Doña Rosario en tanto en la casa, trabajando y pensando había
llegado, momentos antes, a entender que la felicidad de sus jóvenes protegidas
era lo prioritario… Pero ella volvería a quedarse sola. Se dijo:- ¡Vamos
Rosarito! así la llamaba su madre: Rosarito.
¿Por qué lo recordó ahora? Cosa seria la memoria de los humanos, pensó la mujer
y unas lágrimas le borronearon la visión.
-¡Vamos Rosario! Se dijo...Tu vida ya
está hecha…tu tiempo ya ha transcurrido en la mitad y otro tanto…Ahora es el
tiempo de los jóvenes, la vida les da paso a ellos.
Y vuelve a mirar por la ventana.
¿Es su vista nublada o Amir ha tomado la mano de su nieta? Y Jacinta…¿No está
sentada demasiado cerca del Zoilo?
Sonrió y se dijo: -No debés
ponerte sentimental Rosarito… La
vista debe estar clara para mirar, el oído alerta para escuchar…La felicidad de
tus niñas, ya señoritas, debe ser el
propósito de tus desvelos para que estén bien y seguras el día que vos tengas
que dejarlas. -Pero, sin trampas muchachos, todo a su tiempo y como Dios manda.
Y volvió a sonreírse.
Después tomó la canasta para
recolectar los huevos, llenó un tarrito con maíz para darle a sus aves la
comida de la tarde, y se encaminó al
patio.
Jacinta y Zoilo, esa tarde habían
conversado y llegado a un acuerdo, hablarían al día siguiente con Doña Rosario, le plantearían cómo pensaban continuar con
sus vidas en adelante; de la mejor manera que a su entender podían hacerlo y seguir
al lado de esa buena mujer, y eso los hacía tan felices.
Cuando terminó con su rutina de
alimentar a las aves y cargar en la canasta el precioso producido de ese día,
se dirigió hacia donde estaban las dos parejitas. Estas, ya alertas, la
esperaban sin manos tomadas ni brazos rodeando cinturas. Y lo hacían un poquito
por temor a qué diría pero más por respeto a la veterana.
......................................................Continuará..........................................