jueves, 14 de marzo de 2013

"En un verde lejano lugar"

 
                                                            Pintura de Darío Mastrosimone

El cuatro de febrero fueron los tres a la fiesta del aniversario del pueblo, ya tempranito en la mañana, Rosario escuchó las bombas de estruendo con que se saludaba el amanecer, igual que se hacía los 25 de mayo, pensó la mujer.

A las diez partieron para el pueblo para estar a las once en la plaza engalanada con gallardetes y banderas que ondeaban con una suave brisa mañanera que venía del lago.
Dejaron el sulky atado a unos arbustos y se acercaron al centro de la plaza donde se haría el acto solemne con presencia de vecinos, autoridades civiles y los militares que después desfilarían por la calle principal.

En el acto hubo un regalo especial que emocionó mucho a todos, en particular a Jacinta, porque ella admiraba al poeta, venido de Buenos Aires y radicado como un vecino en La Vega Maipú; era Don Miguel Andrés Camino, quien leyó uno de sus poemas titulado “ Escudo”, que el autor dedicó al gobernador del territorio .y que dice:

A nadie se le ha ocurrido
Hacer una estatua al buey.
Y el fue quien tejió la Patria
Antes que lo hiciera el riel.



Sangrado por las picanas,

Sin descanso y sin comer,

¿Quién si no él trazó los rumbos

Que luego siguiera el riel?


Hoy sigue, en los territorios,

Haciendo lo que hizo ayer:

Labrando a fuerza e’ pezuña

Derroteros para el riel.


Mas no cerraré mis ojos

Sin que me esfuerce por ver

En un escudo e’mi tierra:

-bien quisiera el del “Neuquén”

Un sol en el horizonte,

Y entre gajos de maitén,

Una pampita de trébol

Y, en ella, echadito un buey.

Jacinta, entusiasmada, se sumó al  aplauso general, que dispensó la gente a su vecino y poeta.
Ella había tenido la suerte de conocer varias de las poesías de Don Miguel, porque en la escuelita se las había hecho copiar su maestra. 

Después fueron al asado popular, alli invitaba el aroma de los  costillares de novillo, cocinados  con cuero. En las enramadas se preparaban las sabrosas empanadas mientras llenaban los aires los sones de cuecas y otros cantos chilenos, acompañados por guitarras y algún acordeón.

En la tarde hubo concurso de sortijas, jugadas de taba y carreras cuadreras; los paisanos en briosos fletes mostraban las mejores galas en los aperos como en sus vestimentas criollas. Algunos ya bastante alegres por la chicha o el vino que habían tomado sin reparos, con motivo de la fiesta de pueblo.

A Jacinta le pareció reconocer a un gaucho muy bien vestido y mejor montado,  peguntó:
-Aquel del alazán… ¿no es Juan?
Pero no era, Zoilo se encargó de aclararle que se trataba de otro gaucho, llegado de las estancias.

A la tarde, antes que el sol se ocultara tras del cerro Curruhuinca, Rosario y los suyos, sin esperar los fuegos de artificio, emprendieron el regreso a La Veguita mientras, en la fiesta, seguían las risas, la música y algunas parejas iniciaban los bailes de cuecas intercaladas con rancheras.

Mientras se alejaban comentando lo que habían vivido, Rosario dijo:
-Mi Clarita se perdió la fiesta…¿Qué será de mi niña?
-Ha de estar muy bien, con sus patrones y con los niños que la quieren tanto. La tranquilizó Jacinta.
......................................................Continuará................................................

(Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina". Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa la historia  y lamencion así como el poema "Escudo" del poeta de San Martín de los Andes, Miguel A. Camino.)

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