-Sólo de conversar y hacerse amigos…Apoya la otra.
-Es que poray se empieza m’hijitas y ¿saben una cosa Clara? Por si no has sabido te cuento que hoy estuvo acá el Juan, que ha venido de la estancia, ya sabés que se interesa por vos. Y antes que su ahijada replique, la mujer sigue con la filípica:
-En cuanto a vos, Jacinta, bien harías en prestarle algo de atención al Zoilo, que es buen muchacho, trabajador, sosegado y te mira con buenos ojos… Qué andás pensando siempre en el poeta…Ese no es pa nosotras. Es gente de la ciudá y allá se irá cualquier día.
La aludida, no puede menos que responder, con mucho humor preguntándole por qué se ha puesto tan casamentera:
-Pero, madrina, qué es lo que pasa hoy que se ha venido con deseos de casarnos a las dos.
Y como si hubiera estado esperando esas palabras, la veterana responde:
- Porque pienso en el mañana de ustedes, muchachas. O acaso ¿ Van a depender siempre de mí?...Ya estoy vieja y en cualquier momento me llama Tata Dios a rendirle cuentas. .. ¡Voy a tener pa rato que contarle! Y rubrica lo dicho con una franca y espontánea carcajada.
La risa no se contagió a las jovencitas y bien podemos imaginar su ánimo después del discurso calmo pero firme y autorizado de doña Rosario. En eso estaban cuando las sorprendió el llamado de alguien a la puerta.
Las chicas, prontas de reflejos, espían por la ventanita y ven que quien llama es Juan. Enterada la madrina, le ordena a Clarita quehaga pasar al visitante, pero esta se disculpa y pide permiso de retirarse a su dormitorio; entonces la orden recae en Jacinta quien abre, saluda y agrega :
- Dice doña Rosario que pasés…
(Continuará)
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