jueves, 29 de diciembre de 2011

Pasión Campesina


                                            " Vado de Otoño"  del pintor Darío Mastrosimone
Jacinta llegó con el mate listo y una fuente con buñuelos, al rato apareció Zoilo con los dos caballos y pronto se dispusieron a partir.

Con pocas pero claras explicaciones y ambas manos haciéndole de estribo, Zoilo ayudó al principiante a subir al caballo.

-Y…¿Qué tal? -Preguntó Rosario y agregó - ¿Vió qué es mansito el alazán?

-Bien. Respondió Amir, con una amplia sonrisa que revelaba su satisfacción por el novedoso modo en que    iba a movilizarse.

-Bueno…¿Nos vamos? Preguntó Zoilo, quien tomando la delantera agregó: -Aflojale las riendas y talonealo suave.

Amir lo hizo y su caballo comenzó a caminar, más siguiendo al otro que por la percepción de los tímidos golpecitos que su jinete, todavía temeroso,  le había dado con la talonera de sus botines.

Y así partieron,  entre las palabras de aliento de las mujeres y alguna risa de júbilo viendo al porteño Amir iniciándose en el tan común recurso de andar acaballo.

Doña les gritó: -Salúdenlo a Don Salim de mi parte.

El recado hacía más cómodo para el nuevo jinete mantenerse sentado, sobre el lomo del caballo, mientras que Zoilo, avezado en montar  desde muy pequeño, usaba  nomás  una pelera. (1)

Mientras avanzaban al tranco de los caballos, Zoilo, como para acortar el camino y distender a su guiado, le preguntó:- Qué extrañás de la ciudá…Porque es muy distinta la vida acá, según creo….

Entonces el otro  empezó a contarle que sentía más la falta de su familia, padre y madre, sus hermanos, un varón y una mujer. También las salidas con la barra de amigos , el Club Social, los bares y confiterías…
 -Pero estoy acá justamente por eso-agregó- porque vagaba mucho y no quería estudiar.

(1) Pelera o bajera: en el lenguaje del campo, una especie de matra tejida que se usa para montar sin recado ni montura, para evitar que el sudor y pelos del caballo se adhieran a la opa del jinete.
..............................................................Continuará........................................................

Los hechos y personajes de este relato son ficticios.-

jueves, 22 de diciembre de 2011

Pasión Campesina (1) (Relato por entregas los jueves)


                                                   Tomando mate obra del pintor Fernando Fader

Todos se dieron cuenta que el joven visitante no sabía andar a caballo. Él se dio cuenta que se estaba poniendo en evidencia, ya había notado en las conversaciones que escuchara en el almacén de su tío, que en el lugar eran bien valoradas las destrezas propias de las tareas rurales, del trato con los animales especialmente. De hecho, había sido objeto de chanzas por parte de los criollos mayores, por ser de la ciudad y desconocer las habilidades campestres. Su tío, cuya mente estaba puesta sólo en el negocio de comprar  frutos del país  a los lugareños y venderles los productos manufacturados que necesitaban a cambio, le había aconsejado que no les diera importancia. Sólo se trataba de bromas porque los hombres del lugar no conocían más que ese mundo. Por otra parte había que conservar la buena relación con ellos en tanto le convenía al negocio. Y había sintetizado aquella lección sobre comercio, con una frase que no admitía mayor cuestionamiento:
- Mira m’jito el clente sembre se tiene la razón.

Doña Rosario, aunque por prudencia no lo dijo, pensó para sí en lo desaafortunado del muchacho a quien el tío no le facilitaba ni siquiera un caballo, que los tenía y bastantes, para que saliera a recorrer el pago y distraerse en sus día libres. Entonces dijo:
-No se preocupe Amir, nadie nació sabiendo. Acá es muy útil saber andar de a caballo, así que le vendrá bien si acepta que Zoilo le preste uno manso y lo acompañe de vuelta a lo de su tío.

Todos asintieron, incluso Zoilo que, diligente, dijo:-Pero claro amigo, ya mismo voy por el alazán que es mansito.
Y sin esperar respuesta salió para el lado de la matera a buscar las riendas.
Clara y Jacinta también animaron al nuevo amigo a que aceptara la propuesta,  y la primera agregó: -Cuando disponga de un caballo podrá venir a visitarnos sin tener que caminar tanto.

Jacinta fue en busca de la pava ya que estaría bueno tomar unos mates mientras esperaban que Zoilo volviera con los caballos.

Rosario consintió diciendo: -Vamos a sentarnos abajo del maitén grande.
Y le aclaró a Amir que allí les gustaba matear en verano.
Allí fueron, unos pocos metros más cerca de la casa, donde bancos rústicos hechos con mitades de troncos permitían sentarse a disfrutar de la sombra y la brisa fresca.

Ya ubicados, el joven les dio las gracias a las anfitrionas por tantas atenciones:

-La verdad, desde que estoy viviendo acá, es la primera vez que me siento tan cómodo con la gente que conozco. Extrañaba una reunión como esta.
                   ................................................Continuará...................................................
(1) Los hechos y personajes de este relato son ficticios.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)



                                                          Fotografía de Pablo Quiroga
Doña no pensó ni por un segundo en dejar su tierra, que eso ni más ni menos implicaría trasladarse a una estancia a elaborar quesos. No…Su lugar estaba allí, en "La Veguita" que habían fundado juntos ella y Remigio y que algún día debería ser propiedad del hijo…Pero eso no pudo ser, sabría Dios qué había sido del hijo. Para poder seguir adelante lo había dado por muerto.

Ahí estaba la cuestión, guardada muy en secreto para sí, por la anciana. Ese era el motivo que los jóvenes, allí reunidos ese domingo, no percibían porque tenían toda la vida por delante. No avizoraban como ella que la vida tenía un límite, un día final, un día en el cual debería partir sin llevarse nada…Nada más que la conciencia tranquila por haber transitado con el bien por este mundo, como le pasaba a Rosario.

Pero es tiempo ya de retomar el momento en que la mujer mayor apareció allí en el verdor de ese lugar, acaso lo más parecido a su idea del paraíso, donde los cuatro jóvenes compartían gratas y emotivas conversaciones.
-Yo tampoco me refería a ellas si no al lugar. Respondió Amir. Me refería a este lugar tan bonito que tienen ustedes. Y agregó, para no ser descortés con sus jóvenes amigas:
- También ellas son muy bonitas.
Doña Rosario volvió a reír francamente, las chicas se ruborizaron y Zoilo admiró la rapidez de respuesta y el desenfado del porteño.

-Si, claro, ya lo sé y por eso mismo es que las cuido mucho. Dijo la mujer y volvió a reir. Pero ya que elogiaste este lugar tengo que decirte que es como es porque trabajamos duro desde muchos años  para cultivarlo, cuidarlo y mejorarlo. Primero mi marido y yo. Y en los  últimos tiempos con el Zoilo y mis hijas. Aquí no hay descanso , sólo los domingos y alguna que otra fiesta de la Patria. Quedó pensativa, suspiró y finalmente agregó: -Sí Señor.

Los jóvenes percibieron algo trascendente en las palabras y la actitud de Rosario. Algo que resumía su esfuerzo de toda la vida en aquel lugar y todos permanecieron en silencio.
Ya el sol comenzaba a descender en su trayectoria que finalmente lo ocultaría detrás de los cerros para el lado de Chile. La veterana salió de su breve ensimismamiento y retomó la palabra dirigiéndose a Zoilo.

-Bueno Zoilito, pronto va a atardecer, buscate un caballo manso para Amir y agarrá tu tobiano para acompañarlo de regreso al “Baratillo”.
El joven manifestó que no era necesario, no quería causar molestias. Pero la mujer insistió:
-Si no es molestia. Zoilo lo va a acompañar con gusto. Sabrá andar a caballo, me imagino…
- La verdad que todavía no lo he hecho. Dijo el muchacho y por primera vez se lo notó inseguro.
.............................................................Continuará...................................................................
Los hechos y personajes de este relato  son imaginarios.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)


La Reja óleo s/ lienzo autor F.fader

Pero Rosario supo sacar fuerzas de la flaqueza, no en vano ya había superado la temprana muerte de su marido y criado al hijo, prácticamente sola, cuando era un adolescente que apenas pisaba los quince años. Debió trabajar duro en las faenas de la granja donde su marido sembraba de todo un poco y ella ordeñaba un par de vacas lecheras para hacer quesos y venderlos. Así, con los productos de la huerta, que era la parte a cargo del hombre y su venta de quesos, iban tirando con la familia. Cuando Remigio enfermó y no hubo manera de salvarlo ni en Zapala donde fue llevado porque tenía familia, el mundo se oscureció para ella. Pero superó su dolor poniendo la fe en Dios por delante y pensando en ese muchacho adolescente, fruto del amor de su matrimonio y entonces modificó un poco el medio de subsistencia. Los cultivos se redujeron a hortalizas que, con la ayuda del hijo servirían para el propio consumo y la venta del excedente.

Por otro lado aumentó de dos a seis las vacas lecheras, que eran su fuerte; habló con un vecino que tenía tambo y todos los días, de paso al pueblo,  retiraba un envase conteniendo diez litros mientras que ella con la mayor parte del producto del ordeñe preparaba quesos que vendía a mejor precio en negocios del centro y también a forasteros que solían llegar a conocer el lugar. Eran tan reconocidos sus quesos que hasta llegó a tener pedidos de Junín y una vez quisieron contratarla de una estancia de esos lados para que fuera a preparar quesos a sueldo fijo. Más eso significaría trasladarse allá y no eran los propósitos de la mujer. De ninguna manera.

Cuando Clarita cumplió los quince su abuela meditó mucho, pasó noches enteras en vela y tuvo la certeza, porque en su mente lo decidió, que su hijo estaba muerto. Muerto de verdad, ido al otro mundo y …¿Si no estaba muerto? …Peor entonces, porque si nunca le escribió unas líneas, ni mandó un mensaje por boca con cualquier cristiano que viniera para estos lados…Eso significaba que no amaba a su madre ni a su hija…Y por eso, su corazón de madre decidió matar su recuerdo renunciando a la espera del hijo y centrar su amor y su vida en Clarita.

Ese era el motivo que ahora, de un par de años a esta parte, temiendo que en cualquier momento Tata Dios la llamara, le urgía que Clarita formara su familia con un hombre que la amara y la protegiera y que ambos iniciaran su propia familia, la que el destino le había negado a ella. (Continuará)

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*Los hechos ypersonajes de este relato son ficticios.-

*La dos imágenes que ilustran esta entrada pertenecen a cuadros del pintor  Fernand Fader, nacido en Burdeos ,Francia pero quien vivió la mayor parte de su vida en nuestro país, en la infancia en Mendoza y radicado luego en Córdoba donde realiza la mayor parte de su producción plástica.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Pasión campesina

 (Relato iniciado el 16/6 ppdo en entradas lod jueves)

                                                    "Primeros pasos" acrílico de Carlos Alonso


Los motivos de Doña para haber cambiado su actitud sólo ella los sabía.
Acaso en las noches, mientras “sus hijas” como solía llamarlas, estaban dormidas, la mujer pensaba en su edad avanzada…Estaba próxima a cumplir los setenta y eso le estaba dando que pensar últimamente.
Su mayor preocupación había sido el futuro de la niña desde la fatídica muerte de la madre de Clarita, la noche que su hijo se la trajo envuelta en unos lienzos blancos y una raída frazadita encomendándola a su cuidado con un lacónico:
 –Cuídemela vieja porque es mi hija…su nieta.
Con el paso de los días se enteró el porqué del legado de su hijo y su alejamiento en la noche, sin retorno. Supo que la mujer le había jugado sucio y él la había ajusticiado por mano propia…O tal vez no, porque se supo que la desgraciada apareció muerta de varias puñaladas en el ranchito que habitaba para el lado de Lolog. Y aunque  las sospechas cayeron sobre e padre de la criatura los milicos nunca supieron con certeza quién la había ultimado. De hecho nunca vinieron en su búsqueda. Pero el rumor estaba y eso acabó con media vida de Rosario.

Desde ese momento  fue madre y padre para la niña. La crió, buscó una compañerita para ambas, que no es otra que Jacinta, un par de años mayor que su nieta. La madre se la había dado por ahijada . En la casa de su comadre eran varios hijos, todos chicos, y por eso aquella aceptó con gusto que la niña se fuera a vivir con la madrina. Eso fue cuando Clarita comenzó a caminar así que Rosario crió a ambas, a su tiempo las mandó a la escuela del lugar, ahí donde termina la vega misma y comienza la cuesta donde viven los Protto.

La preocupación de Doña por su nietita, siempre estuvo atenuada por la esperanza de que su hijo volviera de Neuquén o de dónde estuviese…Si estaba preso, como le llegó una contada, algún día regresaría…Mas ,si como se enteró después, el hijo había sido muerto por otro convicto, entonces no volvería y ahí sí que las esperanzas flaqueaban. ( Continuará)
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Los hechos y personajes  de este relato son ficticios.

La obra que ilustra esta entrada ("Primeros pasos") pertenece al pintor argentino Carlos Alonso. Nacido en Tunuyán, Mendoza el 4 de febrero de 1929. Consagrado universalment, es siempre un referente obligado del arte contemporáneo. Se radicó hace muchos años en Unquillo, provincia de Córdoba.-

jueves, 24 de noviembre de 2011

Pasión Campesina


Doña Rosario vino, queriéndolo o no, seguro lo hizo a propósito, a sumarse a los jóvenes con el pretexto de darles la ración de la tarde a las gallinas. No escapó a su percepción que cada parejita charlaba por su lado. Asi que cuando estuvo cerca les preguntó, con su humor habitual:


-¿Y a qué se deben las parejas?... ¿Acaso van a bailar sin música?

-Conversábamos. Dijo amir, quien como gente de ciudad, tenía más prontas las palabras, ya sea para responder como en este caso o para explicar algo o también para preguntar. Los jóvenes del campo suelen ser, por lo general, más taciturnos y lentos en las respuestas.

Doña Rosario miró con picardía a Zoilo y le dijo: -A tu juego te llamaron, Zoilito…

Jacinta, roja como las flores de los notros que ya pintaban las laderas de los cerros, se había alejado del muchacho, pero no antes que la madrina la hubiese visto. Entonces la mujer que ya había dicho lo suyo para que supieran que no la iban a “hacer sonsa”; le preguntó al invitado qué le había parecido aquel lugar:

-Muy bonito, todo muy bonito…

- No me refería a las chicas…Ja, ja, ja… Dijo al instante Doña Rosario coronando sus palabras con una de sus carcajadas, francas y espontáneas que sacudían todo su cuerpo como si la risa le brotara por todos los poros.

La actitud de la dueña de casa tranquilizó a todos. Las jovencitas se animaron a sonreír. La situación era nueva en su hogar. No recibían visitas con frecuencia; por eso aquel domingo era muy particular para todos los allí presentes.

Las chicas y Zoilo que por vivir allí bien sabían de las costumbres en “La Veguita” seguramente para sus adentros se estarían preguntando qué motivos habrían movido a Rosario para hacer la excepción de ese día e invitar al joven forastero.
                                                                (Continuará)



Los hechos y personajes del presente relato son ficticios.-

jueves, 17 de noviembre de 2011

Pasión Campesina (1) (Relato por entregas los jueves)

                                                   "Idilio Criollo" obra del pintor Juan león Pallier



Mientras, unos pasos más allá, Jacinta eludía hablar cuando Zoilo encaminaba la charla hacia la propuesta de noviazgo que le hiciera casi un año atrás. Entonces el tema del que hablaron fue la simpatía que Amir despertaba en Clarita. Con relación a ello, el disgusto de Juan al sentirse desplazado del interés de la joven.


Eso lo sabía Zoilo desde unos días atrás y tuvo la confirmación esa mañana cuando en el bar “El Entrerriano” Juan, que le invitó una copa, le comentó su enojo. Enojo con el turco porque trajo a ese sobrino pituquito y pueblero…Qué iba a hacer acá ese enclenque muchachito; comprar a cinco para vender a diez, como su tío. Enojo con Clarita quien siempre fue remilgosa para conversar con él y ahora se había negado a estar presente si quiera, cuando él fue a “La Veguita” .

Jacinta lo escuchaba en silencio. Su pretendiente, ahora devenido en informante del disgusto del desairado Juan, continuó hablando acerca de lo que podría seguir.

-Y qué va a hacer cuando se entere que lo invitaron al turquito a venir de paseo a la misma casa de su pretendida…

-¿Y cómo va a saberlo? Lo interrumpió Jacinta.

-¿Acaso estará ahora espiando, escondido entre los chacay? Lo dijo con ironía, como dando a entender que Zoilo se lo contaría.

-Capaz. Respondió el joven.

-Así como anda de soliviantado es capaz de cualquier cosa.

-¡Virgen santísima! Invocó la chica muy asustada y agregó que tendría que poner en conocimiento a su madrina de lo que acababa de enterarse.

-Contáselo si te parece. Ella es abuela, madre y padre de Clarita y está bien que lo sepa. Aunque… No creo que Juan vaya a hacer nada que las perjudique. Más bien va a volcar su bronca en el turquito y hasta capaz que, si hace falta, le pegue unos rebencazos.

- ¿Y qué va a ganar con eso? Preguntó Jacinta.

-No lo sé. Acaso darse el gusto de humillar al intruso para sacarse la bronca. Y más vale que el turquito no le haga frente porque…Ay sí que es capaz de cualquier cosa. (Continuará)

(1) Los hechos y personajes de este relato son ficticios.-

jueves, 10 de noviembre de 2011

Pasión Campesina (1) (Relato por entregas los jueves)

Flores de Amankay

-Salud a todos… Dijo Zoilo y se instaló al lado de Jacinta.

-Buenas. Respondió Amir y extendiéndole la mano lo saludó.

Qué tal Zoilo. Dijo Clarita. Y Jacinta con el rubor en la cara, guardó silencio.

Y siguieron conversando. Al rato y sin que nadie lo propusiera estaban por su lado conversando entre sí Jacinta y Zoilo.

Un poco más allá sentados en la cerca de troncos, hacía otro tanto Clarita y Amir. La conversación viró desde cómo eran sus vidas actuales, él ahora recién instalado con su tío en el boliche de La Vega; ella de su vida con su abuela y Jacinta hacia sus respectivas historias de vida. Ella se atrevió a contarle que no conoció a sus padres, que Doña Rosario la crió, la envió a la escuelita de La Vega, y fue siempre su única familia.

Entristecida se quedó en silencio, pensando una vez más , qué habría sido de su padre: a su madre la sabía fallecida según le había contado su abuela. Húmedos los ojos acaso hubiera pensado más pero la interrumpió el joven al decir:

-La vida es tan triste…

Ella supo que él tenía a ambos padres y cuatro hermanos. El padre era comerciante en la Capital federal. Como Amir no quisiera estudiar en el secundario, sus progenitores decidieron hablar con Salim, tío paterno del joven , para enviarlo a vivir con él por algunos años y a la vez que aprender el oficio de comerciante en la práctica, alejarlo de los muchos vicios y tentaciones que la ciudad ofrece a quienes están ociosos.

Entonces ella preguntó: -Y…te hallás acá?

El le respondió que por el momento todo era novedad, tan distinto de la ciudad de dónde provenía y de lo que sí estaba seguro era de que extrañaba a su madre, sus hermanos y a su padre.

-Por eso valoro tanto que vos…que tu abuela me haya invitado hoy. Desde que salí de mi hogar no me había sentido tan a gusto.

El corazón de Clarita latió acelerado al escucharlo. Entonces se atrevió a mirarlo a los ojos y ambos sostuvieron la mirada.
                                     (Continuará el  próximo jueves)



(1) Los hechos y personajes de este relato son ficticios.-

jueves, 3 de noviembre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)

                                                         "Tomando mate" obra del pintor argentino Fernando Fader.


Esa tarde, después del asado, que disfrutaron afuera, bajo la sombra de los árboles que rodean la casa, la charla estuvo centrada en la visita de esa mañana al pueblo y a la parroquia.


Clarita le recordó a Rosario que les debía el paseo por la costa del Lácar, para la próxima vez.

Jacinta hubiera querido ver a Don Miguel Angel y haberlo escuchado recitar alguno de sus poemas: El Lácar, Leda, El chacayal, eran algunos de los que guardaba en un cuadernito, los solía copiar en la biblioteca “9 de Julio” en la cual el poeta era integrante de la comisión directiva.

La misma Jacinta, intuyendo lo que la madrina estaba pensando, interrumpió su divagar sobre las poesías que tanto gustaba de leer, para empezar a levantar la mesa. Después, con Clarita, ordenaron el patio y la cocina.

A la media tarde llegó el esperado visitante. Doña Rosario, amable y sonriente le dio la bienvenida y se asombró que viniera caminando.

-Cómo es que Don Salim no le ha facilitado un caballo…Acá es muy necesario para ir de un lado a otro. No hay tranvías como en Buenosaire.

Y agregó un risueño comentario por lo amarrete que, a su criterio, era el tío del muchacho.

Y mientras charlaban del tiempo, la siembra , el ganado, es decir de todo un poco; Jacinta sirvió los buñuelos y Clarita preparó el mate. De tal modo, la reunión fue amena y las anfitrionas evidenciaron su cordialidad.

Cuando a charla fue menguando, Rosario, sabedora de que los jóvenes, por la diversidad en edad con sus mayores, suelen charlar más a gusto sin su presencia; les propuso a sus ahijadas que llevaran a Amir a conocer la huerta, las plantas de flores y frutales; en fin , el entorno de la casa. Gustosas las jovencitas aceptaron y seguramente en su fuero interno agradecieron la propuesta. Y allá fueron observando y conversando, de pronto Amir preguntando y Clarita o Jacinta informando de tal o cual planta. Como ser la ruda, planta infaltable en las casas de la gente del campo y también muchas veces en los pueblos, por la creencia de que aleja la envidia y la mala suerte que, muchas veces los otros , acaso sin quererlo, le causan a las personas. Clarita, cortó un gajito y se lo extendió a Amir quien la miró asombrado, entonces ella le dijo:
-Tomale el olor.
Pensó que le desagradaría el aroma intenso de la ruda, mas para su asombro al joven le agradó.
-A mí no me gusta. Dijo Clarita y Jacinta la acompañó en su opinión:
-A mí tampoco. Parece el olor del zorrino. Y ambas rieron con ganas.

Amir admiró los añosos árboles que rodeaban la casa y elogió la huerta, que por cierto lucía prolija gracias al empeñoso trabajo de Zoilo y la patrona.-

En eso estaban cuando se les acercó Zoilo quien, seguramente, estaba atento para acercarse a ellos , desde luegoque, con su interés puesto en Jacinta. (Continuará)

jueves, 27 de octubre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)

                                                                     *Paseo en Sulky



-¿Qué tal Zoilo…Te alcanzaste a tomar unas copitas en El Entrerriano? Le pregunta Doña Rosario apenas asentada su humanidad en el sulky.

Mas, como es habitual, el mozo alega que no bebe sino con el asado, y eso los días de fiesta.-

Detrás sube al carruaje Clarita quien, sabedora que sus pequeños deseos son la debilidad de su abuela, propone dar una vueltecita por la costa del lago…Pero el intento no prospera a pesar que Jacinta se suma, como casi siempre ocurre , al pedido de su casi hermana. Es que Doña es inflexible y argumenta que harán otro día ese paseíto.

Para las niñas, como para todos los moradores del lugar, incluso para Doña Rosario con tantos años y experiencias, hay una necesidad de acercarse al Lacar de tanto en tanto. Acaso para extender la vista sobre sus aguas y sin darse cuenta sentir un sosiego y una paz en el alma . Beber un caudal de la belleza colorida en verdes y azules de ese paisaje a la vez familiar y misterioso. Inhalar la brisa vivificadora que suele venir del oeste y cargarse de energías sin saberlo explícitamente ni preocuparse en comprender el porqué de ese imán para el alma de los montañeses.

-Total el lago siempre estará ahí. Agrega la veterana al ver una sombra de desazón en el rostro de las jovencitas. Es que Doña ya ha calculado los tiempos y sabe que se les hará tarde para preparar el asadito afuera, del cual se encargará Zoilo.

Y así emprenden no más el camino de regreso rumbo a “La Veguita” charla mediante, arte en el que la madrina sabe incursionar y distender la atmósfera de cualquier reunión social o familiar. El recurso esta vez es recordarles que tienen un invitado para la tarde.

Zoilo sospecha al instante de quién se trata y piensa en el enojo de Juan , hace un rato, en el bar.

Como Clarita lamenta que no se les ocurriera invitarlo a Amir al asado; su tutora aprovecha para aleccionarlas en que se debe ir poco a poco y enuncia:

-La primera vez que se invita a alguien a quien no se conoce, no debe ser a almorzar.

Los tres jóvenes piensan para sí que mucho menos será respecto a cenar, pero no lo dicen porque intuyen la respuesta.

Ya han sorteado la subida que implica el desnivel entre la margen del lago y el más elevado plano que arranca en el llamado arenal y se prolonga en La Vega; cuando Jacinta tiene la ocurrencia de preparar buñuelos o tortas fritas esa tarde. Lo enuncia sólo como posibilidad, para tantear el terreno en busca del permiso necesario por parte de Doña; pero es Clarita quien da el sí cuando pronta y espontánea exclama:
-¡Mejor buñuelos!
En tanto siguen la charla y la marcha; Zoilo, conduce el sulky y, mientras silba bajito, cavila.- (Continuará)

* Agradecemos por la  imagen que ilustra esta entrada  al  blog : http://grupolanceros.blogspot.com

Paréntesis

Disculpas pero es que  razones de fuerza mayor, impidieron el gusto de publicar la entrada correspondiente al pasado  jueves veinte.- Prometo indagar en el tiempo y en la vida de los personajes de esta "Pasión campesina" para rescatar, si acaso aun sea posible,  los hechos que se hubieran diluído.
En tanto , a continuación y mate de por medio, retomamos el relato con la siguiente entrada del día de la fecha.- Gracias y  nuevamente disculpas.- El narrador.-

jueves, 13 de octubre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)



Jacinta quien ya conoce las rutinas de esas salidas de domingos por la mañana, pronto encuentra a Zoilo a una cuadra de la plaza donde siempre las espera con el sulky. Claro que cerquita,  a media cuadra, está el bar del Entrerriano. Seguramente , mientras transcurre la misa, se llega a saludar gente, enterarse de algunas novedades acontecidas en el centro y también, aunque el criollito no lo admite, a tomarse una que otra copita.

Cuando la chica lo llama, él le hace señas para que  se acerque y suba al carruaje pero ella no quiere. Piensa desandar a pie la cuadra que los separa de las otras dos mujeres. Mas, ante la insistencia del muchacho accede y se ubica a su lado. Habitualmente quienes se ubican en el asiento, junto al conductor son Doña Rosario y Clarita mientras Jacinta se ubica en la pequeña caja, detrás del asiento.

-Tengo que contarte algo dice él.

-Bueno, pero rapidito, que la madrina tiene apuro por volver a las casas.

Entonces Zoilo larga el rollo: estuvo un rato en el bar y allí se encontró con Juan, que, bastante molesto le contó cómo, el día que Clarita no lo recibió, se fue al almacén para conocer al intruso y de lo que aconteció.

-Bueno…¿Y qué…?

Responde ella aparentando no dar importancia a lo escuchado y agrega:

-¡Ya, vamos! Doña nos va a reprender y quizá qué piense que estuvimos haciendo.

Y…¿ Qué íbamos a hacer? Replica el mozo al tiempo que, con las riendas, anima al caballo para poner el carruaje en movimiento.
                                                       (Continuará)

jueves, 6 de octubre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)

El domingo siguiente a los hechos recién relatados, cerca del mediodía, entreveradas en el gentío, Doña Rosario y sus jóvenes protegidas salen de la misa en la parroquia del pueblo. Antes de regresar a “La Veguita” y como acostumbran darán una vuelta por la plaza San Martín. Jacinta ha visto el carro del correo. Clarita pregunta si acaso habrá cartas para ellas, lo cual da pie a su abuela para responderle:


-¿Quién va a escribirte si cuando te visita un candidato te escondés?...

En eso Jacinta las alerta de que entre la gente está Amir viniendo al encuentro de ellas. Doña alcanza a comentarles a media voz:

-¡Qué delgadito el mozo, y peinado a la gomina…



Amir llega y saluda a las chicas, que le presentan a su madrina…

En esa charla, breve pero sustanciosa por la apertura del joven y la natural disposición al diálogo de Rosario, Amir comenta que está paseando para conocer el pueblo y dice haberlo encontrado muy pintoresco. En cuanto al paisaje lo califica de imponente…

Pregunta -¿Cómo se llama ese enorme cerro cubierto del verdor de los árboles , que parece se va a venir encima de uno, y lo señala…

-Curruhuinca , responden a coro las dos muchachas y le informan que se trata del nombre de la comunidad aborigen del lugar.

Luego de unos minutos de amable departir, allí en el aire luminoso del mediodía en la plaza, Doña puede notar que, tal como se lo describieron las chicas, es un joven cordial y de buena conversa. Tal vez fuera por eso que, antes de despedirse, la señora lo invita para que las visite esa tarde.

Clarita, agradecida, está muy contenta aunque, para sí, encuentra que su madrina ha dispuesto muy luego la vuelta a la casa. En efecto, la señora le ha pedido a Jacinta que busque al Zoilo que conduce el sulky para pegar la vuelta a casa.



jueves, 29 de septiembre de 2011

Pasión Campesina

Poco movimiento hubo en el Baratillo esa mañana y ya pasado largamente el mediodía estaban por almorzar tío y sobrino. Para eso se turnaban a fin de no cerrar el negocio y mientras uno saboreaba la rica comida preparada por la Florinda, el otro atendía a los clientes y parroquianos. Pero el día venía flojito en clientes de modo que al escuchar el galope de un caballo, el comerciante se alegró.


El jinete ató el caballo en el palenque y se presentó pidiendo una copita de caña. Don Salim derivó en su sobrino la atención del cliente. Entonces Juan en una sola mirada sopesó a quien imaginaba como el causante del desaire de su pretendida. Vino a ratificar lo el turco quien le presentó a su sobrino como el nuevo dependiente de El Baratillo.

Juan vació de un trago la copita y pidió otra. Contuvo su molestia cuando le preguntó si pensaba afincarse en el pago. Luego, ante la respuesta afirmativa de Amir, continuó hablando y procurando ser cordial le advirtió al forastero sobre las inclemencias del invierno en la cordillera,

Y cuan distinto era la vida en la ciudad en especial al trasladarse de repente al campo…Todo en pocas palabras, con la parquedad típica del lugareño. Le hizo saber también, que muchos venidos de la ciudad no se habituaron y al poco tiempo se volvieron.

Ante la ratificación de Amir de su propósito de quedarse, el gaucho pidió su tercera copa de caña, la apuró y ya dispuesto a retirarse le advirtió al jovencito:

- Un consejo mocito, ya que piensa quedarse por acá…Ande con cuidado con las mozas! Algunas ya tienen compromiso. No se vaya a tirar a picaflor que lo pueden bajar de un toscaso.

Y con una carcajada antes de salir, cerró su presencia con un fuerte:

- ¡Hasta otro día!

Amir quedó perplejo por el tono de Juan y le preguntó a su tío qué habría querido decir el gaucho, a lo que el mayor contestó :- Barece está celoso Juan. Bienso que está abriendo baragua antes de lluvia. Y se rió.

Lo que menos se imaginó Amir es que el proceder de Juan respondía a celos por Clarita; es que él tampoco asoció al cliente con las dos jovencitas que estuvieron en el almacén esa misma mañana.-
                                                             (Continuará)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)



                                          

Clarita desde su habitación escuchó el rebencazo y cómo resonaron los cascos sobre el suelo alejándose. Al momento entró en la habitación Jacinta con un :-¡Ay virgen santísima! Antes de tomar aire y pasar a relatar a su amiga el encuentro con Juan y el mensaje que le dejara.

En tanto ellas seguían comentando, el criollito cabalgaba en toda la furia como si deseara que el aire llenara su boca y sus pulmones hasta embriagarlo para alejar los pensamientos ingratos. Hubiera sido mejor

Quedarse en la estancia… era cierto entonces lo que le habían comentado…Sí, eso nomás ha de ser. El Zoilo le había hablado esa mañana de un turquito nuevo en la Vega. Con sorna para sembrar cizaña.

Ahora entendía. Resolvió darse una vuelta por el boliche …O acaso sería mejor volverse esa misma tarde a la estancia.

En tanto el Zoilo que seguía en la huerta con sus tareas, un tanto trabajando y otro tanto porque de allí, cercano al camino, podía estar sabiendo los aconteceres ya sea por el paso de algún vecino que volvía del pueblo hacia la punta de la Vega o de quien lo hiciera en sentido inverso.

Así eran sus días, trabajando pero sin tomarse demasiado a pecho el trabajo. Un día, en un boliche del pueblo tomando una cervecita y escuchando lo que hablaban varios parroquianos; oyó a un gringo, al que otros escuchaban y por lo visto respetaban sus dichos: “No hay apuro Don…El trabajo no se va a terminar nunca…” y pensando en esas palabra, había llegado a la conclusión que eran muy ciertas. Claro que el gringo dinamarqués, según dijeron, era un experto carpintero. Y el peoncito bien sabía que, en ciertas tareas del campo, ya fuera de los animales o de la siembra, muchas veces por no decir siempre, sí que “había apuro”…



Y qué apuro llevaba el jinete que pasó a rienda suelta por el camino….

Zoilo lo quedó mirando y reconoció a Juan en el jinete que pasó como alma que lleva el diablo. Pensó qué su amigo no había salido conforme de “La Veguita”.  (Continuará próximo jueves)

La imagen que ilustra esta entrega, fue tomada del blog: http://comiendolasmanzanas.blogspot.com

jueves, 15 de septiembre de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato iniciado el 16/6 ppdo.)


Mientras el visitante pasa y cambia las primeras palabras con la dueña de casa, Jacinta murmura un casi inaudible pedido de permiso y sale de la cocina


Es evidente que esta segunda visita de Juan se debe a que quisiera ver a Clarita; la mujer mayor, que le ha ofrecido tomar unos mates, infaltable gesto de agasajo a toda visita admitida en su casa, al ver que no cuenta con ninguna de las  jóvenes, le pasa los implementos para que el propio mozo lo prepare. Pero este le agradece y, para sorpresa de Rosario dice que se le han ido las ganas de matear… Está implícito que se  arrepiente de haber hecho esa visita. Se siente desalentado al no recibir de la pretendida ni una señal de interés por él.

Con su lógica y experiencia, la señora, en buena forma le dice que, si la chica no está mostrando interés, alguna razón tendrá, a veces es cuestión de tiempo…Bien sabe Juan que es bienvenido en la casa pero, a la vez le deja claro que está en él mismo como varón, saber ganarse la prenda que le interesa.

En tanto tal ocurría en la cocina, Jacinta ha salido para ir a comentar con su amiga refugiada en el dormitorio. De inmediato atendiendo al pedido de Clarita, vuelve para escuchar detrás de la puerta; en eso está cuando la sorprende la salida del muchacho…Para colmo al querer alejarse prontamente, tropieza con el perrito que grita y ella casi se cae, incidente por el cual no puede evitar que la vea. Jacinta titubea y dice, como justificando su presencia allí, que viene de darles de comer a las aves domésticas.

Juan, sin darse por enterado de sus palabras, le da un mensaje a su manera , es decir que le impone el encargo: Que le diga a Clarita que “hubiera querido verla”. La muchacha repuesta de la sorpresa responde que ella no es mensajera , que para eso está la oficina postal.

Mas Juan, seguro de sí, no parece escucharla y agrega:

- Dale mis saludos y decile… que ningún forastero engominado la va a querer con tanta lealtad como este gaucho…humilde pero sincero…¡Así decile!

Mientras Jacinta se queda sin palabras, él sin esperar respuesta se despide con un:

- ¡Hasta la vista!

Y sale con paso decidido hacia el cerco donde dejara atado su bien aperado caballo malacara.
(Continuará el próximo jueves)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Pasión Campesina (Relato por entregas los jueves)





-Sólo de conversar y hacerse amigos…Apoya la otra.


-Es que poray se empieza m’hijitas y ¿saben una cosa Clara? Por si no has sabido te cuento que hoy estuvo acá el Juan, que ha venido de la estancia, ya sabés que se interesa por vos. Y antes que su ahijada replique, la mujer sigue con la filípica:

-En cuanto a vos, Jacinta, bien harías en prestarle algo de atención al Zoilo, que es buen muchacho, trabajador, sosegado y te mira con buenos ojos… Qué andás pensando siempre en el poeta…Ese no es pa nosotras. Es gente de la ciudá y allá se irá cualquier día.

La aludida, no puede menos que responder, con mucho humor preguntándole por qué se ha puesto tan casamentera:

-Pero, madrina, qué es lo que pasa hoy que se ha venido con deseos de casarnos a las dos.

Y como si hubiera estado esperando esas palabras, la veterana responde:

- Porque pienso en el mañana de ustedes, muchachas. O acaso ¿ Van a depender siempre de mí?...Ya estoy vieja y en cualquier momento me llama Tata Dios a rendirle cuentas. .. ¡Voy a tener pa rato que contarle! Y rubrica lo dicho con una franca y espontánea carcajada.



La risa no se contagió a las jovencitas y bien podemos imaginar su ánimo después del discurso calmo pero firme y autorizado de doña Rosario. En eso estaban cuando las sorprendió el llamado de alguien a la puerta.

Las chicas, prontas de reflejos, espían por la ventanita y ven que quien llama es Juan. Enterada la madrina, le ordena a Clarita quehaga pasar al visitante, pero esta se disculpa y pide permiso de retirarse a su dormitorio; entonces la orden recae en Jacinta quien abre, saluda y agrega :

- Dice doña Rosario que pasés…
                                                                     (Continuará)

jueves, 1 de septiembre de 2011

Pasión Campesina



Jacinta deja la bolsa, se pone a ayudar en la tarea y la charla se instala fácilmente con las preguntas de doña Rosario y las noticias que traen las jovencitas.


Para Rosario fue bienvenida la charla. Sin dudas la mejor manera de evitarle pensar. Después de enterarse que han conseguido todos los artículos que encargó, pasan a las novedades traídas del boliche y, entre ellas lo más notorio, como puede preverse es el nuevo colaborador del turco. Las chicas lo describen con tal entusiasmo que motiva las sonrisas de la señora quien por el tenor de los comentarios se va dando cuenta en qué terminará la cosa. Conoce a sus protegidas pero más sabe por experiencia y cuando llega el pedido no se sorprende. Mas, siendo el fundamento para invitarlo, que el joven forastero se aburre estando en un lugar nuevo y distinto a más de no tener amigos, lo que ha despertado la conmiseración de las chicas; la madraza entiende que es momento adecuado de aleccionarlas con una premisa que ella tiene muy por segura:

-Nunca le tengan lástima a un hombre…eso es justamente lo que buscan para después sacar provecho.

Proseguirá con las reflexiones, mientras sirve tres platos repletos del sabroso guiso que preparó. Después seguirán los consejos: -El buen concepto de una mujer es la mejor credencial para un apropiado matrimonio. De ahí que una joven no puede estar yendo y viniendo con uno y otro; menos con el primero que aparece y que vaya a saberse quién es. Clarita no va a contradecirle, nunca lo hace mas , cuando Jacinta, con la mirada le transmite el mensaje: -viste que yo tenía razón… decide hacer oír su criterio, no ya para su amiga que la escuchó en el camino , sino para que lo oiga su abuela:

-No hay nada de malo en que la gente hable cuando se es joven y se está muy lejos del casamiento. Hoy en día las chicas no se casan tan jovencitas.

Jacinta, un tanto para suavizar la conversa y otro tanto en elogio del forastero dice que, aunque más joven, Amir la hizo recordar a Miguel el poeta, por su elegancia y forma de hablar y esa prestancia que, a su modo de ver, les da a los hombres la vida en la ciudad.

-La educación, m´hija…La educación…pero, ustedes que son chicas de acá no deben mirar en menos la valía de los jóvenes del paraje . Ya los conocen, y ellos a ustedes. ¿Qué saben de los forasteros, de lo que hicieron allá en la ciudad y acaso saben si en cualquier momento pegan el vuelo…

-Madrina, nadie habla de noviazgos…Menos de casorios dice una.
                                                                   Continuará

jueves, 25 de agosto de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato iniciado el 16/6 ppdo.)

                                    "Retrato de mi Madre" del pintor argentino Raúl Soldi (1905-1994)



Es un mediodía de primavera y el canto de los zorzalitos alegra lo que se anuncia como una tarde soleada. Ya cerca de la casa el peso de las bolsas se hace muy agobiante; en la huerta está Zoilo; siempre dispuesto a hablar y mucho más si se trata  de Jacinta y Clarita.
- Por fin de vuelta…Les grita cuando las ve.

Las muchachas, sin detenerse y burlonamente le preguntan de dónde y desde cuándo cumple funciones de contralor. Pero el peoncito, lejos de amilanarse y deseoso de transmitir la novedad, les anuncia que mientras ellas fueron al almacén un gavilán anduvo por allí con intención de visitarlas. La referencia era a Juan que había llegado de la estancia donde trabaja.

Ellas comentan entre sí la noticia y asumen que no facilitará las intenciones de invitar a Amyr; ya saben del afecto que anima al pretendiente de Clarita y conociéndolo saben de su obstinación y firmeza de propósitos…¡Si lo conocerán! Desde la escuela lo conocen y bien recuerdan que ningún maestro podía doblegarlo cuando un propósito se le metía en la cabeza. Así que en algún modo crecen sus expectativas al llegar a las casas.
Doña Rosario las está esperando  y mientras, para no aburrirse, prepara quesos con la leche obtenida del ordeñe de esa mañana. Jacinta hubiese querido que su madrina la esperase para ayudarla en la tarea; pero sabe que no le gusta estar ociosa porque así la acostumbraron desde pequeña, a emplear bien su tiempo. También necesita estar ocupada para no pensar.
Cuál será su temor a pensar...¿En qué no quiere pensar? …Tal vez serán pensamientos tristes de cuestiones ya pasadas aunque no terminadas. Acaso temores por las incertidumbres de lo que vendrá. Posiblemente Rosario temerá pensar en su hijo, de quien hace ya muchos años, desde que se tuvo que irse de la casa, no ha tenido noticias. Su corazón de madre no admite que esté muerto como se rumoreó. Ha dicho ella alguna vez  que nunca tuvo certezas de su muerte de Lisandro. O tal vez más la preocupan qué será de sus dos ahijadas cuando ella ya no esté.


Sin quererlo y aunque puesta a su tarea, los pensamientos pujan y se cuelan en su conciencia; por eso se alegra tanto cuando escucha que las muchachas se acercan a la casa y apenas ponen un pie en la cocina les dice:
-Estaba por salir a encontrarlas pero, como estoy ocupada…
                                                                      (Continuará )
                                                      

jueves, 18 de agosto de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )


Dos mujeres y paisaje de Víctor M.garcía (Cubano 1897/1969)

Una vez cumplidos en “El Baratillo” los encargos de Doña Rosario, las dos jóvenes inician el regreso charlando y riendo animadamente. Dicen que el turquito es simpático, elogian su vestimenta y lo califican de elegante, con su barba bien afeitada y oliendo a agua de colonia. No dejan de destacar que es conversador lo cual es muy apreciado en el medio rural.  Es a Clarita a quien se le ocurre que deberían pedirle permiso a la madrina para invitarlo a tomar mates. Jacinta se manifiesta dudosa de cómo recibiría la propuesta Doña Rosario.

Planteada la controversia, se pueden resumir las posturas, una a favor y la otra no tanto respecto de invitar a Amir. A favor se dice que es conversador, que no tiene conocidos de su edad en el pago y por tanto debe aburrirse cuando no trabaja, que sería interesante conocer de boca del forastero cómo se estila vivir en la gran ciudad de la cual proviene, la que para ellas es lejana y totalmente ajena. A su vez podrán ponerlo al tanto de la vida en el lugar, vale decir un intercambio de datos e informaciones que es, en definitiva, lo que mueve a los seres humanos a entablar amistades y, muchas veces, relaciones más profundas.

Quien argumenta en contra es Jacinta, manifiesta dudas de que Doña Rosario acepte ya que, por su experiencia desde que vive en “la Veguita”, y de eso hacen muchos años, pocos extraños tienen permitido el acceso a ese hogar. Entonces está la posibilidad de que, como suele decirse, las saque “pisando en partes” lo que en otros ámbitos se conoce como “sacar con cajas destempladas”. Otra que si se entera el Juan se puede enojar feo, y lo más probable es que eso ocurra. También podría ocurrir que el joven Amir interprete la invitación como una sugerencia más comprometida , como es sabido, los de la ciudad suelen ser más atrevidos que los del lugar.

En opinión de Clarita no hay nada de malo en conversar y tomar unos mates; en cuanto a lo que su amiga dice que pudiera molestarse el Juan, ella no le ha dado palabra y por tanto no se siente comprometida con él.

Finalmente ambas coinciden en que ya se ha hecho largo el mandado y deben apurar el tranco para llegar de una vez a las casas. Así que el tema  de la invitación a matear queda sin resolverse. (Continuará)

jueves, 11 de agosto de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )



El hombre se dispone a atender a sus clientas, conoce desde hace años a las familias de las dos y, si bien ha tenido fama de picaflor, también se comenta que, desde que se juntó con la Florinda, una joven de la comunidad aborigen a quien conoció en sus andanzas de mercachifle, no ha intentado seducir a sus clientas. Aunque así no fuera, bien sabe el turco que con las protegidas de doña Rosario es mejor no meterse. La mujer tiene bien ganada fama de guapa y maneja el cuchillo tan hábilmente como cualquier criollo del lugar. A propósito, se comenta que, en defensa de su hijo, una vez correteó a punta de facón a un par de milicos que llegaron a “La Veguita” con una orden de arresto. Pero... mejor volver al realato de lo que sucede ahora en “El Baratillo”. En la conversa(1) las jovencitas dicen que vienen en busca de unos vicios que necesitan para doña Rosario quien le manda decir que los apunte en la libreta hasta tanto reciban dinero a cuenta de la lana cuando esquilen las ovejitas. Luego, con picardía y algunas risitas le preguntan si él las va a atender; entonces el astuto don Salim se da cuenta de inmediato del por qué de la pregunta y llama en voz alta:

-¡Amir…Venga bara acá…Atiende a estos bimboyos de rosa…



El joven concurre solícito y se muestra muy cordial. Otro tanto hacen Clarita y Jacinta. Mientras Amir va colocando sobre el mostrador los artículos escritos en la notita, conversan. Es así que sin ahondar en ningún tema, ejercitan con amenidad el antiguo arte de la conversación como interrelación básica entre las personas. Ya concluido su trabajo que, con la distracción adicional de la charla, llevó más tiempo que el habitual, el joven apunta en la libreta que entrega a las clientas y copia el mismo asiento en el cuaderno “Laprida” de doscientas hojas y sólida encuadernación en el cual, su tío ya lo instruyó, debe dejar constancia de fecha, cantidad y mercadería, pero sin consignar el precio; detalle que completará el mismo don Salim en el momento del pago concreto o sea al momento del arreglo de las cuentas.

Clarita llevará un bolso, Jacinta el otro; el joven dependiente les manifiesta que con gusto les ayudaría si no estuvieran en día hábil o si fuera domingo. A lo cual ellas responden que los domingos no acostumbran venir a comprar porque el almacén, en esos días, está lleno de hombres bebiendo y jugando al truco. Al despedirse y con las disculpas de Amir por no poder ayudarlas, lo que con mucho agrado haría, les expresa el deseo de verlas pronto otra vez por “El baratillo”, entreverando así el interés comercial con el interés personal por llegar a contar con la amistad y acaso algo más de las agraciadas jovencitas.
                                                                    ( Continuará)



(1) Vocablo de uso familiar por conversación que suele utilizarse en la región rural cordillerana.

jueves, 4 de agosto de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )

amanecer en el campo

Amir, el sobrino del “turco”, quien es, según lo ha dicho Eliseo, el causante de su desocupación, acaba de terminar de ordenar latas de distintas conservas, en los estantes de madera de raulí, rojiza y lustrosa que llegan hasta el techo. Buenos carpinteros que conforman un oficio muy preciado en la zona, han confeccionado estantes, mostrador, mesas y sillas de “El baratillo”. Tal vez haya sido Fuser, o Bensen, gringos de notable trayectoria en la zona de San Martín de los Andes, los que construyeron ese mobiliario.

Nombres que acaso la historia esté dejando en el olvido, injustamente porque ya hace años que pasaron a mejor vida. Pero la historia real es harina de otro costal, valga la rima; porque lo que ahora nos ocupa para no perder el hilo del relato es lo que sucede en el almacén de ramos generales de la Vega Maipú.

El dueño del comercio, ha dado indicaciones a su sobrino, para que realice su siguiente tarea, la que consistirá en humedecer el piso de tablas del local, para no levantar el polvillo depositado, y barrerlo cuidadosamente. Justamente, en ese momento, cuando Emir ha salido en búsqueda de regadera y escoba, mientras Eliseo ha quedado “más chato que cinco de queso” por la noticia de haber quedado fuera de las changas, entran al boliche Jacinta y Clarita saludando al unísono con un cordial: - Buen día Don Salim.

El almacenero, en parte por galantería pero más por política comercial anticipa un “Qué grata bresencia” a su también amable -Buenos días, señoritas.

Por su parte, el gauchito, quien parece despertar de sus cavilaciones de desocupado, se suma al saludo con -Güenos días…¡Salió el sol!

Mas su poético saludo motiva que el comerciante, ya fastidiado con el muchacho lo increpe entre autoritario y paternal diciéndole:- ¡Calla vos mochacho! Vaya nomás si no ha venido bara combrar.

Eliseo, permanece impasible unos minutos y luego responde que ya se iba y, con una sonrisa dirigida a las recién llegadas, se quita la gorra y les hace una leve reverencia antes de retirarse con el típico paso arrastrado y silbando bajito. (continuará)
                                           

jueves, 28 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato)

En tanto las dos jovencitas conversando , riendo y descubriendo detalles del paisaje que, no por conocido deja de interesarles, recorren los dos kilómetros desde “la Veguita” ; vamos a ir conociendo el almacén de don Salim, más conocido por los lugareños  como “el boliche” que con el nombre elegido por su dueño, que se encuentra colocado sobre la puerta del frente, en rústico cartel. “El Baratillo”es un almacén de ramos generales donde se venden desde víveres hasta aperos, pasando por vajilla, indumentarias, algunos medicamentos y donde los parroquianos pueden servirse una caña o un vermut . Por cierto las bebidas son un rubro de importancia en este tipo de comercios. Atiende el boliche un árabe al que todos por uso y costumbre llaman “el turco” y que justo ahora está aleccionando en el arte del comercio a su sobrino, recién llegado de la ciudad.


Mientras tío y sobrino están en lo suyo, entra al boliche un gauchito de alpargatas, bombachas criollas, camisa, pañuelo al cuello, pullover tejido  en lana azul con unas flores verdes y gorra de vasco, también tejida. Con aire perezoso, se recuesta más que apoya sobre el mostrador y saluda:

- ¡Buenas, Don Salim!

Acaso un dramaturgo o escritor viajero, que hubiere visto la escena, volcaría en diálogos más académicos lo que conversan el árabe y el criollito, para más datos llamado Eliseo. Ese es el nombre que sus padres le dieron y en su momento anotó el cura, como era costumbre, en la parroquia, al bautizarlo. Pero, para no dilatar más el anunciado diálogo, vamos a escucharlos antes que lleguen  las clientas en camino:


- Buenas, bibe...¿Cómo la va?

- Bien nomás, como siempre.

-¿En qué le buedo servir, mochacho?

- No Don...¿En qué puedo servirle yo? Ando viendo… si acaso tendría algún trabajito para mí...
  Alguito no muy pesado, ¿vió?

-No bor el momento. L’agradezco. Tengo ayodante me sobrino bor ahora...

Ante la mala noticia , Eliseo replica prontamente: -¡Sonamos dijo Ramos! ¿Y de dónde ha sacau ese sobrino don.? …Si puede saberse.

-“No lo ha sacau” de nenguna barte...Osté no se habla con brobiedá. Me sobrino se ha venido de  
  Benosaire.

-¡Cha’digo! ¿De Güenosaire dice? ¡Nada meno!

Y Eliseo y sigue su reflexión: -Así que yo paso a ser...un desocupau...

-¿Y bor qué desocobado? Bara la bersona que quiere trabajar sembre hay trabajo...

-¡AH! ¿Siii? Y...¿Dónde? Si se puede saber?

A lo que el comerciante, ya cansado de la perorata de joven, que lo distrae de su quehacer, replica con enojo: -Averigua osté...Acá no es agencia bara boscar embleo. Averigua bor ahí. Bregunta en la Comesión de Fomento...

-¡Ahá! Ya veo... éramos pocos y parió mi agüela...

- ¿Qué la dice vos de so abuela? ¡que tiene ver su aboela en esto…?

- Lo que digo, Don...Es que había poco trabajo y llegó mano de obra importada.

-¿Cómo embortada? ¿Qué sabe vos de embortada? Agnorante...

-Ta bien....si no tiene trabajo, ta bien. Pero no ofienda don...

-Y vos deja de darme charla borque yo tiene que trabajar...
Dice don Salim ya cansado de la perorata de Eliseo y ,dando por concluída la charla, agrega:

-Vaya a boscar trabajo boray...
                                                (Continuará en próximas entradas)

La imagen de la parte superior: "Ramos Generales" fue tomada del blog al que agradecemos. http://tapalqueneros.blogspot.com/2009_11_01_archive.html

jueves, 21 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )



"En el potrero" óleo de Fernando Fader

Ambas muchachas se achacan estar interesadas en conocer a Amir, el joven sobrino del bolichero. Jacinta argumenta que su única ilusión es ser quien consiga enamorar a Miguel Ángel el poeta del pueblo, con cuyas poesías ella se suele deleitar leyéndolas en el semanario local. Gusta de leerlas con avidez y hasta ha memorizado casi todas las que llegaron a sus manos. A menudo las repite para admiración de Clara, que pasa a ser su unipersonal audiencia. A veces es Leda …Otras  la Chacayalera. Seguramente la improvisada recitadora sueña a veces con ser una Leda criolla recreada por el poeta cuidando el piño en la cordillera y siendo allí enamorada por Júpiter. Otras veces su imaginación la tornará en una adolescente campesina cuyo hogar y espacio están en un monte de Chacay. Porque el autor dio en llamarla Chacayalera asignándole el calificativo de hermosa y describiéndola como "tostadita por el sol."


En  resumen las dos jovencitas que, como ya se dijo, tienen sus pretendientes, claro que aun sin corresponder formalmente a ninguno, dejan en claro que el forastero Amir sólo despierta en ellas curiosidad. No es para menos en un paraje a donde pocas caras nuevas suelen llegar y el pueblo distante dos leguas. Ocupadas en su vida y su trabajo en la finca, atrapadas en un aislamiento que es natural;  porque allí nacieron y así es y están conformes toda vez que así es la vida de la gente en el campo.

En estas cavilaciones estaban cuando les llegó fuerte la voz de doña Rosario advirtiéndoles que, de no apurarse, encontrarían ya cerrado el almacén.

Las muchachas se dirigen rápido a la cocina, que viene a ser el living o la sala en las casas de campo. Doña Rosario elogia lo linda que está Clarita con su vestido nuevo y el prolijo peinado. Le ofrece desayuno que la niña no acepta porque, dice: –Mamita, ya es tarde.

Con la lista de lo que necesitan y varias recomendaciones de su tutora, luego están saliendo rumbo al almacén del turco. La última cuando ya están saliendo por el portoncito del jardín es: -Díganle a Don Salim que no se cargue mucho en el lápiz… (1)
                                                   (1)   No cargarse en el lápiz: significaba en el lenguaje regional poner el precio justo sin recargos por tratarse de fiado, que se anotaba en la tradicional libreta de almacén.
                                                        (Narración iniciada el 16/6 ppdo. Continuará)

jueves, 14 de julio de 2011

Pasión campesina (Título provisorio del relato )


                                                            "Ramos Generales" (1)

Tres cuartos de hora bastaron a Doña Rosario y a su ahijada para realizar esta tarea. Han regresado a la casa con una abundante producción de leche: la overa es una vaca mestiza, hija de toro criollo con vaca holandesa. Ha dado más de diez litros. Después de tomar unos mates y saborear una rica torta frita, de esas que cómo nadie sabe preparar Doña Rosario, Jacinta se dirige al dormitorio de Clarita, la nieta de la dueña de la finca. Desde el pasillo, elevando la voz la llama:- ¡Arriba, Clarita!
La jovencita ya se ha levantado y responde:- Ya estoy en pie, Jacinta.
Clarita está vestida, con su carita lavada y sus cabellos castaño oscuro prolijamente peinados recogidos en una colita que sujeta una cinta rosa. Jacinta repara en el vestido, el más nuevo de los pocos que componen el ajuar de su amiga y le pregunta si acaso va a una fiesta .
Clarita con cierto rubor le responde que ir hasta el almacén es su mayor y casi único esparcimiento. Muy raras veces tienen ocasión de asistir a fiestas o de salir simplemente; de vez en cuando han concurrido a los actos de las fiestas Patrias, en frente al Hotel Lacar.
Por eso, para Clarita es un acontecimiento cuando dos veces a la semana, ambas jóvenes, deben ir hasta el almacén de ramos generales en busca de lo necesario para la casa. Allí, el comerciante Salim, un árabe al que los vecinos llaman “el turco”, provee a los vecinos de La Vega de los insumos básicos para el sustento y otros rubros. Es un clásico almacén de Ramos Generales de campaña.
Jacinta mira a su amiga y sonríe con picardía, aquella se sonroja y niega con la cabeza. Es que ambas ya saben, porque se los contó el Zoilo que, hace pocos días, un sobrino del turco ha llegado desde Buenos Aires y le ayuda a su tío en el negocio. El forastero motivó una novedad para las jovencitas. Saben que las mujeres de la ciudad y los hombres y también , se visten muy distinto a como lo hace la gente del campo. Ellos pantalones angostos, camisas coloridas, reloj pulsera, pañuelito al cuello, chalequito y tiradores. Necesariamente han comparado con la indumentaria habitual de los hombres del campo. No menos elegante por cierto y en especial para las fiestas patrias o aniversario del pueblo, en que lucen su atuendo gauchesco compuesto de bombachas de buena tela, corralera al tono, camisa y pañuelo al cuello, rastra en la cintura y un buen sombrero. Pero, la novedad de tan distinto atuendo que viste el joven Amir, forzosamente despierta en las jóvenes la curiosidad de lo novedoso.
Cierto es, y entre ellas lo han conversado, ya que no tienen secretos entre sí, que ambas cuentan con sus pretendientes lugareños. En el caso de Jacinta es Zoilo quien aspira a ganarse su corazón; en cuanto a Clarita lo es un joven, hijo de los dueños de un campo cercano: Juan. Es el que le anda rondando los sentimientos. Claro que aunque Doña Rosario, que no tiene un pelo de sonsa, se ha dado cuenta y no interviene aun, no significa eso que avale esas situaciones ni mucho menos que lo considere noviazgo oficial ni nada por el estilo. ( Continuará)



                                                       Vista actual de La vega-imagen propia




(1) La imagen de la parte superior: "Ramos Generales" fue tomada del blog al que agradecemos. http://tapalqueneros.blogspot.com/2009_11_01_archive.html


Publicado por Carlos Buganem en 05:42 0 comentarios

Etiquetas: Narración propia