jueves, 11 de abril de 2013

EN UN VERDE LEJANO LUGAR


"Niña": óleo sobre lienzo, autor Raúl Soldi.


Llegados a la casa, tomaron unos mates y en seguida se fueron a dormir, con la promesa de que al otro día la viajera les contaría todo lo que había visto en su viaje a la costa.-




Rosario se levantó temprano, igual que lo hacía los días de semana, encendió el fuego y preparó el mate, estaba ansiosa por escuchar las contadas de su nieta. Recién a media mañana aparecieron Zoilo y Jacinta con una fuente de tortas fritas y al rato apareció Clarita.

-Descansó, m’hijita.

Le preguntó la feliz abuela al recibirla con un montón de besos y caricias y, como la jovencita respondiera que sí, la abuela le dijo que estaban esperando para escucharla. Así que todos, una vez más alrededor de la antigua mesa de la cocina, se aprestaron a pasar un domingo muy especial disfrutando del mate y las tortas y sobre todo, para escuchar a la improvisada cronista de viajes.

No sabía, Clarita, por dónde empezar y al fin se decidió por contar como pudo, que lo más impresionante para ella fue ver la inmensidad del mar, que se perdía allá donde llegaba la vista y en una fina línea se unían agua y cielo.

-El agua de mar llega a ser amarga de tan salada…Dijo la joven y entonces Rosarió saltó:

-No, si yo siempre digo que no hay como el agua de nuestro Lacar y de los arroyos frescos y sus aguas puras.

También las tierras llanas habían asombrado a Clarita, allí el horizonte se alejaba porque no había cerros cubiertos de árboles sino montes bajos y pastos amarillentos resistiendo

en la sequedad de la tierra.

La locuacidad de la nieta, que tenía tanto para contar, hizo que Rosario sintiera con alivio que la tristeza había desaparecido de sus ojos. Cuando la jovencita callaba, la mujer le buscaba conversación temiendo que al estar allí, recordara otros domingos pasados, cuando las visitaba Amir.

Había conocido gente amiga de sus patrones, comidas elaboradas con pescados y mariscos; había conocido otras aves y los enormes lobos de mar… Todo un mundo antes desconocido, había descubierto en ese increíble viaje y ahora lo relataba a su familia.

Después Rosario y Zoilo comenzaron a trajinar para hacer un asadito y entonces las dos jóvenes tuvieron ocasión de hablar a solas, Jacinta le contó de su nueva vida ahora junto a Zoilo, los cambios, su papel de esposa y la felicidad compartida con su hombre.

Así fue que el domingo transcurrió muy entretenidamente para los cuatro.

Sólo al caer la noche, la joven viajera se sintió algo triste y con alivio pensó que al día siguiente volvería con sus patrones y estría entretenida en su trabajo, alejando así ciertos recuerdos. (Continuará)

(Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina". Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa la historia.)

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