El rubor que ella no pudo evitar,
encendió su carita, el pulso se aceleró y debió esforzarse para decir:
- Pediré
permiso, ojalá la mami no tenga otros planes.
Esa tarde-
huelga decir que Doña Rosario dio el visto bueno- siguieron charlando en La
Veguita, después de tomar el té con que las mujeres quisieron agasajar a la
visita, y del cual Zoilo participó incómodo porque hubiera preferido mate y
tortas fritas; él pensaba que el té en tazas y para peor con masitas dulces, eran cosas de
mujeres.
Después salieron
a estirar las piernas, caminar alrededor de la casa conversando y viendo las
plantas, las aves en el gallinero, el agua que corría clara, generosa y fresca
por la acequia.
Jacinta y Zoilo
se sentaron en unos bancos debajo del frondoso maitén mientras que Clarita y Amir conversaban junto
al cerco que rodeaba el jardín, en el frente de la casa.
Doña Rosario, en
tanto hacía alguna labor de las que nunca faltan en una casa, echaba de tanto
en tanto una mirada por la ventana para ver a sus queridas niñas, sus hijas que
le brindó la vida como una forma de
compensarla por no haber parido ella,
hijas mujeres. Y a la vez que hacía su labor y acompañaba a distancia
a los jóvenes, sus pensamientos recorrieron esa parte de su vida, a la cual
parecía haber llegado tan rápidamente, desde que se hizo cargo de Clarita, que
era una huérfana de madre y en ausencia del padre. Pensó que ya era una
señorita, ambas jóvenes lo eran y ella veía venirse el tiempo en que se
pusieran de novias y se casaran…Y, claro que, lo que más deseaba como madre era
la felicidad de sus hijas pero…Pero…Siempre hay un pero en la vida.
Afuera de la
casa, en tanto, en la tarde de primavera cordillerana, si algún paseante
hubiera detenido su vista en las dos parejitas que allí estaban, habría notado en los estaban sentados bajo el árbol, que el muchacho vestido de gaucho había
rodeado con su brazo los hombros de ella y junto al jardín la otra parejita,
estaba tomada de las manos.
Por suerte no sería Juan quien
viera esta escena, para bien de todos, el impulsivo pretendiente, estaba en la
estancia trabajando como mensual y llenando sus horas libres como jinete
amansador de chúcaros.
.......................................Continuará...................................
Los hechos y personajes de este relato son ficticios.-
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