resumir las posturas, una a favor y la otra no tanto respecto de invitar a Amir. A favor se dice que es conversador, que no tiene conocidos de su edad en el pago y por tanto debe aburrirse cuando no trabaja, que sería interesante conocer de boca del forastero cómo se estila vivir en la gran ciudad de la cual proviene, la que para ellas es lejana y totalmente ajena. A su vez podrán ponerlo al tanto de la vida en el lugar, vale decir un intercambio de datos e informaciones que es, en definitiva, lo que mueve a los seres humanos a entablar amistades y, muchas veces, relaciones más profundas.

Quien argumenta en contra es Jacinta, manifiesta dudas de que Doña Rosario acepte ya que, por su experiencia desde que vive en “la Veguita”, y de eso hacen muchos años, pocos extraños tienen permitido el acceso a ese hogar. Entonces está la posibilidad de que, como suele decirse, las saque “pisando en partes” lo que en otros ámbitos se conoce como “sacar con cajas destempladas”. Otra que si se entera el Juan se puede enojar feo, y lo más probable es que eso ocurra. También podría ocurrir que el joven Amir interprete la invitación como una sugerencia más comprometida , como es sabido, los de la ciudad suelen ser más atrevidos que los del lugar.

En opinión de Clarita no hay nada de malo en conversar y tomar unos mates; en cuanto a lo que su amiga dice que pudiera molestarse el Juan, ella no le ha dado palabra y por tanto no se siente comprometida con él.

Finalmente ambas coinciden en que ya se ha hecho largo el mandado y deben apurar el tranco para llegar de una vez a las casas. Así que el tema  de la invitación a matear queda sin resolverse. (Continuará)

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