MUTISMO
Ella estaba bien…, vista desde afuera, como una princesa elegante y ricamente ataviada, que había sabido poner distancia entre ella y los plebeyos que frecuentaban la corte. Pero la princesa tenía muy claro quién era el soberano. Esteban era el jefe y eso estaba muy claro, era un hombre previsor y también lo era Aurora, por lo tanto habían firmado un contrato donde un porcentaje, por cierto menor, le tocaría a ella en caso de disolverse la sociedad. Como dos adultos de experiencia sabían que nada es para siempre.
Ella estaba bien…, vista desde afuera, como una princesa elegante y ricamente ataviada, que había sabido poner distancia entre ella y los plebeyos que frecuentaban la corte. Pero la princesa tenía muy claro quién era el soberano. Esteban era el jefe y eso estaba muy claro, era un hombre previsor y también lo era Aurora, por lo tanto habían firmado un contrato donde un porcentaje, por cierto menor, le tocaría a ella en caso de disolverse la sociedad. Como dos adultos de experiencia sabían que nada es para siempre.
Aurora gustaba
de ese ambiente nocturno donde concurría gente elegante y de buena posición
económica. En ese mundillo ella lucía hermosos vestidos y adornos, entre ellos
algunas joyas, en lo cual invertía buena parte de los ingresos que le correspondían.
Era su gratificación al no haber
triunfado en la carrera de modelaje. Hasta ese punto todo estaba bien.
Entonces, por qué esa mañana a pesar de sus esfuerzos por instalar otros
asuntos en el foco de su pensamiento, volvía una y otra vez el hombre del sur, con el relato que él hiciera de su vida en aquellas lejanas tierras; de una
vida campestre tan distinta de la suya.
Qué gracioso.
Si lo suyo era el lujo y las luces, el bullicio de “Azar”, el buen dinero que
venían a dejarle cada noche, allí mismo, en la caja de la casa de juego.
Una luz de
alerta se encendió en su intuición femenina, acaso Bernardo había insuflado en
sus sentimientos un soplo tibio que, su relación de varios años con Esteban,
paecía no poder contrarrestar.
Me estoy
complicando en vano-pensó- ¿Por qué y para qué? Se preguntó en seguida…
Lo cierto es
que ese soplo de aire del sur que se había colado en el
equilibrado transcurrir de su vida, la había
conmovido en la estructura que ella había armado y que hasta ese momento nunca
se había cuestionado. Entonces por qué ahora. La recorrió un escalofrío y
decidió otra vez no pensar más en el hombre del sur.
Al mediodía se
encontró con Esteban para almorzar en uno de los restaurantes en que solían hacerlo. Él era quien
administraba, se entendía con el contador, hacía los depósitos, las compras de
bebidas y demás insumos, los pagos de sueldos. Ese mediodía Aurora se dio
cuenta que sus conversaciones siempre giraban en torno a lo que era atinente al
negocio. Esteban comentaba lo que había hecho en su rol de administrador, ella
escuchaba, hacía las preguntas que eran menester y agotados esos temas se
instalaba un silencio que Aurora interrumpía de tanto en tanto para referirse a
algún acontecer de la pasada noche en “Azar”, ya fuera alguien que hubiera
ganado un buen pozo, o la presencia de algún artista o de un político; a veces comentaba algún hecho risueño o anecdótico.
Esta vez a
ella sólo se le ocurría un acontecer que
prefirió no abordar, de modo que prevaleció el silencio , al punto que – raro en
él- Esteban lo percibió y comentó:
-Estás muy
callada hoy, amor. –tomando con su mano derecha la izquierda de ella- ¿qué pasa
por esa cabecita?
-Nada. Dijo
ella y respondió presionando, a su vez, la mano de su pareja.
........................................................Continuará..........................................
Los hechos y personajes de este relato son ficticios.
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Los hechos y personajes de este relato son ficticios.
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