viernes, 1 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato)





La puerta de la cocina se abre -Güen día, Doña Rosario… Saluda respetuoso el Zoilo, quien ante la consulta de cómo amaneció el tiempo, le informa que está despejado y serenito. Y agrega su gratitud al altísimo, ya que, si bien no acostumbra rezar como ella, el jovencito es creyente.

-Bueno para trabajar, entonces, contesta la mujer.

Aunque el peoncito ya ha mateado en su cocina, que es la matera de otros tiempos cuando vivía el patrón, acepta con agrado el mate que le ofrece Doña Rosario. Es que el mate motiva la conversación y propicia conocer las novedades del pago. Y como anduvo ayer tarde en el poblado, el muchacho, de fácil conversación, le cuenta que ha llegado de Buenos Aires un sobrino de Don Salim, el bolichero. Ante el interés de la mujer por saber cómo es el forastero, Zoilo le informa lo que pudo ver:

- Es Joven, de unos…veinte, capaz. Camisa a rayas, tiradores y pantalones angostos, como de gringo.

-Y decime, Zoilo, el sobrino…¿ es feo como el turco?

El gauchito responde, también jocoso que “no tanto” pero, por las dudas, se apura a aclarar que a él no le gustó.

-Claro, replica la mujer, yo sé quién te gusta a vos…Pero ¡Cuidadito, eh!

Y ante el silencio del muchacho la mujer cambia de tema con una orden que ya era sabida: agarrar los tachos para el ordeñe de las vacas y adelantarse a ella. Después con ayuda de Jacinta irá al corral a ordeñar la overa. El joven acata solícito:

-Ta bien Doña Rosario…¡Con permiso!

Y llevando los tachos sale a cumplir con esta tarea que es diaria. Sonríe, en tanto camina por el patio , entre las plantas que lo adornan. Piensa en la advertencia de su patrona…Es bicha la veterana, ya se ha dado
cuenta que él gusta de Jacinta, la ahijada y ayudanta .
   ( Continúa en próximas entradas)

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