jueves, 29 de septiembre de 2011

Pasión Campesina

Poco movimiento hubo en el Baratillo esa mañana y ya pasado largamente el mediodía estaban por almorzar tío y sobrino. Para eso se turnaban a fin de no cerrar el negocio y mientras uno saboreaba la rica comida preparada por la Florinda, el otro atendía a los clientes y parroquianos. Pero el día venía flojito en clientes de modo que al escuchar el galope de un caballo, el comerciante se alegró.


El jinete ató el caballo en el palenque y se presentó pidiendo una copita de caña. Don Salim derivó en su sobrino la atención del cliente. Entonces Juan en una sola mirada sopesó a quien imaginaba como el causante del desaire de su pretendida. Vino a ratificar lo el turco quien le presentó a su sobrino como el nuevo dependiente de El Baratillo.

Juan vació de un trago la copita y pidió otra. Contuvo su molestia cuando le preguntó si pensaba afincarse en el pago. Luego, ante la respuesta afirmativa de Amir, continuó hablando y procurando ser cordial le advirtió al forastero sobre las inclemencias del invierno en la cordillera,

Y cuan distinto era la vida en la ciudad en especial al trasladarse de repente al campo…Todo en pocas palabras, con la parquedad típica del lugareño. Le hizo saber también, que muchos venidos de la ciudad no se habituaron y al poco tiempo se volvieron.

Ante la ratificación de Amir de su propósito de quedarse, el gaucho pidió su tercera copa de caña, la apuró y ya dispuesto a retirarse le advirtió al jovencito:

- Un consejo mocito, ya que piensa quedarse por acá…Ande con cuidado con las mozas! Algunas ya tienen compromiso. No se vaya a tirar a picaflor que lo pueden bajar de un toscaso.

Y con una carcajada antes de salir, cerró su presencia con un fuerte:

- ¡Hasta otro día!

Amir quedó perplejo por el tono de Juan y le preguntó a su tío qué habría querido decir el gaucho, a lo que el mayor contestó :- Barece está celoso Juan. Bienso que está abriendo baragua antes de lluvia. Y se rió.

Lo que menos se imaginó Amir es que el proceder de Juan respondía a celos por Clarita; es que él tampoco asoció al cliente con las dos jovencitas que estuvieron en el almacén esa misma mañana.-
                                                             (Continuará)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)



                                          

Clarita desde su habitación escuchó el rebencazo y cómo resonaron los cascos sobre el suelo alejándose. Al momento entró en la habitación Jacinta con un :-¡Ay virgen santísima! Antes de tomar aire y pasar a relatar a su amiga el encuentro con Juan y el mensaje que le dejara.

En tanto ellas seguían comentando, el criollito cabalgaba en toda la furia como si deseara que el aire llenara su boca y sus pulmones hasta embriagarlo para alejar los pensamientos ingratos. Hubiera sido mejor

Quedarse en la estancia… era cierto entonces lo que le habían comentado…Sí, eso nomás ha de ser. El Zoilo le había hablado esa mañana de un turquito nuevo en la Vega. Con sorna para sembrar cizaña.

Ahora entendía. Resolvió darse una vuelta por el boliche …O acaso sería mejor volverse esa misma tarde a la estancia.

En tanto el Zoilo que seguía en la huerta con sus tareas, un tanto trabajando y otro tanto porque de allí, cercano al camino, podía estar sabiendo los aconteceres ya sea por el paso de algún vecino que volvía del pueblo hacia la punta de la Vega o de quien lo hiciera en sentido inverso.

Así eran sus días, trabajando pero sin tomarse demasiado a pecho el trabajo. Un día, en un boliche del pueblo tomando una cervecita y escuchando lo que hablaban varios parroquianos; oyó a un gringo, al que otros escuchaban y por lo visto respetaban sus dichos: “No hay apuro Don…El trabajo no se va a terminar nunca…” y pensando en esas palabra, había llegado a la conclusión que eran muy ciertas. Claro que el gringo dinamarqués, según dijeron, era un experto carpintero. Y el peoncito bien sabía que, en ciertas tareas del campo, ya fuera de los animales o de la siembra, muchas veces por no decir siempre, sí que “había apuro”…



Y qué apuro llevaba el jinete que pasó a rienda suelta por el camino….

Zoilo lo quedó mirando y reconoció a Juan en el jinete que pasó como alma que lleva el diablo. Pensó qué su amigo no había salido conforme de “La Veguita”.  (Continuará próximo jueves)

La imagen que ilustra esta entrega, fue tomada del blog: http://comiendolasmanzanas.blogspot.com

jueves, 15 de septiembre de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato iniciado el 16/6 ppdo.)


Mientras el visitante pasa y cambia las primeras palabras con la dueña de casa, Jacinta murmura un casi inaudible pedido de permiso y sale de la cocina


Es evidente que esta segunda visita de Juan se debe a que quisiera ver a Clarita; la mujer mayor, que le ha ofrecido tomar unos mates, infaltable gesto de agasajo a toda visita admitida en su casa, al ver que no cuenta con ninguna de las  jóvenes, le pasa los implementos para que el propio mozo lo prepare. Pero este le agradece y, para sorpresa de Rosario dice que se le han ido las ganas de matear… Está implícito que se  arrepiente de haber hecho esa visita. Se siente desalentado al no recibir de la pretendida ni una señal de interés por él.

Con su lógica y experiencia, la señora, en buena forma le dice que, si la chica no está mostrando interés, alguna razón tendrá, a veces es cuestión de tiempo…Bien sabe Juan que es bienvenido en la casa pero, a la vez le deja claro que está en él mismo como varón, saber ganarse la prenda que le interesa.

En tanto tal ocurría en la cocina, Jacinta ha salido para ir a comentar con su amiga refugiada en el dormitorio. De inmediato atendiendo al pedido de Clarita, vuelve para escuchar detrás de la puerta; en eso está cuando la sorprende la salida del muchacho…Para colmo al querer alejarse prontamente, tropieza con el perrito que grita y ella casi se cae, incidente por el cual no puede evitar que la vea. Jacinta titubea y dice, como justificando su presencia allí, que viene de darles de comer a las aves domésticas.

Juan, sin darse por enterado de sus palabras, le da un mensaje a su manera , es decir que le impone el encargo: Que le diga a Clarita que “hubiera querido verla”. La muchacha repuesta de la sorpresa responde que ella no es mensajera , que para eso está la oficina postal.

Mas Juan, seguro de sí, no parece escucharla y agrega:

- Dale mis saludos y decile… que ningún forastero engominado la va a querer con tanta lealtad como este gaucho…humilde pero sincero…¡Así decile!

Mientras Jacinta se queda sin palabras, él sin esperar respuesta se despide con un:

- ¡Hasta la vista!

Y sale con paso decidido hacia el cerco donde dejara atado su bien aperado caballo malacara.
(Continuará el próximo jueves)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)





-Sólo de conversar y hacerse amigos…Apoya la otra.


-Es que poray se empieza m’hijitas y ¿saben una cosa Clara? Por si no has sabido te cuento que hoy estuvo acá el Juan, que ha venido de la estancia, ya sabés que se interesa por vos. Y antes que su ahijada replique, la mujer sigue con la filípica:

-En cuanto a vos, Jacinta, bien harías en prestarle algo de atención al Zoilo, que es buen muchacho, trabajador, sosegado y te mira con buenos ojos… Qué andás pensando siempre en el poeta…Ese no es pa nosotras. Es gente de la ciudá y allá se irá cualquier día.

La aludida, no puede menos que responder, con mucho humor preguntándole por qué se ha puesto tan casamentera:

-Pero, madrina, qué es lo que pasa hoy que se ha venido con deseos de casarnos a las dos.

Y como si hubiera estado esperando esas palabras, la veterana responde:

- Porque pienso en el mañana de ustedes, muchachas. O acaso ¿ Van a depender siempre de mí?...Ya estoy vieja y en cualquier momento me llama Tata Dios a rendirle cuentas. .. ¡Voy a tener pa rato que contarle! Y rubrica lo dicho con una franca y espontánea carcajada.



La risa no se contagió a las jovencitas y bien podemos imaginar su ánimo después del discurso calmo pero firme y autorizado de doña Rosario. En eso estaban cuando las sorprendió el llamado de alguien a la puerta.

Las chicas, prontas de reflejos, espían por la ventanita y ven que quien llama es Juan. Enterada la madrina, le ordena a Clarita quehaga pasar al visitante, pero esta se disculpa y pide permiso de retirarse a su dormitorio; entonces la orden recae en Jacinta quien abre, saluda y agrega :

- Dice doña Rosario que pasés…
                                                                     (Continuará)

jueves, 1 de septiembre de 2011

Pasión Campesina



Jacinta deja la bolsa, se pone a ayudar en la tarea y la charla se instala fácilmente con las preguntas de doña Rosario y las noticias que traen las jovencitas.


Para Rosario fue bienvenida la charla. Sin dudas la mejor manera de evitarle pensar. Después de enterarse que han conseguido todos los artículos que encargó, pasan a las novedades traídas del boliche y, entre ellas lo más notorio, como puede preverse es el nuevo colaborador del turco. Las chicas lo describen con tal entusiasmo que motiva las sonrisas de la señora quien por el tenor de los comentarios se va dando cuenta en qué terminará la cosa. Conoce a sus protegidas pero más sabe por experiencia y cuando llega el pedido no se sorprende. Mas, siendo el fundamento para invitarlo, que el joven forastero se aburre estando en un lugar nuevo y distinto a más de no tener amigos, lo que ha despertado la conmiseración de las chicas; la madraza entiende que es momento adecuado de aleccionarlas con una premisa que ella tiene muy por segura:

-Nunca le tengan lástima a un hombre…eso es justamente lo que buscan para después sacar provecho.

Proseguirá con las reflexiones, mientras sirve tres platos repletos del sabroso guiso que preparó. Después seguirán los consejos: -El buen concepto de una mujer es la mejor credencial para un apropiado matrimonio. De ahí que una joven no puede estar yendo y viniendo con uno y otro; menos con el primero que aparece y que vaya a saberse quién es. Clarita no va a contradecirle, nunca lo hace mas , cuando Jacinta, con la mirada le transmite el mensaje: -viste que yo tenía razón… decide hacer oír su criterio, no ya para su amiga que la escuchó en el camino , sino para que lo oiga su abuela:

-No hay nada de malo en que la gente hable cuando se es joven y se está muy lejos del casamiento. Hoy en día las chicas no se casan tan jovencitas.

Jacinta, un tanto para suavizar la conversa y otro tanto en elogio del forastero dice que, aunque más joven, Amir la hizo recordar a Miguel el poeta, por su elegancia y forma de hablar y esa prestancia que, a su modo de ver, les da a los hombres la vida en la ciudad.

-La educación, m´hija…La educación…pero, ustedes que son chicas de acá no deben mirar en menos la valía de los jóvenes del paraje . Ya los conocen, y ellos a ustedes. ¿Qué saben de los forasteros, de lo que hicieron allá en la ciudad y acaso saben si en cualquier momento pegan el vuelo…

-Madrina, nadie habla de noviazgos…Menos de casorios dice una.
                                                                   Continuará