"El camino a casa" óleo del argentino Juan Lescano
Jacinta y Zoilo iniciaron su vida juntos en el sector que él transformó en acogedora casita. Rosario les dio una semana de descanso en las tareas, de modo que pudieron pasear bastante, visitando vecinos y familiares, dormir hasta tarde y pasar la mayor parte del día en la intimidad de su hogar.
Mas no por eso Jacinta dejó de estar un rato cada día con su madrina, a veces iban los dos a tomar unos mates con quien ahora era su vecina más cercana y , como siempre, su benefactora antes que patrona.
Todos echaban de menos a Clara, imaginando las etapas de su largo viaje con sus patrones hacia la costa, sin conocer los jóvenes, más allá de Junín de los Andes, en cambio Rosario alguna vez había viajado hasta Zapala en el tiempo en que buscaba a su hijo. Por eso la mujer tenía más idea y sabía, por comentarios oídos , que la costa y el puerto de San Antonio, quedaba tres veces más lejos, casi cuatro. Por eso mismo, la buena mujer se sentía muy triste algunos días y se mortificaba pensando si no habría hecho mal en permitirle hacer ese largo viaje. Entonces Jacinta la consolaba apelando a su fe en Dios y la Virgen y así, ya más reconfortados todos, se decían que la experiencia de Clarita sería para su bien, que el señor Azurin era un hombre muy precavido y por eso mismo emprendieron el viaje juntamente con un camión de su negocio , un International 1920 que hacía viajes llevando maderas y principalmente para traer desde el puerto mercaderías para el almacén de Ramos Generales de los Azurin.
El comerciante, anoticiado por amigos que vivían en San Antonio Oeste, de que estaban habituándose a frecuentar una zona de playas que denominaban Las Grutas, quizo ir y llevar a su familia para que los niños tuvieran los saludables baños de mar y sol y fortificaran sus pulmones con el aire marino.
Pasados unos días, desde los acontecimientos trascendentes, ocurridos en La Veguita, poco a poco fueron retomando las tareas habituales, cuidando la quinta, las vacas , las gallinas, retomaron las idas al pueblo una vez por semana para vender huevos y quesos, algunas verduras y frutas y para comprar los víveres y otros insumos en los negocios de Ramos Generales.
A “El Baratillo” no iban ya a comprar, en parte, porque les resultaba más práctico hacerlo en sus idas periódicas al pueblo, pero también, porque aquel lugar les recordaba al joven amigo ausente.
....................................................Continuará.......................................
(Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina".
Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa
la historia.)
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