jueves, 19 de diciembre de 2013

"LA PRINCESA DEL AZAR" (relato)

REMANSO

                                                    
Pero dejando al hombre con sus pensamientos, reconozcamos el sector por donde caminaba Bernardo esa  mañana.  Era el mismo lugar  donde había corrido en su infancia, hasta los seis años  en que había transcurrido allí con sus padres, después sólo en las vacaciones porque el resto del año  lo mandaban a  estudiar como internado en la capital de provincia.
Allí el verde y fresco pasto natural  formaba un tapizado que los caballos mantenían recortado y en el entorno de la casa esa tarea era del peoncito a órdenes de Marta. Los álamos le hacían el encuadre a distintos sectores, el abuelo había plantado varias especies que daban sombra y embellecían el paisaje cercano conformando un parque delicioso con  Abedules, encinas, eucaliptos entre otros y plantas exóticas de bellísimas flores.
Un río de moderado caudal cruza la estancia y en la pampita donde se levanta el casco, va formando meandros a la manera de los ríos de llanura. De importancia vital es lo que sucede con relación a este río del cual, en su parte alta, se toma el agua para la vivienda que es llevada por un canal construido hace ya muchos años, cuando el padre de Bernardo era joven y ya administraba la estancia. Buscaba el confort para su joven esposa y los hijos que vendrían. Anteriormente los abuelos extraían  el agua mediante un molino movido por la fuerza del viento que la extraía y depositaba en un gran tanque tipo australiano de donde algún peón la bombeaba a mano a un tanque instalado en el entretecho de la casa.
Pero en este río, donde en la parte baja abreva el ganado y en verano gustan los peones de darse un chapuzón al concluir las tareas del día, hay un sector al que llaman El Remanso, es un recodo donde el río se aquieta y su curso forma un semicírculo donde, al correr, el agua emite un suave  murmullo como tenue música que calma e invita al descanso reparador. El remanso está rodeado por pastos tiernos y árboles de chacay que impiden a manera de fresca cortina las miradas indiscretas.
Hasta el remanso llegó Bernardo esa mañana y se tendió sobre el fresco tapiz, arrullado por el rumor del agua, repasó sus años de adulto en la estancia, sus relaciones con la gente que lo rodeaba, todos subalternos suyos de una u otra manera, Marta, a quien ya conocemos, el capataz y su familia, los puesteros distribuídos justamente en los cuatro puestos a fin de vigilar y atender los trabajos en la gran extensión de la propiedad y  unos pocos peones  que tenían su casa colectiva en proximidades del casco. Los puesteros eran más estables y tenían una casa donde vivían con su familias. Los puestos  se ubicaban en la propiedad, formando casi un círculo, el más cercano a tres kilómetros del casco y el más alejado a veinte. Los peones solían contratarse en las épocas de más trabajo: arreos, esquilas, pariciones, cosecha del pasto, entre otras. El peoncito de la casa, Jaime,  era hijo de un puestero, y era de los estables con otro par de peones mayores que trabajaban desde varios años atrás.
Curiosamente Bernardo nunca se sentía solo en Piedra Amarilla, ocupado en el trabajo y en los recuerdos y porque cuando tenía ganas de tratar con otra gente, más allá de su vida cotidiana en la estancia, se iba al pueblo más próximo del cual lo separaban unos cincuenta kilómetros. Allí tenía amistades. Podía reunirse en el hotel principal con otros estancieros , comerciantes y otros notables así como con ciertas amigas que conocía y con algunas de las que, sucesivamente, había mantenido noviazgos pero que viéndolas ahora en el repaso de esos años transcurridos sólo habían sido pasatiempos. Fue por eso pensó, que aquel lugar donde vivía se había transformado en un paraíso…Sin Eva…

……………………………………………………Continuará……………………………………………….
Los hechos , personajes y lugares del presente relato son imaginarios. 
Imagen:tomada por Pablo E. Quiroga. en el lago Curruhué Chico, Pcia. Neuquén

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA PRINCESA DEL AZAR


RECORDÁNDOLA

                                                                            Imagen tomada por Pablo E. Quiroga

RECORDÁNDOLA
Al dia siguiente Bernardo se despertó temprano pero con su cuerpo todavía cansado por el largo viaje. El traqueteo del tren donde siempre viajaba en camarote, lo cual no significaba que pudiera dormir sino que era un constante adormilarse para despertar segundos después, ya por los cambios de marcha o porque se detenía en una estación, ahí sía el cansancio lo dejaba dormir pero, a los pocos minutos cuando un tirón ponía el convoy en movimiento, se despertaba bruscamente. Y de nuevo el movimiento rítmico al avanzar las ruedas de metal sobre sobre rieles de acero. Sumado a ello el viaje de cuatro horas por el camino enripiado en partes y con tantos pozos y desniveles.

Pero no eran las incomodidades las que ocuparon su pensamiento esa mañana y es seguro que de buen agrado emprendería de inmediato otro viaje a Buenos Aires porque despertó recordando al Azar y a la mujer que allá conociera y que ya estaba instalada en sus afectos.
Todo el ámbito de la casa de juego con sus distintos sectores se le representaban tan apetecibles con las luces y el bullicio de la gente más la música muy suave y en cada sector la figura de Aurora, radiante y enigmática en ese ámbito donde a él se le antojó como una reina en todo el esplendor de una sofisticada corte de la alegría y los placeres.

Era seguro que Marta estaría desde muy temprano cumpliendo su tarea silenciosa y con el desayuno listo para él. Por su parte el capataz lo iba a esperar para recibir indicaciones acerca de algunos asuntos del quehacer habitual de la estancia. Esto lo trajo a la realidad y antes que  llamaran a su puerta, tomó impulso reuniendo todas sus fuerzas, especialmente de voluntad para levantarse y disponerse al trabajo. Como siempre, el desayuno preparado por Marta era suculento, compuesto por café, leche, pan casero y varias mermeladas que ella misma preparaba cada verano; y queso, el rico queso preparado por una mujer deel lugar que en primavera y en verano venía cada tres meses a y preparaba allí en la estancia las piezas que alcanzarían para casi todo el año.
Después del desayuno, el patrón salió para encontrarse con Fidel, el capataz,  quien lo puso al tanto de todo lo acontecido en los días de su ausencia. Bernardo le dio las indicaciones que consideró necesarias según los planteos del encargado. Un hombre de su entera confianza; como lo era Marta en la casa, Fidel era su brazo derecho en el trabajo de campo.

Después Bernardo caminó a pie por los alrededores del casco, estaba bastante maltratado por el viaje y por eso postergó, para un par de días después, la salida a caballo para un recorrido mayor. Caminó pausadamente entre el verdor de los antiguos árboles plantados ya en los tiempos de su abuelo. En el freso de la mañana bajo el cielo despejado de nubes, pensó que aquél lugar era lo más semejante a la idea que tenía del paraíso…¡Sin Eva! Fue la repentina acotación de su subconsciente.  


...........................................................................Continuará.........................................................................

"La princesa del Azar" es un relato imaginario, por lo tanto lugares y personajes no son reales.

jueves, 28 de noviembre de 2013

LA PRINCESA DEL AZAR


                                            Dos mujeres trabajando en el campo, dibujo a lápiz de Vicent Van Gogh

DOÑA MARTA
Cuando el tren llegó al final de su recorrido, Bernardo tomó un taxi hasta el hotel donde acostumbraba dejar su camioneta, allí dormiría esa noche antes de emprender la última etapa de su viaje. Una ducha reparadora, una cena reconfortante y disfrutar de una cama en el mejor hotel de la ciudad provinciana, esta vez, acaso por el cansancio o  porque tenía tan presente  a Aurora, no llamó a ninguna de las mujeres que conocía allí.
A la mañana siguiente se dispuso a salir,  cuatro horas le llevaría recorrer los trescientos kilómetros por un camino de ripio, de modo que hizo revisar los neumáticos y llenar el tanque de combustible.
Llegaría a la estancia pasado el mediodía. El camino era bastante monótono, igual que el paisaje por la meseta patagónica, recién entrando a la precordillera, unos cien kilómetros antes de llegar a “Piedra Amarilla” el paisaje se hacía más interesante, el camino se tornaba algo más sinuoso y comenzaba a verse a lo lejos el perfil de la cordillera donde se destacaban las cumbres nevadas.
Con alivio traspuso la curva que llamaban del Chacay y vio aparecer las casas de la estancia, en el valle apacible que era parte de su lugar en el mundo, con el río cuyas aguas brillaban reflejando los rayos solares y en su recorrido dividían en dos la pampa que, protegida por los cerros que la circundaban con la piedra amarilla a manera de centinela, su abuelo había elegido para levantar el casco de la estancia.
Se deleitó de antemano pensando en la comida con que lo esperaría su casera, Doña Marta. Ella sabía las comidas que le gustaban, cómo debían plancharse sus camisas, cómo ordenarle la ropa en el armario; en fin era la mujer de la casa y Bernardo la consideraba como de la familia porque servía allí desde jovencita, cuando aún vivían sus padres. Ahora pasados los sesenta contaba con la ayuda de una muchacha que le ayudaba en las tareas domésticas. Doña Marta era la administradora de la casa y como tal  tenía a sus órdenes un peoncito para proveer la leña para cocina, calefacción y agua caliente y además debía mantener el parque y los jardines que rodeaban la casa.
Como lo hacía siempre, Bernardo había telefoneado desde la ciudad punta de rieles, para hablar con el capataz, inquirir novedades ocurridas en su ausencia y  por si  algo había que llevar o tramitar; a la vez hizo saber a qué hora iniciaría el viaje de modo que pudieran esperarlo y por si acaso algo ocurriera en el camino.
Así es que Doña Marta, sabiendo que su patroncito estaría llegando después del mediodía, mandó encender la caldera para que hubiera agua caliente, ya que lo primero que él haría sería darse un buen baño. Y le preparó un apetitoso asado al horno con papas y dos clases  de ensalada con papas y lechugas de la huerta.

La polvareda en el camino que bajaba hacia el valle les anunció que el patrón ya estaba en sus dominios y en minutos estaría en casa. Marta le gritó al peoncito que abriera la tranquera del casco y de ese modo lo alertaba para que estuviera atento para ayudar con el equipaje.
La mujer de la casa solía preguntarse cuándo su patrón llegaría acompañado de una esposa, porque ella entendía que sería bueno que ya no estuviera viviendo solo. ¿Sería esta vez?
Llegó Bernardo, saludó al capataz que salió a su encuentro y ya en la casa, abrazó a Doña Marta como si fuera su madre, ella dijo:
-cansado, seguro. ¿Qué tal el viaje?
-Largo y cansador, como siempre. ¡Qué bueno llegar a casa, Marta! Siento un rico olorcito a carne asada. Voy a darme rapidito un baño y después haré honor al asadito.

 ………………Continuará…………………………....................................
Los hechos y personajes del relato son ficticios.

jueves, 21 de noviembre de 2013

"LA PRINCESA DEL AZAR"


MUTISMO
Ella estaba bien…, vista desde afuera, como una princesa elegante y ricamente ataviada, que había sabido poner distancia entre ella y los  plebeyos que frecuentaban la corte. Pero la princesa tenía muy claro quién era el soberano. Esteban era el jefe y eso estaba muy claro, era un hombre previsor y también lo era Aurora, por lo tanto habían firmado un contrato donde un porcentaje, por cierto menor, le tocaría a ella en caso de disolverse la sociedad. Como dos adultos de experiencia sabían que nada es para siempre.
Aurora gustaba de ese ambiente nocturno donde concurría gente elegante y de buena posición económica. En ese mundillo ella lucía hermosos vestidos y adornos, entre ellos algunas joyas, en lo cual invertía buena parte de los ingresos que le correspondían. Era su gratificación  al no haber triunfado en la carrera de modelaje. Hasta ese punto todo estaba bien. Entonces, por qué esa mañana a pesar de sus esfuerzos por instalar otros asuntos en el foco de su pensamiento, volvía una y otra vez el hombre del sur, con el relato que él  hiciera de su vida en aquellas lejanas tierras; de una vida campestre tan distinta de la suya. 
Qué gracioso. Si lo suyo era el lujo y las luces, el bullicio de “Azar”, el buen dinero que venían a dejarle cada noche,  allí mismo, en la caja de la casa de juego.
Una luz de alerta se encendió en su intuición femenina, acaso Bernardo había insuflado en sus sentimientos un soplo tibio que, su relación  de varios años con Esteban, paecía no poder contrarrestar.
Me estoy complicando en vano-pensó- ¿Por qué y para qué? Se preguntó en seguida…
Lo cierto es que ese soplo de aire del sur que se había colado en el equilibrado transcurrir de su vida,  la había conmovido en la estructura que ella había armado y que hasta ese momento nunca se había cuestionado. Entonces por qué ahora. La recorrió un escalofrío y decidió otra vez no pensar más en el hombre del sur.

Al mediodía se encontró con Esteban para almorzar en uno de los restaurantes  en que solían hacerlo. Él era quien administraba, se entendía con el contador, hacía los depósitos, las compras de bebidas y demás insumos, los pagos de sueldos. Ese mediodía Aurora se dio cuenta que sus conversaciones siempre giraban en torno a lo que era atinente al negocio. Esteban comentaba lo que había hecho en su rol de administrador, ella escuchaba, hacía las preguntas que eran menester y agotados esos temas se instalaba un silencio que Aurora interrumpía de tanto en tanto para referirse a algún acontecer de la pasada noche en “Azar”, ya fuera alguien que hubiera ganado un buen pozo, o la presencia de algún artista o de un político; a veces comentaba  algún hecho risueño o anecdótico.
Esta vez a ella sólo se le ocurría un acontecer  que prefirió no abordar,  de modo que prevaleció el silencio , al punto que – raro en él- Esteban lo percibió y comentó:
-Estás muy callada hoy, amor. –tomando con su mano derecha la izquierda de ella- ¿qué pasa por esa cabecita?
-Nada. Dijo ella y respondió presionando, a su vez, la mano de su pareja.
........................................................Continuará..........................................

Los hechos y personajes de este relato son ficticios.

jueves, 14 de noviembre de 2013

"LA PRINCESA DEL AZAR"

VIAJE      


En el tren al sur, que había partido a las nueve de Plaza Constitución, Bernardo viajaba de regreso a su domicilio, sus sentimientos eran contradictorios pues se alegraba como siempre que emprendía el regreso a su lugar, pero hubiera deseado permanecer más en la capital y volver a encontrarse con Aurora. Ahora desayunaba en el coche comedor, quizás al mismo tiempo que su nueva amiga tomaba un baño de inmersión. Era posible que los pensamientos de ambos confluyeran en un mismo punto: la conversación mantenida la noche anterior.
El viaje duraría treinta y seis horas y el hombre tendría tiempo para leer, siempre llevaba consigo un par de libros y el diario capitalino que  comprara esa mañana  en la estación. Tendría tiempo inactivo, en el tren y después en colectivo, para pensar en todo lo que le viniera a la cabeza. Ya habían dejado atrás los suburbios que rodeaban la capital y aparecían los verdes campos de la provincia interrumpidos de tanto en tanto por los pueblos. Encendió un cigarrillo y comenzó a hojear el diario para detenerse en la sección que más le interesaba, la referente al ámbito agropecuario. Mientras se enteraba acerca de nuevas maquinarias enfardadoras de pastos unas, de lanas otras, su pensamiento se impuso y el recuerdo  voló muchos años atrás, cuando conoció a Frida, en las ferias de la Sociedad Rural de la región, él tenía veinte años y ella algo menos, quizá dieciocho. La joven vivía con su madre y un hermano menor en el pueblo. Bernardo había quedado muy perturbado por la belleza de la chica de ojos celestes y rubios cabellos que delataban un origen teutón. Atendía el local de tejidos de la feria y Bernardo había llegado pocos meses antes a radicarse en la estancia y trabajar junto a su padre. Se encontraron cuantas veces pudieron en los tres días  que duró la feria y en adelante se siguieron viendo. Vivieron un romance por casi un año luego de lo que dejaron de verse, mas  de la relación nació un niño, hecho del que Bernardo no se enteró sino diez años más tarde. La madre de Bernardo se había opuesto a que siguiera alternando a la joven y por eso, sin que el hijo lo supiera, no dejó en paz a su esposo hasta lograr poner fin al noviazgo. Como mujer de mucho carácter impuso su criterio que consistía en que era muy joven para formalizar, ella reservaba para su hijo estanciero un casamiento a futuro con alguna señorita de nivel acorde a su posición social.
Por entonces Bernardo, consciente  del poder que representaba para él ser hijo único del promisorio estanciero que era su padre, ya sabía que podía satisfacer todas sus apetencias , desde el automóvil que tantos de su edad no podían acceder, hasta los viajes y placeres diversos; así que pronto olvidó a la joven pueblerina  sin averiguar por qué  ella y su madre habían alquilado su casa y partido para radicarse en la capital provincial. 
El día que Bernardo supo que Geardo era  hijo suyo...Pero desechó ese pasaje de sus recuerdos, plegó el diario y se dispuso a conversar con otro pasajero, era común encontrar conocidos de la zona en el tren al sur. En efecto pronto ubicó a  un comerciante del pueblo y con él se puso a conversar, buen recurso para dejar de lado recuerdos que siempre lo habían incomodado. 
....................................Continuará.......................................
Los hechos, personajes y lugares son imaginarios.-

jueves, 7 de noviembre de 2013

"LA PRINCESA DEL AZAR"

                                           Paisaje en óleo sobre cartón de Fray Guillermo Buttler
                                                         




PERSISTENCIA

No quería revivir ese recuerdo ahora, necesitaba dormir, al otro día debería tomar el tren en Plaza Constitución; entonces buscó una pastilla de clonazepam y por fín, a los pocos minutos, cayó en un profundo sueño.

A esa hora Aurora estaba en su departamento, ya liberada de su atuendo de noche y quitando su maquillaje pensaba en la conversación que había tenido con el estanciero. Ella había narrado algunos pasajes de su vida pero lejos estaba de haber contado todo acerca de su historial; y estaba segura que Bernardo habría hecho lo mismo. Las vidas de dos personas adultas no pueden agotarse en un par de horas de conversación, aunque lo hubiesen querido hacer. Fastidiada con sí misma, por estar pensando en el encuentro, en una forma que no acostumbraba hacer en “Azar”, se despreocupó de la charla con el sureño ; se convenció que en unos días se habría olvidado del hombre y de su historia y acaso él tampoco regresaría por  allí, aunque lo hubiera prometido. 

Se disculpó con Esteban por estar muy cansada y tomó su habitual sedante para dormir mejor; de todos modos cuando fue a acostarse su pareja ya dormía profundamente.

Cuando despertó ya eran las once, Esteban había salido. Mientras tomaba su baño de espuma y sales volvió, de pronto, a pensar en el paisaje que su nuevo amigo le había descripto. La casa en medio de un terreno llano, cubierto de pastos por donde pasaba, dando un rodeo,  un río de aguas transparentes que venían de las vertientes cordilleranas. Algunos árboles plantados hacía muchos años enderredor de la casa y, enmarcando el conjunto,  los cerros cubiertos de plantas bajas de la pre cordillera,  uno de los cuales remataba en una formación rocosa de color amarillento que daba el nombre de “Piedra Amarilla” a la estancia.
No había faltado el relato acerca de las tareas del campo consistente en la crianza de ganado vacuno y lanar, así como caballos para el trabajo y la venta porque era costumbre que calificaba positivamente a una estancia criar equinos. De lo anterior se desprendía la necesidad de dedicar una extensión importante al cultivo de pasturas.
 A esta altura del repaso mental de la conversación, Aurora se preguntó cómo este hombre del sur no se había casado y cómo vivía en esa lejanía con solo su personal de servicio y los pocos peones  que realizaban los trabajos. Siendo bien parecido, con excelente conversación y seguramente con un muy buen pasar económico, le habría sido muy difícil eludir las redes que más de una dama  le habría tendido porque, si de algo no tenía dudas Aurora, era que Bernardo Cuenco era un excelente partido, ya fuera en el sur lejano como en la capital.

Ella misma si no estuviera cómoda y bien donde estaba, lo habría tratado de conquistar… ¿Ella  estaba bien realmente? La pregunta le vino de pronto y la sorprendió, por lo que prefirió salir de la bañera y, después de completar su aseo, salir a desayunar. (Continuará)

jueves, 31 de octubre de 2013

"La Princesa deel Azar"


Bernardo regresó al “Azar” antes de volverse al sur, la noche anterior a su partida. Esta vez fue solo, ya conocía el lugar y su intención era hablar a solas con esa mujer que lo había impactado. En el bar se instaló en la barra y pidió una copa. No pasó mucho tiempo hasta la llegada de Aurora en su primer recorrida de esa noche:
-Hola.
-Hola, qué gusto verla.
Ella sonrió- a su pesar sonrió- 
Conversaron, al principio de cuestiones triviales y después, copas mediante, la charla discurrió por aspectos de la vida anterior de cada uno, como si fueran antiguos amigos que se reencontraran después de años sin verse.
La mujer debió alejarse a veces para atender cuestiones de su trabajo y cada vez regresó para reanudar la charla. Más tarde se sentaron por varias manos a la mesa de punto y banca, que dejaron para seguir hablando. Cuando fue hora de despedirse ambos sabían que un lazo afectivo quedaba tendido entre ellos.
Él tenía programado regresar a la capital en unos tres meses, más o menos. Se dieron las manos y ella pensó que era demasiado tiempo, pero al momento supo que era mejor así, o lo mismo daba; o qué pretendía respecto a ese hombre que no fuera una simple amistad.
Por su lado él lamentó, por primera vez en años, que era desafortunado vivir tan lejos de la capital, o mejor dicho del “Azar”.

Esa noche, en el hotel, Bernardo tardó en conciliar el sueño. Repasó entonces sus años de hombre adulto que, a los veinte, terminados sus estudios secundarios  vivió otro año en la ciudad mientras tomaba experiencia y decidía si seguiría o no una carrera universitaria. Resolvió tomar la última opción y se estableció en el sur junto a su padre donde aprendió a administrar la estancia y todo lo referido a los trabajos de la cría de ganado y el cultivo de pasturas.
A los treinta y cinco, con la muerte de su padre, quedó al frente de “Piedra Amarilla” la estancia familiar que su abuelo había iniciado en la Patagonia. En su papel de dueño y administrador pasaron los años y ahora, apenas traspuestos los cincuenta, no se explicaba por qué no había formado una familia. Para darse un respuesta se dijo que estaba cómodo así, dedicado a su empresa y viviendo discretas relaciones con mujeres de algún pueblo cercano y con alguna de la ciudad en sus periódicos viajes  a la capital, tan necesarios para su trabajo como para su espíritu.

Ya entre sueños, se preguntó cómo hubiera sido la mujer elegida para esposa. Acaso cómo Aurora…se había dormido apenas cuando una voz, acaso la suya propia, la  interior, preguntó: - ¿O cómo Frida...? Eso bastó para desvelarlo. Una realidad de su pasado vino a quitarle el sueño.

jueves, 24 de octubre de 2013

LA PRINCESA DEL AZAR

Presentación



“Hablando de Roma…” pensó ella cuando vió que en el  teléfono interno se encendía a lucecita roja que titilaba indicando que él quería hablarle: levantó el tubo y dijo -¿si?
A lo que oyó el habitual: -Cariño, ¿cómo está la noche? –Muy concurrida y tranquila; respondió Aurora. Entonces dormiré un sueñito, dijo él y agregó: -Un besito. -Otro. Le dijo ella y colgó.
Así eran las cosas en las noches de “Azar”. Se apoltronó en el sillón y permaneció estática moviendo sólo los ojos en otra recorrida, ahora visual del salón y la parte del bar  que se podían  observar desde allí. Todo estaba bien. Se irguió buscó en su cartera y extrajo un espejito en el cual, ahora, inspeccionó su rostro: los ojos; siempre los ojos .Desechó por el momento dirigirse al toilette para un retoque del maquillaje y el peinado. Implicaría entrar a la oficina y no quería despertar a Esteban.
Una hora después decidió  realizar otra ronda por el salón y se dispuso a bajar, acomodó sobre sus hombros el chal  blanco de piel sintética de mullido pelo tipo  oso polar. Tomó el vaso, su infaltable amigo más cercano en aquellas rondas.
Al poner un pie en el salón se dirigió a la mesa de Punto y Banca.
Quedaban tres lugares libres, decidió ocupar uno, por eso fue hasta la caja y compró algunas fichas.
Regresó y sin sorprenderse, comprobó que dos de los lugares habían sido ocupados por los caballeros en quienes había reparado antes. Ya había decidido ubicarse allí y, por otra parte, no había motivo para que cambiara de idea. La silla libre quedaba justo en frente del señor de traje gris eso la inquietaba, sin discernir  el motivo. A poco lo supo. El hombre la miraba casi constantemente; jugó dos manos sin suerte lo cual le dio motivo para levantarse.
Siguió  su recorrida  un poco molesta consigo misma por haberse levantado de la mesa…¿Acaso era una jovencita inexperta? ¿Por qué la incomodó la mirada del hombre de traje gris? Y, para colmo, en su propio lugar, en su casa. ¡Qué imbécil! Se sorprendió a sí misma porque había murmurado el insulto. Menos mal que nadie la había escuchado. Siguió hacia la próxima parada de su itinerario, el bar. Caminó entre las mesas, varias ya estaban desocupadas y al llegar al mostrador repitió el ritual de recibir del barman el informe y fuego para encender un cigarrillo. Su vaso de té estaba vacío pidió  scotch on de rock con un tono que el barman entendió, debía servirle de verdad la bebida.
Se sentó en una banqueta y allí permaneció deleitándose con el cigarrillo y la bebida. Mientras transcurría  el tiempo, trató de recordar al hombre del traje negro; una vez habían sido presentados. Era un empresario aunque no recordaba de qué rubro Solía concurrir a “Azar” aunque no era asiduo. A veces venía con su esposa y, con frecuencia, además con  otros hombres. Siempre de su edad, cincuentones o mayores, seguramente también empresarios como él.
-Buenas noches. Sumida en sus pensamientos no se había percatado que los dos caballeros se habían acercado a la barra, respondió con un  hola y a la vez que le extendía la mano el de traje oscuro preguntó ¿No la acompañó la fortuna? Ella sonrió y entonces el empresario dijo, señalando a su acompañante –Mi amigo, el señor Cuenca, éste extendió su mano que estrechó firme la de Aurora con un –Mucho gusto, Bernardo Cuenca.
Si no hubiera sido una mujer dotada de entrenamiento para disimular los impactos emotivos, la mujer se hubiera puesto en evidencia por la conmoción que le causó la mirada clara y profunda del hombre. Ella ahora entendía el motivo de su inquietud en la mesa de punto y banca, su pronta retirada y el disgusto siguiente.
-Mi amigo está de paso por Buenos Aires y quería conocer lugares interesantes, por eso lo he traído.
-Espero que se haga habitué, dijo ella  y siguieron conversando los tres. Supo que Bernardo poseía un campo en el sur, una estancia. Que era cliente del otro quien era un empresario porteño, proveedor de artículos sanitarios para el ganado. Aunque no se extendió demasiado la conversación, Aurora se enteró que el forastero era soltero y también se dio cuenta que el compañero había guiado la conversación para que ella recibiera ese dato. Ella se alegró interiormente, mas de inmediato se preguntó por qué; no estaba a la búsqueda de candidatos y se encontraba bien con  Esteban. El negocio funcionaba bien, la pareja también…Es decir…la pareja ¿Eran realmente una pareja? Objetivamente lo eran, compartían  vivienda y cama aunque no estaban casados. Convivian aunque no eran una familia , no tenían hijos ni habían hablado al respecto, señal que ninguno de los dos lo pensaba siquiera. Los unía el negocio, “Azar” y se sentían satisfechos con los resultados económicos de su empresa lo cual bastaba por el momento.

Les dijo que estaba encantada del momento compartido pero que debía dejarlos para atender su trabajo. Sabía ella que era sólo un pretexto, en realidad necesitaba finalizar aquella charla  que la inquietaba demasiado. El estanciero dijo estar deslumbrado por el lugar y que concurriría antes de volver al sur. El otro también tuvo palabras de elogio como que no abundaban casas de ese nivel en la ciudad y saludaron ambos a Aurora quien se alejó con paso firme y más rápido que en sus habituales recorridas.

jueves, 17 de octubre de 2013

LA PRINCESA DEL AZAR

COSECHA  FÁCIL




Llegó a la barra, depositó el vaso casi vacío y el barman que se acercó solícito, aunque era la rutina le dijo más con el gesto que con palabras : todo bien y acto seguido , como un ritual, extrajo del bolsillo de su chaleco un encendedor y extendiendo el brazo le alcanzó lumbre al cigarrillo que ella había extraído del pequeño estuche que , haciendo juego con su vestido, llevaba en la mano izquierda enfundada en un guante de gamuza negra.
Conforme con la concurrencia que colmaba el bar, su mirada sobrevoló el recinto y pensó que después de hacer su aporte a la recaudación diaria consumiendo, casi todos pasarían  a probar suerte en la sala de juego y ya fuera en las maquinas tragamonedas, en la ruleta, en punto y banca o donde fuera dejarían más aun contribuyendo con “Azar” que era lo mismo que decir con ella y su socio.
Ella misma contribuía cada noche. Le agradaba apostar unas fichas que compraba con su propio dinero porque, caramba, no pensará el observador inadvertido que aquel negocio sería como un almacén de barrio,  donde la mujer del dueño vendría a buscar tomates y un trozo  de queso para la pizza familiar o a retirar unos pesos de la caja para comprar cualquier cosa que hiciera falta… Que para eso era la mujer del dueño…¡No! Obviamente que, si quería apostar, debería comprar sus fichas y, como debe hacerse en una casa de juego, pues no más ni menos que sacando el efectivo de su bolsillo, o sea de su monedero y entregando el importe en boletería  a cambio de las pequeñas rodajas de esperanza.
Apenas cinco minutos permaneció en la barra, avanzó en su itinerario siguiendo entre las filas  de mesas que se ubicaban próximas a la galería que se extendía al frente del edificio y con su paso señorial y sin prisa ,comenzó el retorno hacia el salón de juegos.
Un par de veces se detuvo en aquel sector;  a saludar a una pareja conocida primero y después a cambiar algunas palabras con tres damas con las que solía conversar cuando el tiempo lo permitía, no esta vez, en que por ser sábado la concurrencia era masiva.


Habría querido probar suerte en Punto y Banca pero, tenía por norma no distraerse de su tarea los días de gran concurrencia de público; tal vez más tarde o mejor dicho en  la madrugada del domingo; cuando bajara la densidad de parroquianos en las mesas de juego. Por eso ahora, concluida su ronda, se dirigió a su lugar en el “puente de mando” y allí, cómoda en su sillón  y acodada a la mesa de sólida madera, finamente trabajada por algún ebanista ; se decidió a ver transcurrir ese  tiempo de cosecha fácil para sus arcas.-
-Cosecha fácil, no. Le  retrucó con firmeza Esteban alguna vez, cuando ella  así lo había manifestado en un comentario ligero de una conversación entre ambos respecto al funcionamiento del negocio. Y su socio y amigo sentimental le dejó muy claro que para haber llegado a esa productividad que podía decirse era un flujo continuo de dinero efectivo, él mucho había trabajado antes: pensando, organizando, diseñando, contratando, coimeando, trajinando, gestionando, invirtiendo y, había agregado entre líneas que no porque hubiera llegado ella , ahora, a la sociedad, invitada por él y aportando su bien de capital, por cierto que muy valorado por él, como eran su presencia,  y su gracia personal; no era cuestión que se calificaran tan livianamente  los resultados como: “cosecha fácil”.
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 Relato imaginario, en sus hechos, personajes y lugares. Prohibida su reproducción total o parcial.-

jueves, 10 de octubre de 2013

"LA PRINCESA DEL AZAR"

INTUICIÓN

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Diez pasos y estuvo junto a la mesa cuatro de ruleta, se apostaba fuerte, bueno para la casa. se detuvo un momento y prodigó sonrisas, algun ¡Hola! y un ¡Buenas noches! ...Qué tal... continuando su recorrido sin esperar respuesta.

Hizo nuevas paradas en las mesas cinco y seis; después miró unos minutos en punto y banca, había dos lugares libres, a veces jugaba un par de manos pero ahora pareciera que algo titilaba en  su subconsciente. Siguió su ronda, don Manuel, antiguo cliente de la casa la saludó con su acostumbrado " Dichosos los ojos..." que ella agradeció con leve sonrisa para continuar, fina y distante, su itinerario hacia el bar. Casi todas las mesas estaban ocupadas por mayoría de habitués que charlaban antes de pasar al salón de juegos o bien entre una y otra incursión a probar suerte. Algunos sólo venían en busca de esparcimiento conversando, mostrándose en público  y viendo gente mientras paladeaban un café o una copa e incluso algún bocadillo para sostener el estómago vapuleado por las bebidas. 

En una de las mesas conversaban los dos señores que había visto entrar un rato antes. Al de traje oscuro ya lo conocía porque venía con frecuencia, a veces acompañado por una dama, pero esta noche lo hacía con otro caballero al que estaba segura de no haber visto antes. de haberlo visto lo recordaría, pensó. De nuevo algo titiló en su intuición femenina mas su semblante, habituado a no reflejar lo que pasaba en su interior, siguió inmutable. No permitia que nada de lo que la alertara,  preocupara o  disgustara en aquel recinto trascendiera en su bien modelado rostro, ni en sus ojos oscuros, ni en algún rubor de su tez.
Aurora continuó su itinerario sonriendo a unos, observando a otros como si su mirada al posarse aquí, allá, en tal o cual concurrente fuese repartiendo bendiciones laicas que a no pocos incautos se les antojarían como pesagios de suerte en el azar pero que, en realidad, lo que hacían era constatar que la suerte siempre fuera a favor de ella y de su socio, únicos beneficiarios finales en aquella rueda de la fortuna.
Pasó junto a la mesa de los dos caballeros en los que había reparado y aunque no se detuvo, pareció que lo haría porque se tomó uno instante para sludarlos con un inaudible ¡Hola! al tiempo que iluminaba su rostro una leve sonrisa . Siguió con su andar de reina y aunque ya no los veía intuyó sus miradas,más nítida y clara la del desconocido y no dudó que hablaban de ella.
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jueves, 3 de octubre de 2013

"La Princesa del Azar"

"EL   AZAR"

Ese fin de semana también estaba muy concurrido. 
Luces, música, sonido de copas 
y la tenue neblina del humo de cigarrillo que persistía a pesar
de los extractores funcionando 
a su mayor potencia.
Desde su mesa, Aurora vio ingresar a dos hombres entre  
el movimiento de gente que entraba y algunos que salían,  
y de inmediato supo que al del traje gris nunca lo había visto en "EL AZAR"...ni en otra parte.

Pocos detalles escapaban a su registro desde el puesto de observación, en el primer piso, y a manera de balcón desde donde seguía el movimiento de público, mozos y croupiers. El acceso, el bar y el salón principal eran escudriñados desde aquel lugar que le permitía seguir cuanto aconteciera en el negocio. A su espalda una puerta tallada en roble, daba acceso a la oficina de Esteban, su socio, amante y patrón. Desde allí observaba, con su infaltable copa que rara vez contenía alcohol y casi siempre, como ahora, un té fuerte y ligeramente edulcorado que bien aparentaba el color del whisky.
Vio que el conserje se había acercado a los dos caballeros recién llegados y los guiaba hasta una mesa en el bar.
En una mesa  de ruleta alguien había acertado un pleno, un murmullo de aprobación y algún batir de palmas  subieron claros por encima delos sonidos del salón. Un cliente había ganado y eso, antes que preocuparla significaba que otros se animarían a apostar más porque, bien sabían ella y Esteban que ver ganar a un apostador, estimulaba el ansia de ganar entre los habitués. Así como, sabían que no había riesgos en el balance final para la casa, la cuestión era una oportunidad entre treinta y seis.
Pronto sería oportuno que diera una vuelta, la primera de la noche, copa en mano, compartiendo, como buena anfitriona, con los concurrentes. Una onrisa aquí, un ¡hola! allá, deteniéndose a mirar una apuesta, o esperando una bollilla próxima a detenerse para luego escuchar el típico canto del color y la cifra que el azar había decidido, llevando la alegría a algunos y la decepción a más. Mientras ella, con su presencia era, el ojo que engorda el ganado... Le gustaba esa parte de su rol en la empresa, pasearse como una princesa plebeya y sofisticada, y "EL AZAR" su principado; pero estaba claro que el  rey era el que estaba en la oficina, detrás de la puerta tallada en roble. 

Elegante, pausadamente, Aurora bajó las escaleras que la llevaban al mismo plano que los súbditos, en realidad los parroquianos. En su mano derecha el vaso simulando whisky con tres cubitos de hielo  flotando y lanzando destellos que competían con los de su pulsera de oro y con su collar de perlas, sintéticas  pero caras. El vestido verde oscuro le sentaba, toda su indumentaria le sentaba, no en vano había incursionado en el mundo de la moda y no en vano estuvo a punto de convertirse en modelo profesional. De haberse concretado, hubiera dejado conformes a sus padres, pero...Le sonrió a alguien ya poniendo su pie derecho en el salón de juego y, con leve movimiento de su cabeza, alejó el recuerdo familiar.
La mullida alfombra bordó, era grata a sus pies, elegantemente calzados en unos zapatos negros charolados que se complementaban regiamente con el vestido. (Continuará)

miércoles, 25 de septiembre de 2013







jueves, 30 de mayo de 2013



jueves, 9 de mayo de 2013

EN UN VERDE LEJANO LUGAR



El día amaneció hermoso, era sábado, cerca del mediodía. Rosario con Zoilo y el pequeño Benjamín, habían ido a la iglesia a esperar allí la ceremonia. En casa de sus patrones, Clara ya lucía su vestido de novia y estaba muy hermosa con la ayuda en peinado y maquillaje por  Jacinta y por la señora.

La joven estaba muy consciente que daría un paso que cambiaría su vida. Lo había pensado mucho como para estar segura que esa decisión sería sin vuelta atrás y para siempre, así eran las cosas, así las había asimilado con la prédica de su amada abuela  y mamá.  En menos de media hora, el señor Azurin quien oficiaría de padrino, la llevaría en su coche, hacia el encuentro con su prometido ante el altar. Rosario sería la madrina de la boda.

El chico mayor de los dueños de casa, entró trayendo una carta que acababa de entregarle el cartero y estaba dirigida a Clara García. La destinataria, a quien el nerviosismo del momento no permitió sorprenderse, abrío con cierta dificultad el sobre y comenzó a leer en silencio :

Buenos Aires, ….de……de 192……
Apreciada amiga:
Tengo el gusto y la alegría de escribirte estas líneas para informarte que en el próximo mes visitaré San Martín de los Andes representando a una casa mayorista de artículos de almacén de Bahía Blanca; como corredor de comercio visitaré esa localidad mensualmente, lo cual me anima a decirte que con inmenso placer reanudaré mi trato y amistad contigo y con tu respetada abuela…

La misiva continuaba. Clara, que ya presentía quién era el remitente, bajó sus ojos a la firma y cuando leyó: Amir, se nubló su vista, se aflojaron sus piernas y cayó sobre la alfombra del living de sus generosos patrones.

Puede bien decirse que aquí concluye este relato y así es; solo cabe agregar a manera de epílogo que, Clara y Julio concretaron su casamiento ese día; tuvieron tres hijos, dos varones y una mujer. Rosario cinco años más tarde se trasladó a vivir en casa de su nieta dejando la Veguita al cuidado y trabajo de Jacinta y Zoilo, los que tuvieron una prole numerosa de media docena de sanos y hermosos niños: tres varones y tres mujeres.
 Amir, efectivamente comenzó a visitar el pueblo como viajante de comercio, aunque no fue al mes siguiente sino al año siguiente. Cabe aclarar que nunca volvieron a encontrarse él y Clara pues ella cuidó muy bien de no hacerlo.
_____________________________________________________________Fin
(Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina", y finaliza con esta entrada.Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa la historia.)

jueves, 2 de mayo de 2013

EN UN VERDE LEJANO LUGAR






Mientras tanto, las cartas de Amir a Rosario, se habían ido espaciando en el tiempo hasta llegar dos veces en el año, y nunca faltaba su tarjeta de saludo para navidad,  augurando a la vez  feliz  año nuevo. Ya no incluía una carta  para Clarita pero sí un párrafo en especial y recomendando que le transmitiera a su nieta su afecto y amistad. Clara no hacía comentarios y sólo le pedía a su abuela que le retribuyera el saludo. A fines de ese año la joven se puso de novia con Julio, un compañero de trabajo,  joven serio y educado que contó con la aprobación de Rosario.

Comenzó a ir los domingos a La Veguita, donde almorzaban todos juntos, allí  siempre estaban a la mesa Jacinta, Zoilo  y Benjamín  que crecía sano y feliz, corriendo por los mismos lugares familiares, rodeado del afecto de todos. Para Rosario era también un nieto al que llenaba de mimos y cuidados  y  como no podía ser de otra manera, para Clara era un muy querido sobrino.

Andando los meses, llegó el nuevo año y los novios fijaron fecha de casamiento para marzo. Como había ocurrido con Jacinta y Zoilo, fue Rosario quien estableció claramente las condiciones: las mismas respecto al casamiento ante el juez y por la iglesia y también que el novio proveyera una vivienda donde constituyeran su hogar. Y fue con dolor que la buena madraza y gran abuela debió aceptar que, teniendo ambos jóvenes su trabajo en el pueblo, deberían vivir allá; Julio disponía de un terreno y se proponía construír una casita de a poco y con el sueldo de ambos. Mientras vivirían con la madre del joven que poseía un casa familiar con suficiente espacio.
Rosario no tuvo más remedio que aceptar las cosas como se daban y aunque no lo dijo, hubiera deseado que Clara, su Clarita tan querida, hubiera vivido con su esposo allí,  cerca de ella, como había sucedido con Jacinta.
Los preparativos se fueron acelerando conforme se acercaba la fecha del casamiento. La fiesta sería en La Veguita, después de las ceremonias ante el juez de paz y en la Parroquia San José. El matrimonio Azurín le obsequió el traje a Julio y un vestido blanco de novia a Clarita y la Señora le ofreció su casa para que allí se vistiera la novia  a fin de  evitar en ese día,  el viaje desde La Veguita a la iglesia. (Continuará)
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(Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina". Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa lahistoria.)

jueves, 25 de abril de 2013

EN UN VERDE LEJANO LUGAR



Dos años habían pasado desde la partida de Amir. Clarita lo recordaba como una tierna ilusión que se había desvanecido en  la realidad de los avatares que la vida le presenta a las personas. Un día supieron que Juan había regresado para hacerse cargo de los animales de su padre, quien por su avanzada edad y su salud bastante deteriorada, necesitaba la ayuda del hijo. El joven comenzó a hacerse ver; con esporádicas visitas a La Veguita para restablecer el trato con quienes conociera desde niño: Rosario, Jacinta, Zoilo…No sabemos si casualmente o a propósito, sus visitas las hacía en días de semana o en sábados, de modo que no se encontraba con Clarita. Hasta que un domingo, por septiembre, apareció, de paso hacia el pueblo.
Necesariamente compartieron la charla y el mate. Hubo miradas de Juan que Clara no siempre pudo evitar y algo, como inquietante, sacudió de la modorra el corazón de la joven.
Después de ese día, las visitas en domingo se repitieron de tanto en tanto y, para las fiestas de fin de año, se encontraron en los festejos en el pueblo. Conversaron y Juan tuvo el tino de no hablar de sus sentimientos hacia ella; pero, en su mente, algo le decía que si lo intentaba, esta vez sería aceptado, al menos para iniciar una amistad con aquella en cuyo amor seguía soñando.

Pasó otro año. La amistad  se había concretado, y Juan volvió a proponerle  noviazgo. Por entonces los Azurin le dieron trabajo a ella en la casa de comercio de ramos generales y Clarita, así como fuera eficiente niñera y empleada doméstica, aprendió los secretos del comercio, la atención a los clientes y se transformó en una   muy buena vendedora.
Además y  como no podía ser de otro modo, sus patrones le tenían un especial afecto y confianza.

Y sobrevino el conflicto entre los recientes novios cuando sus conversaciones llegaron al punto  donde él le propuso  planificar su futuro y la joven dejó en claro que de ningún modo dejaría su empleo en el comercio de los Azurin para ir a vivir en la casita que Juan se proponía levantar en el campo de su padre. Allí fue que, a poco andar, esta ilusión se desvaneció por impero de una realidad que pudo más.
Juan volvió al trabajo duro del campo, para no dejarse ganar por el desánimo y, por su parte Clara, centró su afán en ser cada día una mejor empleada. (Continuará)

 (Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina". Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa 
la historia.)

jueves, 18 de abril de 2013

EN UN VERDE LEJANO LUGAR







Como sucede después de cada acontecimiento importante, pasado el impacto, atenuadas las emociones, poco a poco la vida fue retomando su curso habitual para la familia de Rosario, pero ello no sin que todos hubieran asimilado los cambios de sus propias experiencias.


Cada tres o cuatro meses llegaba una carta de Amir, siempre nostálgico de los días vividos en La Vega Maipú; Clara no le escribía y sólo por intermedio de su abuela agradecía y retribuía los saludos de su amigo de la ciudad.

Pasó el año y con el transcurso de las estaciones, cada uno con sus características que ofrecían paisajes distintos entre sí pero todos de singular belleza y, en ese escenario las vidas fueron transcurriendo: Jacinta y Zoilo anunciaron en junio que estaban esperando el hijo, lo que llenó de alegría a toda la familia.

Rosario le replicó:- O una niña; se sabrá cuando nazca. ¿Por qué siempre dice que esperan un hijo? O es que la mujeres valemos menos. Y ahí no más le apostó a Zoilo que sería niña.

-¿Y qué apostamos?- Preguntó el futuro padre.

-Un almuerzo, un pollo al horno con papas y ensalada

-¡Hecho! Dijo el orgulloso joven mientras Jacinta reía de buena gana.

El niño nació en octubre y lo llamaron Benjamín.

En una carta, recibida en esos días, Amir anunció su intención de visitarlos para fin de año. Rosario no se lo dijo a Clarita por temor de que la visita no se concretara. Fue mejor así, porque pasó el fin de año, comenzó el nuevo año, y el joven no apareció.

Juan no había vuelto a visitar La Veguita, tampoco supieron que hubiera visitado a sus padres; Zoilo se enteró que el joven seguía amansando potros en distintas estancias.
.................................................Continuará..................................................
(Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina".
Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares

donde se sitúa la historia.)

jueves, 11 de abril de 2013

EN UN VERDE LEJANO LUGAR


"Niña": óleo sobre lienzo, autor Raúl Soldi.


Llegados a la casa, tomaron unos mates y en seguida se fueron a dormir, con la promesa de que al otro día la viajera les contaría todo lo que había visto en su viaje a la costa.-




Rosario se levantó temprano, igual que lo hacía los días de semana, encendió el fuego y preparó el mate, estaba ansiosa por escuchar las contadas de su nieta. Recién a media mañana aparecieron Zoilo y Jacinta con una fuente de tortas fritas y al rato apareció Clarita.

-Descansó, m’hijita.

Le preguntó la feliz abuela al recibirla con un montón de besos y caricias y, como la jovencita respondiera que sí, la abuela le dijo que estaban esperando para escucharla. Así que todos, una vez más alrededor de la antigua mesa de la cocina, se aprestaron a pasar un domingo muy especial disfrutando del mate y las tortas y sobre todo, para escuchar a la improvisada cronista de viajes.

No sabía, Clarita, por dónde empezar y al fin se decidió por contar como pudo, que lo más impresionante para ella fue ver la inmensidad del mar, que se perdía allá donde llegaba la vista y en una fina línea se unían agua y cielo.

-El agua de mar llega a ser amarga de tan salada…Dijo la joven y entonces Rosarió saltó:

-No, si yo siempre digo que no hay como el agua de nuestro Lacar y de los arroyos frescos y sus aguas puras.

También las tierras llanas habían asombrado a Clarita, allí el horizonte se alejaba porque no había cerros cubiertos de árboles sino montes bajos y pastos amarillentos resistiendo

en la sequedad de la tierra.

La locuacidad de la nieta, que tenía tanto para contar, hizo que Rosario sintiera con alivio que la tristeza había desaparecido de sus ojos. Cuando la jovencita callaba, la mujer le buscaba conversación temiendo que al estar allí, recordara otros domingos pasados, cuando las visitaba Amir.

Había conocido gente amiga de sus patrones, comidas elaboradas con pescados y mariscos; había conocido otras aves y los enormes lobos de mar… Todo un mundo antes desconocido, había descubierto en ese increíble viaje y ahora lo relataba a su familia.

Después Rosario y Zoilo comenzaron a trajinar para hacer un asadito y entonces las dos jóvenes tuvieron ocasión de hablar a solas, Jacinta le contó de su nueva vida ahora junto a Zoilo, los cambios, su papel de esposa y la felicidad compartida con su hombre.

Así fue que el domingo transcurrió muy entretenidamente para los cuatro.

Sólo al caer la noche, la joven viajera se sintió algo triste y con alivio pensó que al día siguiente volvería con sus patrones y estría entretenida en su trabajo, alejando así ciertos recuerdos. (Continuará)

(Relato propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina". Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa la historia.)

domingo, 7 de abril de 2013

"En un verde lejano lugar"


                                                la imagen corresponde a: acrobatadelcamino.blogspot.com recomiendo visitarlo,
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Todos estuvieron muy ocupados esos días, además de las tareas habituales, se dedicaron a blanquear por fuera las paredes de la casa; ya habían convenido que el sábado, a la tardecita, saldrían para el pueblo a esperar a los viajeros. Zoilo propuso esperar en la ruta, cuando pasaran por La Vega; pero Rosario dijo que tal vez la señora iba a querer que Clarita la ayudase a desempacar y a realizar algunas tareas en la casa…

-No, mejor vamos hasta el pueblo.

La abuela impaciente, quería esperar frente a la casa de los Azurín.
Así que salieron de La Veguita cuando todavía faltaban , por lo menos, dos horas para que el sol se ocultaran y en verano se oculta tarde en la cordillera.
Bajaron del sulky frente al chalet de los Azurin y se quedaron en la vereda, bajo la sombra fresca de los álamos que bordeaban la acequia.

Pasaron más de dos horas, el sol se ocultó y la ansiedad de Rosario fue en aumento conforme la brisa se hacía más fresca y las sombras se alargaban ganando la tarde.
Jacinta y Zoilo caminaban, tomados de la mano, hasta una esquina y la otra, luego fueron hasta el lago y volvieron.  Era casi de noche cuando escucharon lejano, en el tranquilo anochecer veraniego, el sonido de los motores, vendrían bajando la Cuesta de Los Andes; Rosario dio gracias al cielo y su corazón latió con fuerza:-¡Ya vienen! Les gritó a los otros que se acercaron y, todos expectantes, se dirigieron hacia la esquina desde donde veían completa la calle principal. A lo lejos se veían los dos faroles del automóvil rompiendo la oscuridad del entorno.

Rosario lloró al abrazar a su nieta, notó la piel de su rostro más tostada por el aire y el sol de la costa.

La señora le permitió a Clarita irse con su familia , descansar y volver el lunes; Jacinta se ofreció para ayudarla pero la señora le agradeció diciendo que todos estaban tan cansados que sólo bajarían el equipaje y se irían a dormir.

Una vez que ayudaron a los Azurin a bajar las valijas, bolsos y paquetes, Rosario y sus hijos se despidieron y partieron hacia La Veguita. Ya era noche cerrada pero, para la gente del lugar y sus caballos, no era dificultad andar por los caminos en la oscuridad;menos aun si se trata de volver a la querencia.
......................................................Continuará...............................................................................
(Relado propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina".
Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa la historia.)

jueves, 21 de marzo de 2013

"En un verde lejano lugar"


                                            Fotografía tomada por el Docente Sr. Elías Giglio

A mediados de febrero, Rosario fue fue por segunda vez al negocio de los Azurin para saber si tenían noticias de los viajeros. La ausencia de su Clarita ya comenzaba a ser insoportable para la buena mujer. Con gran alegría recibió el anuncia que ya habían emprendido el regreso y, como les llevaría no menos de cuatro o cinco días, esperaban que llegarían el próximo sábado; era miércoles y la ansiedad comenzó a acompañarla desde el momento en que supo la noticia.

-¡Tanto tardan! ¡Cinco días!

Entonces el encargado le aclaró que tenían que viajar en etapas, haciendo noche la primera jornada en Choele Choel, la siguiente en Neuquén la capital del territorio, donde se quedarían un día más, saliendo el viernes para Zapala donde pernoctarían para emprender el sábado temprano la última etapa hasta acá.. Y van a llegar tardecito o a la noche.

-¡María Santísima!... De suerte que no lo supe antes del viaje…de haber sabido que era un viaje tan largo no la habría dejado ir a mi niña.

-Esté tranquila Doña, el patrón es hombre prudente y experimentado en viajes…Además viene con ellos el camión y por si acaso se quedaran en el camino por desperfectos en el automóvil, llevan una motocicleta en el camión.

-Menos mal. Pero, les aseguro que yo…no haría un viaje así.

Durante el trayecto de vuelta desde San Martín a “La Veguita” la preocupada Rosario no dejaba de comentarles a Jacinta y a Zoilo, de su asombro por lo extenso del viaje, y en esos caminos que eran más para carros que para automóviles y se santiguaba y no salía de su asombro.

Jacinta le decía:- Madrina, va a tener que trabajar mucho desde ahora hasta el sábado, porque si no la va a devorar la impaciencia. Y la mujer le dijo, sí m’hijita, sí; voy a ponerme a blanquear la casa con cal, así estaré más entretenida.

-Eso está bien, el Zoilo y yo le vamos a ayudar, madrina.
.....................................................Continuará............................................................................

(Relado propio iniciado el día 16/6/11 bajo el título provisorio de "Pasión Campesina". Los hechos y personajes de este relato son ficticios, solamente es real la referencia a lugares donde se sitúa la historia.)  
(*) La fotografía que utilizo a efecto de ilustrar esta entrada, está contenida en el "Libro de los Cien Años"  (1898-1998)de San Martín de los Andes: forma parte de una serie de fotografías titulada: Odisea de un Viaje, que el docente y  Director de escuelas, Don Elías Giglio  tomó en un viaje entre las localidades de Zapala y San Martín de los Andes  en los años 1927/28 dejando  así un valiosísimo testimonio. El libro citado es una publicación de la Comisión del centenario y Fundación San Martín de los Andes.