jueves, 24 de mayo de 2012

Pasión Campesina




El rubor que ella no pudo evitar, encendió su carita, el pulso se aceleró y debió esforzarse para decir:
- Pediré permiso, ojalá la mami no tenga otros planes.
Esa tarde- huelga decir que Doña Rosario dio el visto bueno- siguieron charlando en La Veguita, después de tomar el té con que las mujeres quisieron agasajar a la visita, y del cual Zoilo participó incómodo porque hubiera preferido mate y tortas fritas; él pensaba que el té en tazas  y para peor con masitas dulces, eran cosas de mujeres.
Después salieron a estirar las piernas, caminar alrededor de la casa conversando y viendo las plantas, las aves en el gallinero, el agua que corría clara, generosa y fresca por la acequia.
Jacinta y Zoilo se sentaron en unos bancos debajo del frondoso maitén  mientras que Clarita y Amir conversaban junto al cerco que rodeaba el jardín, en el frente de la casa.
Doña Rosario, en tanto hacía alguna labor de las que nunca faltan en una casa, echaba de tanto en tanto una mirada por la ventana para ver a sus queridas niñas, sus hijas que le  brindó la vida como una forma de compensarla por no haber parido ella,  hijas mujeres. Y  a la vez que hacía su labor y acompañaba a distancia a los jóvenes, sus pensamientos recorrieron esa parte de su vida, a la cual parecía haber llegado tan rápidamente, desde que se hizo cargo de Clarita, que era una huérfana de madre y en ausencia del padre. Pensó que ya era una señorita, ambas jóvenes lo eran y ella veía venirse el tiempo en que se pusieran de novias y se casaran…Y, claro que, lo que más deseaba como madre era la felicidad de sus hijas pero…Pero…Siempre hay un pero en la vida.

Afuera de la casa, en tanto, en la tarde de primavera cordillerana, si algún paseante hubiera detenido su vista en las dos parejitas que allí estaban, habría notado en los  estaban sentados bajo el árbol, que el muchacho vestido de gaucho había rodeado con su brazo los hombros de ella y junto al jardín la otra parejita, estaba tomada de las manos.
Por suerte no sería Juan quien viera esta escena, para bien de todos, el impulsivo pretendiente, estaba en la estancia trabajando como mensual y llenando sus horas libres como jinete amansador de chúcaros. 
.......................................Continuará...................................
Los hechos y personajes de este relato son ficticios.-

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