jueves, 22 de diciembre de 2011

Pasión Campesina (1) (Relato por entregas los jueves)


                                                   Tomando mate obra del pintor Fernando Fader

Todos se dieron cuenta que el joven visitante no sabía andar a caballo. Él se dio cuenta que se estaba poniendo en evidencia, ya había notado en las conversaciones que escuchara en el almacén de su tío, que en el lugar eran bien valoradas las destrezas propias de las tareas rurales, del trato con los animales especialmente. De hecho, había sido objeto de chanzas por parte de los criollos mayores, por ser de la ciudad y desconocer las habilidades campestres. Su tío, cuya mente estaba puesta sólo en el negocio de comprar  frutos del país  a los lugareños y venderles los productos manufacturados que necesitaban a cambio, le había aconsejado que no les diera importancia. Sólo se trataba de bromas porque los hombres del lugar no conocían más que ese mundo. Por otra parte había que conservar la buena relación con ellos en tanto le convenía al negocio. Y había sintetizado aquella lección sobre comercio, con una frase que no admitía mayor cuestionamiento:
- Mira m’jito el clente sembre se tiene la razón.

Doña Rosario, aunque por prudencia no lo dijo, pensó para sí en lo desaafortunado del muchacho a quien el tío no le facilitaba ni siquiera un caballo, que los tenía y bastantes, para que saliera a recorrer el pago y distraerse en sus día libres. Entonces dijo:
-No se preocupe Amir, nadie nació sabiendo. Acá es muy útil saber andar de a caballo, así que le vendrá bien si acepta que Zoilo le preste uno manso y lo acompañe de vuelta a lo de su tío.

Todos asintieron, incluso Zoilo que, diligente, dijo:-Pero claro amigo, ya mismo voy por el alazán que es mansito.
Y sin esperar respuesta salió para el lado de la matera a buscar las riendas.
Clara y Jacinta también animaron al nuevo amigo a que aceptara la propuesta,  y la primera agregó: -Cuando disponga de un caballo podrá venir a visitarnos sin tener que caminar tanto.

Jacinta fue en busca de la pava ya que estaría bueno tomar unos mates mientras esperaban que Zoilo volviera con los caballos.

Rosario consintió diciendo: -Vamos a sentarnos abajo del maitén grande.
Y le aclaró a Amir que allí les gustaba matear en verano.
Allí fueron, unos pocos metros más cerca de la casa, donde bancos rústicos hechos con mitades de troncos permitían sentarse a disfrutar de la sombra y la brisa fresca.

Ya ubicados, el joven les dio las gracias a las anfitrionas por tantas atenciones:

-La verdad, desde que estoy viviendo acá, es la primera vez que me siento tan cómodo con la gente que conozco. Extrañaba una reunión como esta.
                   ................................................Continuará...................................................
(1) Los hechos y personajes de este relato son ficticios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario