jueves, 21 de noviembre de 2013

"LA PRINCESA DEL AZAR"


MUTISMO
Ella estaba bien…, vista desde afuera, como una princesa elegante y ricamente ataviada, que había sabido poner distancia entre ella y los  plebeyos que frecuentaban la corte. Pero la princesa tenía muy claro quién era el soberano. Esteban era el jefe y eso estaba muy claro, era un hombre previsor y también lo era Aurora, por lo tanto habían firmado un contrato donde un porcentaje, por cierto menor, le tocaría a ella en caso de disolverse la sociedad. Como dos adultos de experiencia sabían que nada es para siempre.
Aurora gustaba de ese ambiente nocturno donde concurría gente elegante y de buena posición económica. En ese mundillo ella lucía hermosos vestidos y adornos, entre ellos algunas joyas, en lo cual invertía buena parte de los ingresos que le correspondían. Era su gratificación  al no haber triunfado en la carrera de modelaje. Hasta ese punto todo estaba bien. Entonces, por qué esa mañana a pesar de sus esfuerzos por instalar otros asuntos en el foco de su pensamiento, volvía una y otra vez el hombre del sur, con el relato que él  hiciera de su vida en aquellas lejanas tierras; de una vida campestre tan distinta de la suya. 
Qué gracioso. Si lo suyo era el lujo y las luces, el bullicio de “Azar”, el buen dinero que venían a dejarle cada noche,  allí mismo, en la caja de la casa de juego.
Una luz de alerta se encendió en su intuición femenina, acaso Bernardo había insuflado en sus sentimientos un soplo tibio que, su relación  de varios años con Esteban, paecía no poder contrarrestar.
Me estoy complicando en vano-pensó- ¿Por qué y para qué? Se preguntó en seguida…
Lo cierto es que ese soplo de aire del sur que se había colado en el equilibrado transcurrir de su vida,  la había conmovido en la estructura que ella había armado y que hasta ese momento nunca se había cuestionado. Entonces por qué ahora. La recorrió un escalofrío y decidió otra vez no pensar más en el hombre del sur.

Al mediodía se encontró con Esteban para almorzar en uno de los restaurantes  en que solían hacerlo. Él era quien administraba, se entendía con el contador, hacía los depósitos, las compras de bebidas y demás insumos, los pagos de sueldos. Ese mediodía Aurora se dio cuenta que sus conversaciones siempre giraban en torno a lo que era atinente al negocio. Esteban comentaba lo que había hecho en su rol de administrador, ella escuchaba, hacía las preguntas que eran menester y agotados esos temas se instalaba un silencio que Aurora interrumpía de tanto en tanto para referirse a algún acontecer de la pasada noche en “Azar”, ya fuera alguien que hubiera ganado un buen pozo, o la presencia de algún artista o de un político; a veces comentaba  algún hecho risueño o anecdótico.
Esta vez a ella sólo se le ocurría un acontecer  que prefirió no abordar,  de modo que prevaleció el silencio , al punto que – raro en él- Esteban lo percibió y comentó:
-Estás muy callada hoy, amor. –tomando con su mano derecha la izquierda de ella- ¿qué pasa por esa cabecita?
-Nada. Dijo ella y respondió presionando, a su vez, la mano de su pareja.
........................................................Continuará..........................................

Los hechos y personajes de este relato son ficticios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario