jueves, 21 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )



"En el potrero" óleo de Fernando Fader

Ambas muchachas se achacan estar interesadas en conocer a Amir, el joven sobrino del bolichero. Jacinta argumenta que su única ilusión es ser quien consiga enamorar a Miguel Ángel el poeta del pueblo, con cuyas poesías ella se suele deleitar leyéndolas en el semanario local. Gusta de leerlas con avidez y hasta ha memorizado casi todas las que llegaron a sus manos. A menudo las repite para admiración de Clara, que pasa a ser su unipersonal audiencia. A veces es Leda …Otras  la Chacayalera. Seguramente la improvisada recitadora sueña a veces con ser una Leda criolla recreada por el poeta cuidando el piño en la cordillera y siendo allí enamorada por Júpiter. Otras veces su imaginación la tornará en una adolescente campesina cuyo hogar y espacio están en un monte de Chacay. Porque el autor dio en llamarla Chacayalera asignándole el calificativo de hermosa y describiéndola como "tostadita por el sol."


En  resumen las dos jovencitas que, como ya se dijo, tienen sus pretendientes, claro que aun sin corresponder formalmente a ninguno, dejan en claro que el forastero Amir sólo despierta en ellas curiosidad. No es para menos en un paraje a donde pocas caras nuevas suelen llegar y el pueblo distante dos leguas. Ocupadas en su vida y su trabajo en la finca, atrapadas en un aislamiento que es natural;  porque allí nacieron y así es y están conformes toda vez que así es la vida de la gente en el campo.

En estas cavilaciones estaban cuando les llegó fuerte la voz de doña Rosario advirtiéndoles que, de no apurarse, encontrarían ya cerrado el almacén.

Las muchachas se dirigen rápido a la cocina, que viene a ser el living o la sala en las casas de campo. Doña Rosario elogia lo linda que está Clarita con su vestido nuevo y el prolijo peinado. Le ofrece desayuno que la niña no acepta porque, dice: –Mamita, ya es tarde.

Con la lista de lo que necesitan y varias recomendaciones de su tutora, luego están saliendo rumbo al almacén del turco. La última cuando ya están saliendo por el portoncito del jardín es: -Díganle a Don Salim que no se cargue mucho en el lápiz… (1)
                                                   (1)   No cargarse en el lápiz: significaba en el lenguaje regional poner el precio justo sin recargos por tratarse de fiado, que se anotaba en la tradicional libreta de almacén.
                                                        (Narración iniciada el 16/6 ppdo. Continuará)

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