martes, 18 de abril de 2017

"La princesa del Azar"


Organizando la boda
Partiendo de Constitución el tren fue recorriendo los verdes campos de la provincia de Buenos Aires donde cada tanto rompían la monotonía de la pampa los molinos de viento para extraer agua que el ganado vacuno bebería de los tanques australianos. Viendo los bovinos que pastaban inmutables al ruidoso paso del convoy, Bernardo pensó en sus propios rebaños muy lejos allá en el sur. Con la caída de la tarde y contemplando el arrebol del cielo lo invadió la nostalgia ante la inmensidad del paisaje que pronto sería borrado por las sombras de la noche. Cuando el sol terminó de ocultarse se dirigió al salón comedor para cenar antes de retirarse a su camarote.

A la mañana siguiente, mientras desayunaba y traspusieron el Río Colorado, ingresando a la Patagonia, se consideró en la gran región de  la cual se sentía oriundo si bien distaba de estar cerca del propio terruño. Al trasponer el Río Neuquén, otro hito en el largo viaje, volvió a recordar a Aurora. En dos meses harían juntos este mismo viaje. Imaginó cuánto más ameno sería entonces. Faltaban unas cinco horas para llegar a Zapala. Tomó un libro y se dispuso a acortar el viaje con su lectura.

Llegado el tren a Zapala y como siempre lo hiciera, se fue a descansar al hotel para salir al día siguiente temprano hacia la

Marta se alegró tanto cuando Bernardo le hizo saber que iba a casarse. La buena mujer recordando a la madre no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas en las que confluían muchas cosas. La tristeza por la ausencia de sus primeros patrones, así como por los  años transcurridos en Piedra Amarilla, con los que se había ido también gran parte  su propia vida. Pero también sus lágrimas por ese niñó que ayudó a criar, al cual vio crecer y al que sentía como su propio hijo. Y porque este hombre ya, medio hijo suyo, al fin había decidido tener una compañera, como debía ser, como lo indicaban las buenas costumbres sociales.

Marta no pudo evitar pensar que ella misma ya no lo podría acompañar mucho tiempo más. Contaba ya sesenta y tantos años y no sabía hasta cuándo su salud le permitiría ocuparse de sus obligaciones de casera y hacer que todo estuviera en orden en la casa familiar.

-Al fin podrás jubilarme- Dijo- Ya no voy a hacerte falta.

-Nunca diga eso Marta -Le dijo Bernardo abrazándola y secando sus lágrimas-  Used siempre hará falta aquí y ya sabe que “Piedra Amarilla” es también su casa.


Bernardo se propuso iniciar de inmediato lo atinente a la boda y a la nueva vida que iniciaría en compañía de Aurora.  Decidió mejorar el confort de la casa y comenzaría por unir dos dormitorios contiguos, el suyo y el que fuera de sus padres, para eso trajo a dos albañiles del pueblo. Las reformas incluirían una estufa a leña,toilette y vestidor. Según había comprobado su prometida poseía numerosos vestidos y distintas prendas. Le gustaba vestir bien y a la moda, por eso necesitaba un vestidor con amplios guardarropas. Quería que su esposa estuviera cómoda y que a pesar de vivir en el campo, no extrañara las comodidades de los departamentos de la ciudad.

En la primer visita al pueblo, habló con el juez de paz para que en el día elegido los casara en la misma estancia. Le encargó a Fidel todo lo atinente a las compras para el banquete de la fiesta, que por supuesto se basaría en asado a la criolla y las tradicionales empanadas. También el capataz contrataría a un par de mujeres para ayudar en la cocina y otra para confeccionar una linda torta de bodas.

La organización de su casamiento sumada a los trabajos propios de administrar la estancia , lo mantuvieron ocupado y entretenido, ayudándolo a transcurrir los dos meses que faltaban para la boda y que vislumbraba pasarían muy lentamente. ( Continuará)
----------------Los hechos y personajes de este relato, son ficticios y por lo tanto no corresponden a la realidad. Cualquier coincidencia con personas o hechos reales es mera casualidad.----------

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